Carta de despedida

13 0 0
                                    

Querida Sofía:

Te odio porque no puedo odiarte. Te odio pero no puedo olvidarte. Veo tu nombre grabado en mis muñecas siempre que extiendo la mano. Siento tus lagrimas siempre que ignoro al sentido común y me dejo llevar por la nostalgia. Tu nombre provoca mi melancolía, eres mi obsesión más peligrosa, la adicción de una yonqui medio viva. Te odio. Te odio porque te quiero. Y no quiero, no quiero quererte.

No eres conciente de lo que has sido para mi, no eres consciente de lo que eres para mi. Eres lo peor que me ha sucedido, egoísta e incomprensible, me empujaste de mil cornisas esperando mi muerte. Pero no caí, me agarré a los cristales de las ventanas, me agarré con sangre en mis manos, evitando que tú te mancharas las tuyas; queriendo soltarme y olvidarme del dolor, queriendo olvidarme de tí, queriendo caer. Pero no lo hice, no caí, me agarré... a la cornisa y a tí.

Y ahora, tras tu marcha me agarro a tus recuerdos. Mi memoria navega por tus sonrisas y llantos; deshaciendo mi odio e ira como un adolescente aburrido hace con sus auriculares. Lentamente me di cuenta... Me di cuenta de que me odias... Y me odias porque me quieres demasiado. Esa es la razón, la única explicación lógica de tu comportamiento, de tus palabras, de tú continua burla, solo querías que fuera más fuerte para que nadie me destrozara como tú lo habías hecho. Y lo conseguiste, pero a que precio... Yo te odio, te odio porque te quiero y te quiero porque por fin puedo olvidarte.

Querida Sofía: Gracias y adiós.

Título en suspención por falta de imaginaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora