Capítulo XXX: Salomé.

14 2 0
                                    

Cuando la ansias de Salomé estaban a tope y apuntó de llamar a una ambulancia reaccionó, tomó su mano con la que tenía sujeto el teléfono y lo arrojo a la cama. Ella se le quedó viendo un tanto confundía, y el sonrió con poca fuerza se incorporó y se sentó a su lado.

- Estoy bien, dime que Angel está bien.
- Lo está, lo recostaste antes de caer.
- Que bien.
- ¿Porque tiraste el teléfono, debo llamar una ambulancia.
- No, la necesito estoy bien.
- ¿Que paso?

Eduardo cerró los ojos, para Salomé el solo parpadeo, pero realmente el repaso toda su vida, y le puso mas atención a su historia, recordó todo de golpe, recordó que la historia entre ellos comenzó cuando el fue su tutor de ciencias, cuando ella tenía 11 años.  Recordó y se dio cuenta que todo pasó de nuevo, entiendo que si cicatriz si era un "S" una de Salomé.

En medio del parpadeo lo vio todo, como pasó, como se enamoro y porque tenía en su mente el cuerpo de Salomé, y porque lo divisó aquella noche con Ana, El era el Poeta y Salomé su musa, recordó todo, abrió lo ojos y la beso fuerte mente.

- Lo recordé todo.
- Enserio. Dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
- Si, dime que pasó mientras me fui a Europa.

Ella le contó todo, le explico lo que pasó al creer que había muerto, como su corazón estuvo vacío por pensar eso y lo que sufrió. Al cabar de contar todo le dio una bofetada, esta ves entendío porque se la dio ese día en el bar, era justo, recuperó sus fuerzas y la levantó, la beso y la abrazo fuertemente. Casi danzaron un bals en el frente de su cama. Se detuvieron y se vieron sus ojos se conectaron se abrazaron muy fuertemente.

- Salomé te prometo que nunca más te olvidaré, y si lo hago me volveré a enamorar de ti, perdoname por hacerte sufrir.
- Descuida, yo se que si hubiéramos aceptado nuestros sentimientos antes, nada hubiera pasado, hubiésemos sido felices desde el principio.
- Te amo
- Yo te amo poeta.

Se sujetarán fuerte y cerraron sus ojos los cuales en ambos salieron lágrimas de felicidad.

Entonces abrieron los ojos...

Entonces abrieron los ojos...

Y cuando los abrieron se vieron...

El estaba parado frente al Dr. Pereira, con un saco maltrecho, unas gafas viejas y un portafolios en las manos. Volteo a ver, y una joven Salomé de 17 años estaba sentada en la primer grada de la escalera con un uniforme de colegio.

Él le tendió la mano, y la ayudó a levantarse. Ambos se vieron a los ojos, y entendieron que lo que vieron era su vida. Ese mismo día al acabar las clases Salomé subió a la azotea, y el estaba ahí, corrió hacia el, le dio un beso en la mejilla, y vieron el atardecer que tantas veces vieron juntos.

Y El Poeta y Salomé iniciaron su historia de amor, esa que durará toda la vida.

Fin.

Salomé 3: La historia de un amor que no fue. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora