Capítulo XIV: Déjala.

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Al día siguiente Eduardo se levantó era fin de semana, antes de perder la conciencia entre whiskys, corría un poco por la mañana, se preparaba físicamente para poder estar al 100 por la noche, y poder cazar chicas jóvenes para su desahogo, aunque en su mente aún tenía pendiente entre sus planes a la sexy maestra de tecnología que no sólo el la deseaba sino el cien por ciento de los estudiantes varones de su clase.

Justo al llegar al parque donde junto con otras personas se detenía a hacer ejercicio con máquinas, que estaban ahí. En eso divisó al osado chico con el que vio a Salomé la noche anterior, quizá los sentimientos de tristeza e ira, lo empujaron a caminar hacia el.

- Hola.
- Hola. Dijo extrañado Gael, aunque ya sabía el caso de Eduardo.
- ¿Que eres de Salomé?
- Tranquilo, amigo.
- No dime, que hacían juntos.
- Veíamos cosa de bodas. Lo dijo sin pensar pero quizá con el afán de enojar al tipo que lo conforntaba sin razón alguna.
- ¿Qué?

En ese momento Eduardo empujó a Gael, era claro que no tenía recuerdo de sus encuentros anteriores y como este siempre había perdido ante Gael, en ese momento Gael dejó las cosas que lleba y respondió empujando a Eduardo. En sus intentos por no verse mal Eduardo soltó puñetazos y algunos dieron en Gael, el que molesto pues no podía estar en su boda ocn marcas de golpes respondió como el sabia hacerlo.

En más joven Gael, lo tuvo de 3 golpes, Eduardo desde el suelo lo veía, y se reía por dolor y vergüenza.

- Eres un idiota, si supieras quien soy te irías lejos amigo.
- No te quiero cerca de Salomé.

Cerca habían unos policías, Eduardo se paro y se retiro y lo mismo hizo Gael.

En la mente de Gael, entendió los motivos del poeta, pues recordó que le de la misma forma lo había enfrentado aquella vez en la que lo dejó tirado en el suelo, entendió que ese hombre sin memoria, era realmente el poeta queriendo regresar por su musa Salomé.

Por su parte Eduardo no entendía porque lo había hecho, cierto que muchas noches de juerga terminaban en peleas, pero estaba sobrio y lleno de celos, porque golpear o intentar golpear al chico que ni su nombre escucho, solo sabía que no estaba nada bien.

Salomé 3: La historia de un amor que no fue. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora