Capítulo 11

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Capítulo 11

La señal

1234, Valta

Palacio Real de Dinasty

Cuando Kayla se levantó ese jueves, supo que ese no iba a ser su día. A primera hora tenía lenguas antiguas, una asignatura que no se le daba nada bien y después tenía combate, una asignatura que daba con todos los élites. Se vistió directamente con el uniforme de combate y bajo a desayunar.

Se sentó en una mesa sola, nadie más quiso sentarse con ella, ni siquiera su amiga Meredith, habían tenido una fuerte discusión, porque Dith empezó a preguntarla que porque iba tanto con los elites, pero Kayla no la contesto. La directora le había dicho que no era seguro que nadie supiera lo que era.

Kayla comía tranquilamente sola, cuando Oliver le susurro en el oído

-Hola, enana.

Ella se giró a mirarlo sonriendo. Oliver se sentó a su lado y agarro uno de los pedacitos de cielo de su plato.

-Ummm... que rico está esto.

Kayla miro la mesa real, su familia estaban mirándolos.

-¿No deberías sentarte con tu familia?

Oliver negó.

-No hace fata, además me quiero sentar contigo, enana.

Un sirviente trajo su desayuno a Oliver. El príncipe corto un trozo de las azules tortitas de su plato y se lo acerco a la boca a Kayla.

-Abre

-¿Qué es?

-Tortitas de arándanos, ahora abre y come ,enana.

Kayla abrió la boca y se lo comió. Cerro los ojos degustándolo, estaba riquísimo.

-Madre mía, esto esta buenísimo.

Oliver se rio.

-Sabía que te encantaría

Kayla al final acabo desayunando con el príncipe de Dinasty y le encanto.

El humor de Kayla ya estaba por los suelos cuando entro en la clase de combate. El profesor de Lenguas Antiguas, un anciano duende, les había puesto un examen en tres días y ella no se enteraba de nada, iba a suspender.

-¿Y esa cara tan larga?- me pregunto Oliver cuando entre a clase.

Me acerque a él suspirando.

-Tengo un examen en tres días y no me sé nada-agarró su rubio cabello en una coleta alta- Voy a suspender.

-Sabes si quisieses yo podría...

La directora Melissa interrumpió a Oliver .

-Muy bien chicos-se colocó en el centro de la clase para que todos pudieran verla- Ya podemos empezar. Hoy no vamos a hacer combate cuerpo a cuerpo, hoy tendréis que usar vuestros poderes para atacar.

Eso sonaba difícil. Lo máximo que había conseguido hacer Kayla era un escudo de fuego, y solo era capaz de mantenerlo unos pocos minutos. Estaba perdida.

-Colocaros en grupos de tres- indico la Melissa- Mackenzie, Harley y Kayla, vosotras tres juntas.

Mirando dudativa a la directora, pero sin replicarla se juntó con los otras dos susodichas. La pobre Kayla tenía la impresión de que eso iba a acabar fatal.

-Bien- dijo le directora al ver que todos estaban ya en grupos- Podéis comenzar.

Tal como pronunció esas palabras, una descarga eléctrica procedente de Mackenzie estalló contra Kayla, quien ni tiempo tuvo de formar un escudo. Jadeo por la falta de aire. Harley invoco una planta que la agarro por los pies y la levanto por los aires. La cosa no iba bien para Kayla. Esta vez, cuando dagas de hielo intentaron impactar contra ella sí pudo formar un escudo de fuego. Y antes de que pudieran volver a atacarla, su instinto hizo acto de presencia. Estiró la mano formando llamas en sus dedos como la había enseñado Oliver y luego se las lanzo. Harley consiguió esquivarlas, pero Mack no. La rubia enfadada por el ataque invoco a los vientos y lanzo a Kayla contra la pared. Pero antes de que pudiese contra atacar Kayla se le adelanto. Levanto las manos en el aire sintiendo como su cuerpo se iba calentando. El poder fluía potente a través de ella, sus ojos se volvieron rojos como el fuego. Y de repente junto las manos delante de su cabeza, ondas de magia se lanzaron por toda la habitación impactando contra todos y empujándolos lejos de ella. En cuanto termino el ataque y el poder abandono su cuerpo Kayla se desmayó.

Kayla se despertó en la enfermería de palacio con un enorme dolor de cabeza. Miró a su alrededor incorporándose en la camilla. No había nadie. Recordaba vagamente porque había acabado en la enfermería, pero no sabía quién la había llevado allí. Decidida a irse de ahí se levantó con cuidado de la camilla por si se mareaba, cuando comprobó que no se fue de allí. Caminaba distraída por los pasillos cuando alguien con capucha se chocó con ella. Kayla miró extraña al hombre con capucha, era viejo por lo que podía observar, pero eso no fue lo que más llamo su atención, sino el hecho de que tenía un ojo azul y el otro blanco, sin presencia de iris.

-Fuego de fénix- murmuró el extraño mirándola fascinado.

Su instinto empezó a gritarle que corriera, pero cuando iba a hacerlo el extraño la agarró por el brazo.

-Su-Suéltame- le pidió Kayla.

Las alarmas de su cabeza empezaron sonar cuando acerco su mano a su corazón. Kayla intentó moverse, pero no podía. El extraño cerró los ojos y comenzó a extraer su poder. Kayla se sentía cada vez más débil a medida que el extraño la robaba su magia. Cuando Kayla pensó que iba a llegar su final el extraño alejo la mano de ella.

-Con esto es suficiente, pequeña criatura- Se acerco a ella de nuevo- Pero antes de irme voy a hacer algo.

Agarró su brazo izquierdo y un dolor se empezó a desatar en su antebrazo. Cuando la soltó Kayla pudo observar la marca que le había dejado. En ella se veía una calavera en descomposición de la cual salía una serpiente.

-Quiero que sepan que he venido- murmuró él y desapareció.

Kayla pensó que estaba sola hasta que escucho unos pasos apresurados acercarse a ella.

-¡Kayla!- exclamo la directora- ¿Que ha pasado?

Kayla no podía responder, ni un misero sonido salía de su boca. La extracción de sus poderes la había dejado exhausta y el dolor que le provocaba la marca de su antebrazo, amenazaba con hacer que se desmayara.

La mirada de Melissa bajo al antebrazo de la joven rubia. Sus ojos se abrieron con horror al observar la marca. Estiró la mano y agarró su antebrazo. Se giró a mirar al rey de Dinasty.

-Esta marca- murmuro pasando los dedos por ella. Kayla se estremeció- Es su señal.

-¿Qué?- el rey se acercó y observo la señal con miedo.

-Es la señal de Deisor.

Y dicho eso Kayla se desmayó.

Internado MurdorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora