Desde pequeña, mi padre me enseñó a que no tenía que llorar, que eso era lo que te hacía ser débil mostrando tu debilidad ante los otros, cosa que nunca me dejaron hacer en casa. Tal vez por eso siempre haya estado confundida respecto a mis sentimientos.
Mi padre tenía razón. Mi relación con Vegetta tenía otros intereses muchos mayores a los de nuestra propia felicidad. Era algo que ambos indirectamente lo sabíamos y era un pegamento en nuestra propia relación en una multitud de baches por los que habíamos pasado. Es por ello por lo que decidí escribir un mensaje a Vegetta.
Hola Cariño, lo siento mucho pero mi móvil se rompió y he estado unos días sin poder hablar contigo. Ahora ya tengo unos nuevo. Mañana voy a ir a ver vestidos de novia. Tengo alguna idea clara en la cabeza, pero quiero saber cómo me quedan antes de decirme, llevaré a Alex para que me aconseje, es la única persona que tengo en la cuidad. Te quiero.
Cuando envié ese mensaje escuché la llamada de aviso a mi vuelo. En ese momento también recibí un mensaje un mensaje de Rubius.
Escríbeme cuando aterrices, pasa un buen vuelo. Espero que nos veamos muy pronto.
A ese mensaje le contesté con un par de corazones. No quería preocuparle ni nada, así que iba a ser una respuesta muy neutral. Durante todo el vuelo pensaba en demasiadas cosas, pero tenía que hacerle caso a mi padre y tenía que intentar pensar en el bien de mi familia.
Como no podía hacer otra cosa, decidí pedir cita en una tienda de para probarme vestidos de novia, de momento tenía que intentar conservar toda la normalidad que podía.
Después del vuelo fui a casa a dejar la maleta. Lo primero que hice fue poner todas las fotos que me había regalado Rubius en la nevera de nuestro apartamento para poder verlas todos los días.
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Al día siguiente, como cada mañana, fui a la oficina a trabajar. Esta vez Alex había llegado antes que yo.
-Necesito tu ayuda. -Dije mientras me sentaba en mi mesa.
-Buenos días a ti también, ¿qué tal las vacaciones? ¿Has ido a España? -Dijo mientras me daba unos papeles.
-Bien, no he ido a España, es una historia larga. Pero necesito que me ayudes a elegir un vestido de novia, después de trabajar iremos a una tienda que está a las afueras de la ciudad. Iría sola, pero a estas cosas siempre tiene que ir alguien para aconsejar.
-Suele ir alguien que entienda de vestidos o que sepa que recomendarte. Yo no sé ni una ni la otra, ______.
-Venga Alex. Tú ven conmigo, en esos sitios que te invitan hasta a un té. Nos lo pasaremos bien.
Finalmente conseguí que Alex me acompañara a comprar el vestido de la boda. Lana me había mandado un par de catálogos que ojeó hace unos días para que tuviera una idea de las tendencias de este año.
Después de trabajar, Alex y yo cogimos el tren para ir a la tienda de vestidos en la que esperaba no quedarme mucho y que fuera una cosa fácil y rápida de elegir.
Cuando llegamos nos atendió una chica joven que pidió que nos sentáramos en unas butacas. Mientras me hacía unas preguntas sobre cómo sería mi vestido ideal. Yo no tenía ni idea de que iba el tema, pero la chica estaba completamente dispuesta a ayudarme.
Estuvimos varias horas venga a mirar vestidos. Alex solamente me decía que con todos estaba guapísima, él tenía menos idea de vestidos que yo.
Finalmente decidí escoger uno de ellos: un vestido de estilo bohemio con aire celta cuenta con un corpiño de bordados refinados que abraza la figura, motivos de plumas en la espalda y una falda de satén hasta el suelo elaborada con capas de tul increíblemente suave.
Al verme con el puesto me sentí un poco como esas mujeres de los programas para encontrar tu vestido ideal.
-Estás preciosa, ______ y estas galletas que ponen para los invitados están demasiado ricas. -Dijo Alex.
-Sí, estoy preciosa. -Contesté mientras me movía mirando el vestido.
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New Life. (Rubius y tú)
FanfikceUn nuevo comienzo puede conllevar muchos sentimientos que tal vez hasta ese momento no se habían conocido.