quattro

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La cabeza del chino estaba repleta de posibles organizaciones y personas sospechosas de los asesinatos en el grupo Wong. Varios de ellos encajaban como culpables pero al mismo tiempo no lo hacían, ya sea que no cuenten con razones para cometer tales crímenes o porque ni en mil años se meterían con su padre. Había llegado a la conclusión que debía ser un grupo de máximo 3 o 4 personas, no podían contar con muchas por peligro a que los descubran, además con menos personas habría más eficacia al realizar los asesinatos pero si solo contaban con una no podrían limpiar las escenas del crimen hasta no dejar rastro alguno ya que éstas lucían demasiado normal lo cual señalaba que eran armadas. En eso se basaba Yukhei para intentar encontrar a los culpables, le gustaría decir que contaba también con Renjun pero éste no lo había contactado desde la última vez que se encontraron. Confiaba en él y si el menor no le había hablado en esos días es porque no tenía ningún tipo de información que creyera útil.

Yukhei no tomaba, no tenía buena tolerancia con las bebidas alcohólicas pero sus piernas cansadas de huir de los matones que siempre lo acompañaban lo llevaron hasta un local pequeño con unas letras fluorescentes en el letrero, no se molestó en leer lo que formaban y solo entró buscando un lugar en el cual sentarse. En un principio no iba a pedir ninguna bebida pero al final optó por pedir algo sin alcohol.

El barman le alcanzó la bebida y le dedicó una sonrisa de esas que la gente suele fingir por pura amabilidad. Miró el liquido y agitó el vaso molesto al tener que mirar su reflejo turbio.

Tomó un sorbo, creyendo que no había bebida que pudiera saber tan mal, tomó otro para asegurarse y dejó el vaso sobre la superficie para luego hacer una mueca disgustada. Renjun solía decir que Lucas siempre exageraba todo lo que hacía y hasta mencionó en alguna ocasión: "Será que también exageras el amor que me has jurado".

Recordaba entonces el gorgoteo inquieto de su sangre circulando por su cuerpo al hacer el mínimo contacto con el del menor, delgado y tan frágil que podría escuchar el agrietar de sus huesos entre sus manos firmes sujetando sus hombros en busca de más proximidad entre ambos con su piel ardiendo contrastando con lo helado del cuerpo de Renjun.

La música que antes se escuchaba suave ahora retumbaba en sus oídos acompañada de la voz de su amante pidiendo por caricias disfrazadas de lujo y poder, mientras más frecuentes eran las peticiones que se acumulaban alrededor suyo sus ansias por tocarlo aumentaban de igual forma que el mantenerse ahí durante más tiempo se volvía dificultoso. Podía sentir su aroma rozándole la punta de la nariz y su aliento peligrosamente cerca de su cuello susurrando palabras a las que no le prestó atención por estar delineando las curvas de su cuerpo pero su voz se escuchaba algo agitada lo cual solo desesperaba más a Lucas. Oía gemidos bajos y cortos que salían de la pequeña abertura entre sus labios resecos y delgados. Renjun se encontraba tan cerca, casi tentándolo a ciegas a irrumpir en su pequeña habitación que dentro de unos días dejaría vacía como era usual en él.

Lucas lo deseaba más que nada en el mundo.

-

Mark sabía reconocer las miradas llenas de abstinencia y diferenciaba el sudor frío después de muchos días soportando la carencia de cualquier sustancia que esos niños ingerían y a veces los ayudaba como el buen samaritano que era, en otras ocasiones los ignoraba hasta que se tendían a sus pies y le lamían los zapatos rogando por un poco de misericordia. Eran niños después de todo, no tendría corazón si los dejara a su suerte sin nada con que entretenerse hasta alcanzar una sobredosis.

Siempre había uno o dos en ese grupo que venían de una buena billetera, que lo tenían casi todo o lo suficiente para ser un alguien en la vida y Mark no lograba entender el giro dramático en sus comportamientos por anhelo a pertenecer a un grupo de mocosos que lo único bueno que sabían hacer era meterse cosas por cualquier orificio que encuentren y si no había uno, simplemente lo hacían ellos mismos. Y como siempre decía su madre: "El que tenga dudas, que levante la mano". Mark dejó escapar una risa al inoportuno recuerdo de la mujer que una vez más hacía apariciones en rincones de su mente.

—Véndame unos cigarros —. Una voz chillona difuminó su imagen, interrumpiendo sus alegres recuerdos.

—¿Cuántos años tienes? —. Sabía que no había caso en preguntar. Siempre respondían con alguna grosería ignorando el hecho de que Mark era visiblemente mucho mayor que ellos o se hacían los ofendidos y se alejaban enojados. Por eso se limitaba a recibir él las preguntas en vez de hacerlas.

—Trece señor —. Inesperadamente el niño con traje de marinerito le respondió. Si había algo que el canadiense amaba era a las personas amables y respetuosas.

Esa fue la primera vez que lo conoció.

—¿Se supone que deberías estar fumando? —preguntó elevando sus esperanzas de recibir una respuesta y no un escupitajo en la cara. Había llegado a la conclusión que los niños se burlaban de él debido al rostro tierno que tenía y a su voz suave que utilizaba al hablar.

—¿Se supone que usted le dé drogas a los niños? Porque esos de allá son menores que yo, señor —. Añadía la última palabra como si esa fuera la única muestra de respeto que debía mostrarle a alguien.

Touché.

—¿Entonces? ¿Me los venderá? —insistió de nuevo sacando una billetera de su bolsillo. —Señor.

—¿Por qué los quieres? Tú ni siquiera fumas —. Mark no se molestó en mirarlo mientras hablaba al mismo tiempo que sacaba uno y lo encendía colocándolo entre sus labios. El niño lo miró avergonzado al ser descubierto y cerró los puños mientras se formaba un puchero en su boca.

Se quedó en silencio y miró a los demás niños de ese callejón observándolo de arriba abajo, juzgándolo por su ropa y el peinado hacia atrás. Toda su apariencia gritaba niño adinerado y lo molestaba. Cuanto odiaba verse de esa forma.

—Fumar no te hace genial ¿sabes? —habló Mark dejando salir de su boca un hilo de humo que se dispersó por el aire, también notó los ojos envidiosos de esos niños y le extendió el cigarro al niño a su costado que divagaba

—Usted se ve genial, señor —. Quiso burlarse de ese intento de halago pero lo consideró algo un poco cruel. El niño tomó el cigarro con sus pequeños dedos y lo inspeccionó. A Mark no le sorprendió verlo toser unos segundos después pero no esperaba que su cigarro fuera a caer a la tierra y ser pisoteado por esos zapatos brillantes.

—Tiene razón. Yo ya soy genial.

El mayor engrandeció sus ojos al ver la seguridad y confianza que emanaba de ese pequeño y una que él nunca podría alcanzar si era sincero.

—Mi nombre es Chenle. Zhong Chenle.

"Este niño es interesante", pensó Mark inmediatamente sin el conocimiento de que se convertiría en alguien especial en su vida... o lo que restaba de ella.

Lo vio crecer durante todo ese tiempo sin embargo no podía quitarse de la cabeza el rostro tierno que tenía. Mark no pudo evitar que Chenle conociera todo tipo de drogas pero éste era lo suficiente inteligente como para no tener una sobredosis o llegar a ser adicto a una de éstas; de vez en cuando y se metía en insignificantes problemas, nada que un chico de su edad no hacía. Su padre falleció dejándole toda una herencia y él seguía sin saber si continuar el mismo trabajo que su padre; su madre era algo demasiado bueno y amable para el presente por lo que le rompía el corazón cuando él resultaba siendo un desastre con patas. Ella lo amaba sin embargo y pondría sus manos al fuego por su pequeño hijo. Mucho antes de que conociera a Mark tenía la constante corazonada de su muerte, al cruzar la calle juraba sentir las ruedas de un auto destruyendo sus órganos y cuando caminaba por la noche algo atravesaba su piel provocando alguna hemorragia que lo llevaría al otro mundo. Era desesperante tener que estar demasiado consciente de que moriría en cualquier momento y por eso muchas veces se le pasó por la cabeza él mismo acabar con su vida.

—¿Estás seguro de que no te aparece ninguna fecha o algo sobre mi cabeza cuando me ves? —. A Mark le gustaba creer que se trataba de algún poder sobrenatural. Hacía su vida un poco más interesante.

—No me estás tomando en serio —refunfuñó el menor.

—Es una broma, pequeño —le dio unas palmadas en su cabeza y sonrió. De cierta forma, lo inquietaba pensar que Chenle podía estar tomando drogas alucinógenas, sobre todo porque Mark era el único que le hacía probar tales sustancias. No lo malinterpreten, Mark se preocupaba por él, Chenle era como su hermanito menor y sentía cierta responsabilidad por si algo malo le pasaba. Hacía esto para que otras personas de dudosas intenciones no lo tienten a tomar drogas sin una supervisión adulta.

toxic [nct/wayv au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora