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—Bienvenido Sr. Lee —. ¿Por qué de repente todos lo llamaban señor? ¿Se veía viejo? ¿Tenía arrugas?

Ingresó al lugar y quitando el hecho que había demasiadas personas vestidas de negro y con cara de delincuentes todo se veía normal. Yukhei había sido su colega por mucho tiempo, se conocieron gracias al jefe y habían terminado llevándose bien para ser personas que solo habían trabajado una vez juntos. El jefe Wong después de eso decidió sacar a su hijo de todo tipo de situaciones en las que se viera envuelta la organización con la intención de protegerlo. Si pudiera hacerlo, le gustaría cambiarle el apellido ya que nunca soportaría ver a su primogénito herido por culpa suya y de sus negocios.

Yukhei le había mencionado varias veces que ambos podrían hacer una nueva vida, hasta se podrían cambiar de nombre, el dinero no sería problema pero las cosas no eran así de sencillas, el jefe Wong ya estaba metido de fondo en el mercado, todos conocían su rostro y sabían como diferenciar a su gente. No podía salir de allí porque se hizo un nombre y un lugar, se ganó respeto y admiración, odio y rechazo de otros, amenazas; no podía dejar todo eso de lado porque después de todo la organización Wong fue algo por lo que trabajó durante mucho tiempo.

—¿Dónde está? —preguntó al hombre que lo recibió, éste le señaló una habitación al final del pasillo e hizo una reverencia.

Mark trabajaba de todo y para todo tipo de persona. Si alguien le daba una propuesta que le beneficiaba él la aceptaba y cumplía, pero nunca se ensuciaba las manos, prefería ser el cerebro de la operación pero desde que Yukhei conoció a ese hacker, Mark había sido dejado de lado por toda la organización; al menos aquello significaba más tiempo para él, seguía recibiendo su pago con mínimos trabajos y sobre todo porque ya era un miembro de mucho tiempo. Era alguien respetado entre los demás miembros conocido por transportar toneladas de mercadería sin ser descubierto.

Se detuvo frente a la puerta y le molestó que se encontrara tan silencioso, casi como si ni siquiera estuviera allí. Asomó la mirada por la abertura y vio a Yukhei sentado sobre la cama con las manos juntas entre sus piernas, ligeramente encorvado, la mirada en el suelo y perdida, sin destello de vida, sus ojos se veían cansados y sus labios estaban partidos. La puerta crujió al abrirse pero el chino no se inmutó. Dio pasos cortos hacia él y se agachó para poder mirar su rostro con más atención. Sus ojos tenían esa cristalización característica de haber llorado por mucho tiempo, podía notar un poco de hinchazón alrededor de éstos. Lucía demacrado y quebrantado, algo había sido arrancado de él y ahora solo se resignaba a seguir respirando por pura obligación. Pero había en su mirada opaca, algo que aterró a Mark cuando se dio cuenta que él mismo se obligaba a seguir con su vida con tal de encontrar al culpable de su miseria.

Salió de su trance cuando el canadiense tomó sus manos y trató de sonreír. Lo vio perplejo y conmovido por la amable expresión que llevaba.

—Feliz cumpleaños Yukhei —. El chino levantó sus pómulos tratando de recibir el gesto de su amigo pero hasta el rostro le dolía, cada músculo aparentaba haber sido desgarrado. Se encontraba adolorido y no podía diferenciar si ese sufrimiento era físico o emocioanl, si lo que dolía era su corazón o su cuerpo.

—Gracias —musitó.

Por un momento había perdido la noción del tiempo sin conocer que fecha era exactamente, solo sabía que los días se alargaban en demasía y seguían pasando como un tren que andaba sobre los rieles, sin conductor y un único pasajero, los rieles se hacían infinitos a simple vista pero desde una perspectiva exterior el tren había chocado ya, estaba en llamas y ardía... sin embargo, el pasajero seguía sentado esperando insulsamente por llegar a su parada, esperando a que quizás en su parada haga un clima frío porque de repente hacía mucho calor.

Mark no sabía como consolar al chino. Nunca creyó que la existencia de Renjun sería tan importante para él. Pudo haber prestado más atención a la particular relación que ambos llevaban, pudo haber estado cerca suyo cuando sucedió todo. Si Mark no se hubiera alejado de Yukhei quizá, solo quizá, nada de eso hubiera sucedido.

Toda la organización se enteró pocos días después de haber encontrado a Yukhei abrazado al difunto cuerpo del menor. Los hombres que lo encontraron dijeron que olía a alcohol y la condición en la que estaba era horrorosa, mucho peor que la de Renjun. Yukhei deliraba llamando a gritos el nombre de su amado como si fuera a responderle, se negaba a soltar el cuerpo vociferando que su corazón latía y era capaz de sentir su respiración. Tenía ojeras que hundían sus ojos lo cual le daba un aspecto demente.

Renjun no podía estar muerto.

—Veánlo. Allí está. Duerme tranquilo así que no hablen fuerte o pueden despertarlo —. Los hombres lo miraban con miedo y Yukhei llevaba una sonrisa al ver el cuerpo sobre la cama. Devastado era poca palabra para definir al chino quien se negaba a ver lo evidente.

Y eso solo había sido un poco de todas las locuras que había dicho otorgándole acciones a un cuerpo sin vida. Decía que Renjun y él habían dormido abrazados toda la noche, que sus manos pequeñas acariciaron su cabello y sus labios habían tocado cada rincón de su cuerpo. Pero no paso nada de eso, Yukhei solo se acostó a lado suyo y lloró porque las sábanas estaban mojadas, lloró cuanto pudo hasta agotar sus lágrimas, lo acurrucó tratando de darle el calor de su cuerpo esperando que esto lo traiga a la vida, creyendo que podía ser un sueño decidió quedarse a lado suyo para que cuando Renjun despertara lo viera, no a Yukhei... a Lucas quien le había jurado amor eterno.

Trajo a sus recuerdos la personalidad pícara y arrogante que tenía el menor, tentándolo siempre con sus palabras a que se acuesten sin creer que podrían desarrollar sentimientos por el otro. Cuando sollozó por perdón sus manos temblaron. Lucas chillaba por perdón frente a algo inerte. Su cabeza colgaba hacia atrás mientras intentaba levantarlo. Lo sujetaban por los hombros tratando de alejarlo en vano porque Lucas no quería dejarlo, no abandonaría su cuerpo ni esa habitación donde formaron tantas memorias entre polvo y la ligera luz de la pantalla de su computador que por alguna razón siempre estaba encendida.

No sucedió, Renjun no despertó, no abrió los ojos, nunca lo besó ni acarició su cabello solo yació quieto y en silencio porque en su cuerpo se había extinto la vida y un Dios había muerto. Un Dios que lo veía todo, tan poderoso para derrumbar ciudades pero no lo suficiente para evitar la muerte.

toxic [nct/wayv au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora