tredici

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—...los resultados señalan envenenamiento —habló uno de los hombres tendiendo unos papeles provenientes de las múltiples autopsias realizadas.

Yukhei no las tomó, miró los papeles de reojo con molestia por haber demorado tanto, la angustia y ansiedad lo empujaban a noches en desvelo, sin pistas ni claves concretas para encontrar al culpable. Ahora aunque sea tenía esos resultados que bien para mal daban más información útil de la que él creía. Yukhei tenía contactos gracias a su padre, aquella poca información era suficiente para reducir el número de sospechosos, en vez de pensar en posibles personas que se les ocurriría destruir la organización Wong, era mejor pensar en las personas que nunca lo harían lo cual encerraba a un gran grupo, eso creía Yukhei en cambio las cosas no salían como él esperaba. Necesitaba de Renjun.

Gran parte de su día era sumergirse en llamadas con tal de buscar algún testigo pero el tiempo se hacía corto y los días parecían durar menos a medida que avanzaba sin respuesta alguna. Se inundaba en el recuerdo de Renjun y como sería de ayuda en un momento como ese pero sería irónico que alguien investigue su propia muerte, su cuerpo helado se encontraba en las yemas de sus dedos ásperos mientras los latidos de su corazón ya habían cesado mucho antes de que llegara a ese cuartucho por él, por su tacto y querer sentirse amado aún por una sola noche.

Una parte suya añoraba nunca haberlo conocido o no haber pasado más de una noche con él con tal de que aún siga respirando pero era tan egoísta que no se imaginaba una vida sin él, sin nunca haber saboreado sus labios y su piel, con palabras ahogadas y mentiras dulces que se susurraban al oído el uno al otro.

Yukhei nunca creyó que extrañaría su sola presencia y escuchar su nombre ser llamado con deseo, entonces también extrañaría el ser amado.

—Yukhei —. A pesar que se encontraba hablándole por unos minutos desde que entró el chino no tenía cara de querer salir de esa ensoñación. Mark decidió dejarlo solo, porque sería lo mejor para ambos, no soportaba verlo de esa forma por otra persona, más por el hecho de no entender los sentimientos a los que tanto se aferraba. Sabía que Yukhei no dejaría de buscar por la persona que mató a su amante y por esa razón Mark lo ayudaba, el anhelo de saber quien fue la persona que arriesgaría su vida al meterse en tal lío. Debía ser un idiota.

El chino se puso de pie con el celular en la mano y salió corriendo con una sonrisa desgarradora en el rostro, una sonrisa no muy adecuada considerando su situación. Algo andaba mal.

—¿A dónde vas? —gritó sin respuesta. Yukhei desapareció entre todas las personas justo en el momento que ninguno de sus guardaespaldas estaba.

-

"Él vendrá a mí"

A pesar de que dijo eso no estaba tan seguro de esa afirmación llena de confianza y experiencia, de todos modos solo quería hacerle comprender a Sejeong que ella no estaba a cargo, aún si se trataba de una mentira para ocultar su sumisión.

—¿Es ese su número? —preguntó viendo la pantalla. Yangyang asintió con desinterés.

—No eres nada malo eh —habló Dejun asomándose y el menor lo miró con desdén. No le molestaba ayudarlos pero no quería terminar congeniando mucho con ese par de chicos.

—Mándale un mensaje, dile que la persona que busca estará esperando por él en la fábrica que está cerca al aeropuerto.

—No hay ninguna fábrica allí.

—Si lo hay —respondió el menor. —Pero se está cayendo a pedazos.

Dejun alzó una ceja. Donghyuck llevaba un comportamiento raro desde hace unos días pero no sabía como diferenciarlo de su usual personalidad calmada y despreocupada. Había algo que le daba una mala vibra, empezando porque no le pidió que lo acompañase. No era que Donghyuck no pueda hacer su trabajo solo, era hasta mucho mejor que él pero necesitaba que lo mirasen quitarle la vida a alguien, que lo vean y piensen "Es ese tipo de persona", la clase de persona que por más indefensa que parezca puede ser peligrosa. Ya sea por un sentido de ego o narcisismo, lo cual era un tanto difícil de creer, o quizás validación, Dejun siempre había estado observándolo.

—¿Quién es tu cliente? —preguntó por curiosidad sabiendo que su amigo notaría que se encontraba preocupado.

—Una loca.

—¿No es raro que una mujer contrate asesinos a sueldo? —preguntó Yangyang mostrándole un pequeño teléfono a Donghyuck —. Ya lo mandé.

—No lo es, la mayoría de mis clientes han sido mujeres despechadas que quieren ser viudas o vengarse, las víctimas siempre siendo hombres —habló Dejun.

—Pensar que hay mujeres metidas en esto también —suspiró y le entregó el teléfono a Dejun. —Dispárale.

El chino acató órdenes destrozando el aparato de inmediato.

Luego de salir de allí aquel día que se conocieron se encontró a sí mismo conversando más de lo que quería con aquel niño, conduciendo a su casa con autos prestados, compartiendo anécdotas y contemplándolo más tiempo del necesario. Después de todo Donghyuck parecía no ser su único amigo si es que era correcto llamarlo así.

—¿Estás siendo sexista? —habló Donghyuck con un tono burlón.

—Por supuesto que no.

—Bueno nosotros nos vamos, gracias por tus servicios dulzura —dijo caminando hacia la entrada, Dejun lo seguía por detrás con una sonrisa en el rostro que ocultaba su deseo de pasar la noche allí.

—No digas esas cosas, suena a que te vendí mi cuerpo —respondió con total ofensa Yangyang. Donghyuck rió y se dirigió al auto de Taeyong, tenía que recordar entregárselo antes del fin de semana.

Mientras Donghyuck buscaba en sus bolsillos las llaves del auto, Dejun aprovechó para detenerse en la puerta en busca de un beso de despedida de parte del menor.

—Que pena que no te vayas a quedar —murmuró tomando su brazo.

—Puedo venir en cualquier momento —. Un suave beso se depositó en sus labios y ambos se separaron ignorando sus corazones latiendo de por medio como si se tratara de un romance adolescente.

Dejun subió al auto una vez que su amigo le entregó las llaves y empezaron el largo recorrido de regreso a la ciudad.

—Te diría que tengas cuidado pero sería divertido verte en la cárcel por tener relaciones con un niño —se burló Donghyuck sin mirarlo, el paisaje desierto a lado de la carretera era más interesante.

—Lamento decirte que mis días en la policía ya se acabaron así que no hay manera de que vuelva allí como un recluso.

—Al parecer hasta la persona más recta se puede torcer —habló para sí mismo empañando luego con su aliento el vidrio de la ventana. —¿Al menos sabes cuantos años tiene?

—No importa mucho si es que pasa los 18 ¿verdad?

—¿Y qué tal si no lo hace? Quizás ha estado mintiéndote todo este tiempo —. Negó con la cabeza repetidas veces.

—Guarda silencio que puedo estrellar este auto.

—Eso sería divertido —habló girándose emocionado y juntando sus manos.

—No te soporto.

toxic [nct/wayv au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora