9. OTRA GRAN PÉRDIDA

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Los aliados que Loki habían conseguido controlar estaban atacando la organización

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Los aliados que Loki habían conseguido controlar estaban atacando la organización.
El estado de alarma hizo que Phil perdiese de vista a Alex, quien echó a correr hacia la sala de detenciones para asegurarse de que nadie liberaba al dios.

Se abrió un boquete en uno de los muros, por donde apareció Iron-Man.

—¡Tony!—La voz de Steve sonó detrás de Alex—. ¿Qué pasa ahí fuera?
—¿Te lo digo o te asomas tú mismo?—le preguntó, pero respondió enseguida—. Helicópteros armados. Este boquete no lo he hecho precisamente yo.
—¡Encárgate de ello!—le ordenó Rogers.
—¿Qué crees que hago? Gracias por darme órdenes que ya estoy ejecutando. No sé qué haríamos sin el Capitán América.
—¡No es momento para gilipolleces!—exclamó Alex, captando la atención de Stark.
—¡Pelirroja! Me alegra que hayas despertado. Pensaba ir a besarte si no lo hacías.
—Eres un...
—Por cierto—Se rascó el casco de hierro—. Con todo el ajetreo, he creído ver por una de las ventanas que Banner ya se ha convertido en ese bicho verde.
—¡¿QUÉ?!—exclamó Steve.
—Romanoff está intentando pararle.
—¿Ella sola?—siguió el rubio—. ¡Va a matarla! ¿Dónde están?
—Tercera planta. Sube que te llevo.

Caminó hacia el Capitán, agarrándolo cual princesa de cuento, y salió volando por el agujero a través del cual se coló en primer lugar.

Cuando desaparecieron, Alexandra continuó corriendo hasta la sala de detenciones. Escuchaba las hélices de los helicópteros sobrevolando S.H.I.E.L.D., así como el disparo de artillería hostil y amiga.

Cuando abrió la puerta de la sala, y esta cerró a sus espaldas, se encontró con la insonoridad de la misma.

Ya no escuchaba gritos, gente corriendo, disparos ni helicópteros. Eran casi imperceptibles para su oído.

Ante ella, en el centro de la estancia y dentro de una celda circular de cristal blindado (a prueba de Hulk), vio la capa de Loki, sin atisbo de vida ante la falta de viento que la meciera.

—No hay muchos que puedan tomarme por sorpresa—dijo este, girándose lentamente para dedicarle una mirada sombría y sonriente.
—Pero sabías que vendría—adivinó, dando un par de pasos hacia la celda.
—Sabía que Murdock no había acabado contigo. No después de ver cómo te resististe al control. ¿Vienes en busca de venganza?
—Prefiero hablar, por el momento.

Escuchó, entonces, lejanos ruidos en la planta superior. Debía de tratarse de Hulk, ya que nadie salvo él sería capaz de, con sus golpes, traspasar los muros insonorizados del lugar.

—¿Sabes?—comentó Loki, observándola a través del cristal de su celda—. De todas las torturas que Fury podría hacerme, jamás pensé que te enviaría en calidad de amiga creyendo que yo colaboraría.
—No me envía Fury—negó, frunciendo el ceño—. ¿Qué has hecho con Matt?
—Expandir su mente—respondió, alargando las vocales e interpretando su respuesta con las manos, abriéndolas a ambos lados de su cabeza.
—Y cuando hayas ganado—La mujer se acercó más a él—, cuando seas el Rey de la Montaña, ¿qué pasará con su mente?

Una vida buscándote (Marvel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora