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Donghyuck continuaba su ardua labor en el bar tratando de embriagarse a las jodidas tres de la tarde en lo que su jefe llegaba. Abrió su botella de tequila y sirvió un vaso, lo sostuvo cerca de su boca y sintió una vibración encima de la mesa.

¿Quién osaba interrumpirlo en un momento tan crucial?

Vio las iniciales mostrarse en la pantalla de su celular y volteó los ojos. Lo dejó vibrar y cuando terminó, decidió proseguir a tomar su bebida. De nuevo empezó a vibrar y quiso creer que era algo de suma importancia.

—¿Donghyuck?

—No, es Patricio —respondió con sarcasmo y empezó a mover el líquido de su vaso con su meñique al aire. Quería creer que Dejun tenía algo importante que informarle y que no solo lo llamó para hacerlo perder su tiempo mientras intentaba degustar su licor.

Doyoung lo regañaría por servirse tequila y lo descontaría de su sueldo, de todas formas siempre lo está regañando así que mejor idea que sea por algo que valga la pena.

—¿Puedes venir con un auto? —preguntó Dejun luego de haber maldecido en voz baja.

—No tengo auto. ¿En qué problema te has metido? —. Donghyuck era ese amigo que normalmente pedía por asistencia aun cuando no la necesitaba por lo que le sorprendió que Dejun pida por su ayuda.

—Solo ven. Te voy a mandar la dirección.

Dicho esto, su amigo cortó la llamada y segundos después le llegó un mensaje. Donghyuck no contaba con licencia para conducir sin embargo si sabía como hacerlo. Vio su vaso y le dio un beso poniendo ojos de cachorrito. No podía ingerir nada de alcohol porque no quería luego estrellar un auto que ni era suyo y no estaba de humor para causar una persecución porque en los últimos días había estado muy ocupado con situaciones muy poco legales.

"¿Dónde carajos queda eso" pensó al mirar el mensaje y decidió googlearlo porque internet salva vidas. Probablemente se demoraría más de una hora en llegar y de repente sonaba tan agotador que por un momento pensó en rechazar a su amigo. Dejun le había mantenido compañía durante muchas misiones porque a Donghyuck le aburre cuando no hay nadie más viéndolo deshacerse de alguien.

No era una buena idea pedirle su auto a Doyoung una vez que llegara y prefería irse antes de que lo encuentre con la botella de licor abierta y con menos líquido del que había inicialmente. No tenía ganas de escuchar a Doyoung resoplar e inflar sus mejillas frunciendo las cejas, aunque era gracioso y ligeramente tierno.

Recordó a su amigo pelirrojo y sonrió porque sabía que lo amaba y le prestaría su auto. Metió su celular a su bolsillo y salió del bar cerrándolo con llave, dejó ésta en una maceta que se encontraba a lado de la entrada y con pequeños saltitos cruzó la calle. Taeyong siempre lo había engreído desde que se conocieron debido a que decía que el castaño tenía un aura angelical y era una persona adorable y Donghyuck agradecía por ese encanto que varia personas le habían mencionado antes. Taeyong era como un hermano mayor que no le prohibía nada y estaba a su merced.

En momentos como ésos, era conveniente que Taeyong viviera tan cerca del bar porque eso significaba que podía contactarlo cuando quisiera ya que el pelirrojo se negaba a darle su número de celular. Tocó el timbre y esperó balanceándose de un lado a otro a que le abriera. Le emocionaba verlo porque Taeyong siempre tenía algo para darle. Era como ese tío millonario y soltero —o casi soltero— que nunca tuvo y del que todos parecían tener.

Al abrirse la puerta el pelirrojo extendió los brazos y Donghyuck se lanzó a éstos entre risitas.

—Tanto tiempo sin vernos Hyuckkie —habló mientras estrujaba su pequeño cuerpo —¿A qué se debe tu visita?

Donghyuck se separó y le sonrió divertido. En unos segundos el mayor diría que quería darle algo y lo haría pasar.

—Por cierto, mientras que estás acá, Un amigo me trajo unos puros que sé que vas a amar.

Taeyong lo hizo pasar y empezó a caminar por el pasillo mientras hablaba de lo deliciosos que eran esos puros y que tenía que probarlos. La casa de Taeyong era de color oscuros y el ambiente era acogedor. Era bastante agradable cuando no estaba lleno de ese aroma a tabaco que a Donghyuck le disgustaba.

—Para aclarar. ¿Estás hablando de puros de chocolate verdad?

Taeyong alzó la ceja como si no fuera lo suficiente obvio y le extendió una caja que estaba sobre un mueble.

—Sabes creo que debería presentarlos. Se llevarían muy bien —mencionó con una sonrisa.

—Tal vez en otra ocasión. Ahora necesito tu auto —dijo con una sonrisa que mostraba sus dientes y el mayor sacó sus llaves del bolsillo entregándolas. Sí, así de sencillo era conseguir cosas si se trataba de Taeyong, era como si el mayor tuviera cierta preferencia con él mientras que cuando se trataba de Doyoung, quien era alguien mucho más confiable, ambos peleaban como perros y gatos y siempre encontraban una forma de discutir cada que se veían.

En poco tiempo ya había perdido el rastro del menor y se podía oír el motor de su auto.

Donghyuck aprendió a manejar gracias a Doyoung, había sido una de las pocas personas que le encargaban responsabilidades ya que usaba su auto para hacer mandados cuando Kim no podía. De pequeño solían decirle que era demasiado distraído y perezoso, que no se le podía confiar ningún tipo de trabajo porque terminaría haciéndolo mal, a Donghyuck no le molestaba, eso solo significaba menos obligaciones para él, prefería pasar el rato con sus amigos y jugar hasta al cansancio. Olvidaba hacer sus tareas y armar maquetas recibiendo así regaños de su profesora y su madre. Lo que nadie entendía era como sacaba tan buenas notas en los exámenes, algunos profesores mencionaban a escondidas que podía tratarse de un genio flojo y su misma madre terminó también con la misma conclusión sobre su hijo.

No le gustaba el silencio innecesario. Prendió la radio y se miró por el espejo retrovisor examinando el intento de peinado que tenía. La voz del GPS le daba las indicaciones y Donghyuck la imitaba gracioso moviendo su cabeza al ritmo de la música. Frenó en seco cuando el auto de adelante pareció chocar algo, los otros conductores empezaban a tocar sus bocinas y hacer escándalo, unos gritaban groserías, un hombre bajó de su auto y pasó al costado de Donghyuck para ver lo que había pasado. La música fuerte era la razón por la que no había escuchado el quejido ahogado del animal que estaba tendido sobre la pista, poca sangre se veía pero era notable la expresión de dolor que el cachorro poseía.

La sangre de Donghyuck hervía de la rabia. "Hubiera sido mucho mejor que haya sido una persona". Sin embargo, no podía permitirse el ir detrás del imprudente asesino ya que no se creía capaz de controlarse si lo tenía en frente. Una anciana extranjera —por los gritos en un idioma que no conocía— se acercó hacia el animal y lo arrastró hasta una esquina donde acarició su cabeza, cerró los ojos como si rezara por éste y se puso de pie para seguir gritando cosas que nadie parecía entender. Unos momentos después todo siguió su curso normal, los carros avanzaban al igual que Donghyuck quien le dio un vistazo al cachorro antes de dejarlo atrás. Por unos milésimos de segundo creyó ver a la anciana llorar y ella lo miró de vuelta. Tan similar a su madre quien lloró cuando el perro que tenían en casa falleció pero no derramó una sola lágrima frente a la lápida de su difunto esposo.

A veces se preguntaba porque el ser humano era tan frágil y sensible en ciertos aspectos. Por ejemplo, habían personas que nunca lloraban con las muertes en películas aún si la historia era muy conmovedora y tenía un gran mensaje, luego estaban los que se deshidrataban llorando cuando en un partido no ganó el de su preferencia. Donghyuck no solía llorar, su madre le había enseñado que no debía llorar por culpa de otras personas y que nunca se deje guiar por lo que los demás decían. Donghyuck por eso lloraba solo por culpa suya.

No le gustaba manejar distancias largas, ni siquiera le gustaba manejar, más optaba por ser el que miraba por la ventana y contaba casas de más de cuatro pisos sin tener que preocuparse por si un policía lo detenía y pedía sus documentos.

Cuando se alejó lo suficiente de la ciudad y empezó a notar que la distancia entre las casas era más grandes una sonrisa se dibujó en su rostro por que le emocionaba el pensar que Dejun podía haber matado a alguien de pura casualidad y ahora lo necesitaba para enterrar el cuerpo. Era una buena forma para pasar su domingo. Dejun podía ser despistado por lo que no le sorprendería conociendo sus antecedentes.

toxic [nct/wayv au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora