CAPÍTULO 8

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La semana poco a poco fue avanzando hasta que llegó el jueves por la tarde. Estaba muy contenta porque al día siguiente no tenía que ir a trabajar. Mi relación con Rubius cada día fue a mejor, no tenía nada que ver a mis primeros días. Un día incluso salimos a tomar unas copas por la noche londinense.

-Buenas noches ______, ¿qué tal el último día de la semana? - Antes de que terminara de cerrar la puerta Rubius me recibió con ja cerveza en la mano.

-Muy bien, gracias. Mañana voy a quedarme todo el día en la cama. - Dije cogiendo el vaso q he Rubius me había ofrecido.

-Verás _____, he estado pensando y como no mañana ni el fin de semana trabajaste he pensado que podemos alquilar un coche y visitar algún pueblo de cerca de aquí. Algunos son preciosos y parecen de un cuento de hadas.

- ¿Irnos? ¿Nosotros? ¿Solos? - Le pregunté extrañada.

-Claro, será divertido. Podemos quedarnos en un hostal barato. Planearé una ruta. Haz la maleta.

-Está bien. Tienes razón, será divertido. Voy a darme una ducha, ¿haces tú la cena? - Dije yendo hacia el cuarto de baño.

En la ducha no dejaba de imaginarme cómo será la ruta de Rubius. Al principio empezamos con asperezas, pero podíamos llegar a tener una convivencia más que buenas. Al salir de la ducha miré el móvil, había un mensaje "Vegetta: 5 llamadas perdidas".

En ese momento se me aceleró el corazón. No hablaba con él desde el domingo. Con mi nuevo estilo de vida en Londres me había olvidado completamente de hablar con él. Me asomé un poco en la cocina y vi que Rubius estaba absorbido entre los fogones, por lo que opté por llamar a Vegetta.

-Hola Vegetta, ¿qué tal? - Dije sentándome en el baño.

-Vaya, por fin te localizo. ¿Qué es de tu vida?

-Nada nuevo. El trabajo bien y ya está. Tengo poca cosa que contar.

-Me extraña que apenas hablemos, sinceramente.

-No es por nada, pero ya sabes. El trabajo me deja agotada y me meto a la cama cuando llego a casa. Pero ahora tengo que colgar. Un beso, adiós. - Dije colgando el teléfono. La verdad que no quería hablar con Vegetta, solamente estaba pensando en el pequeño viaje que haría con Rubius mañana. De eso sí que tenía muchas ganas.

Durante la cena, intenté sacarle a Rubius algo de información sobre la ruta que había pensado, pero él no decía nada. Quería que fuera sorpresa. Dijo que ya la hizo con su madre cuando llegó a Londres y realmente le enamoró.

Cuando terminamos de recoger la cena, fui a hacer la maleta. Como no sabía que haríamos guardé muchos "por si acaso". Al final una maleta pequeña que iba a ser para un fin de semana casi se convirtió en otra de diez kilos.

Esa noche me costó un poco más de lo normal dormirme. Vegetta se pasó por mi cabeza. Realmente apenas había hablado con él, pero es que estaba en un torbellino de cosas que había sentido en apenas una semana. Me sentía culpable, pero quería dejarme llegar por todo lo que podría traer mi nueva vida.

New Life. (Rubius y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora