8. EL ATAQUE DE LOKI

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Las investigaciones continuaron durante los días venideros, así como los encuentros sexuales entre Alexandra y Matthew

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Las investigaciones continuaron durante los días venideros, así como los encuentros sexuales entre Alexandra y Matthew. No eran rutinarios, ya que la chica tenía un número limitado de preservativos y, aunque también hallaban placer en otras prácticas ajenas a la penetración, no quería verse privada de esta más pronto de lo previsto.

Aprovechaban, tras la cena, no sólo para enredarse en sus más oscuras fantasías, sino también para visitar el planetario. Aunque Matt no podía ver, Alex le explicaba todo lo que el telescopio le permitía contemplar, y fantaseaban con la idea de surcar la galaxia algún día.

La compañía mutua era agradable, y la mujer no podía pedir nada mejor, aunque el acercamiento entre ambos estaba estrechándose demasiado y eso le asustaba.
Mantenía una buena amistad con Murdock, y temía que cualquier paso el falso pudiera hacer tambalear los cimientos de la misma.

Ella no estaba preparada para tener pareja. Nunca lo había estado. Era demasiado independiente, y sabía que Matt como pareja necesitaba justo lo contrario.
Karen le había dejado porque no le había confesado su secreto, lo que provocó que la mujer creyera que sus constantes desapariciones se traducían en actos de infidelidad, y su relación con la secretaria había sido la única razón por la que, con Alex, no había ido a más la fecha.

Pero Alex le conocía bien. Si ya su amistad les hacía verse más veces de las que eran necesarias, una relación los mantendría unidos como imanes, y la sola idea le causaba migrañas.

Uno de esos días, decidió que debían dejar de acostarse. Matt desechaba las posturas sucias en la cama, por catalogarlas de alguna manera. Se mostraba cercano, cariñoso, sentido... La mimaba en exceso y ella sabía que estaban jugando con fuego.

En cuanto acabasen la guardia de aquel día, antes de la cena, hablaría con él para ponerle freno. Si fuera necesario, solicitaría dormir en una habitación distinta.

Se encontraba en la recepción, a punto de dirigirse a la sala de investigación del Teseracto (Matt no le permitía quedarse dentro de la misma a vigilar para evitar que quedara hipnotizada), cuando oyó un estruendo procedente de esta.

Sacó el subfusil de la funda que llevaba colgada a su espalda y corrió hacia la sala, cuya puerta ya había sido abierta por los miembros de seguridad.

Ante sus ojos contempló el mar de sangre. Los vigilantes habían sido masacrados, salvo un número impreciso de ellos que (extrañamente) permanecían quietos e impasibles.

Un fuerte destello la cegó. Entonces, al mirar hacia el Teseracto, descubrió que había abierto un agujero de gusano, liberando así su energía, y alguien lo sostenía en su mano mientras sujetaba un cetro en la otra, con cuyo extremo tocó a Matt en el pecho.

Contempló cómo los ojos castaños de su mejor amigo se volvían azules, y al mirar hacia el otro lado vio que Erik ya los tenía teñidos, desprovistos de vida, como sumergido en un estado de trance.

Una vida buscándote (Marvel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora