Dentro de la Mafia (#4 Hijos de la Mafia)

2. Que el juego empiece

Gabriella:

—Así que tu serás mi compañera. —Pronuncia Flavio Greco al verme entrar a su mansión.

Se ofrece tomar mi mano, pero paso de largo y le doy una mirada al lugar.

No estoy para nada de acuerdo con el trato, para mi tanto como él y Dante Grimaldi deberían pasar el resto de sus días en la cárcel.

Pero no soy yo quien toma las decisiones.

Flavio sonríe ante mi actitud y Ángelo se acerca a mí.

—¿Quieres que viva aquí con este sujeto?

Ángelo suspira. —Ya hablamos de eso.. ¿Ahora tienes quejas?

—No lo tenía hasta que..

Veo a los hombres de Flavio.

—Solo digo que no puedes confiar en un hombre como el. —Respondo. —Si nos traiciona..

—No lo hara. —Me interrumpe. —Tenemos la pruebas suficientes para hacer que todas las agencias italianas lo busquen, incluso fuera del país, la CIA, la INTERPOL y hasta tu agencia secreta.

—¿Tú no entiendes que es secreto, no?

Angelo sonríe.

—¿Entonces...?

—Lo haré, solo porque me das la seguridad de que todo esto saldrá bien. —Le aviso. —Pero si fallamos, será tu culpa si pierdo mi única oportunidad de recuperar mi empleo.

—Te doy una oportunidad ahora ¿No?

Aprieto los labios.

—Solo asegúrate de hacer el trabajo.

(*)

Angelo me deja sola en esta enorme casa, en el que me tomo el tiempo de conocer y todo marcha bien hasta que tres de esos hombres me sorprende evitándome el pasó.

—¿Disculpa?

—Regrese, no puede avanzar.

Alzo una ceja.

—Ninguno está en posición de detener a un agente de policía. —Le recuerdo en la situación que se encuentran.

Intento caminar, pero me bloquea el pasó.

Lo hago a un lado y otro de esos hombres me sostiene por detrás, me giro y le doblo la muñeca, hago un simple movimiento y cae al suelo.

—Pero ... ¿Qué está pasando aquí?. —Flavio llega con dos de sus hombres detrás de él. —Esa no es forma de tratar a una invitada..

Sonrie y me hace una señal.

—Ya entendió, Gabriella, suéltalo.

La sonrisa de Flavio crece, entonces suelto a ese hombre, él se pone de pie y al lado de su jefe.

La mirada de Flavio baja al arma en mi cinturón.

—¿Por qué no me acompaña, Agente Rizzo?

Alzo una ceja.

—Creo que tenemos negocios que tratar.

Veo su espalda alejarse y le doy una mirada a sus hombres antes de seguir sus pasos.

(*)

—¿Vodka?. —Me ofrece un vaso en su sala de estar.

No cojo el vaso y él se lo lleva a los labios.

—Más para mí.

Vuelve a abrir la botella que se encuentra en la mesa de vidrio y se sirve hasta llenar todo lo que tomo.

—¿Por qué tan desconfiada, agente Rizzo?

—Creo que tengo motivos suficientes, no lo cree?

—No me hables de usted.

—No. —Sonrio con burla. —No tengo razones para hablarle de tú.

—Supongo por lo que ha oído de mí.

—Debe saber que no estoy de acuerdo como se lleva la operación.

—¿Se refiere al que yo contribuya o el que usted y yo trabajemos juntos?

Sonrie y vuelve a beber mientras sus ojos me miran fijos, baja el vaso de sus labios.

—Les entregare en bandeja de plata al mayor proveedor de drogas en Sicilia. —Me recuerda.

—A cambio de una pena máxima.

—¿Y qué haría usted en mi lugar? Estoy salvando mi cuello aun cuando el lobo sigue apretando.

Alzo una ceja.

—¿Sabe lo que me haría Dante Grimaldi si se entera de una traición de mi tipo? Llevo trabajando con él, el tiempo necesario para no tener dudas de que no quedara nada de mi más que un simple recuerdo. —Separa los brazos y retrocede. —Y créeme, agente Rizzo, un hombre como yo no debe terminar así.

—Para ustedes es muy importante el perfil que dejan.

—Por supuesto.

Él sonríe.

—¿Cuál es el plan?. —Le pregunto. —Porque no me creo que este sin hacer nada y se deje atrapar después de que todo esto acabe.

—Eso no lo sabremos hasta terminar.

Aprieto los labios.

—Pero despreocúpese, agente Rizzo, aunque no lo crea estoy a salvo bajo su custodia que libre cuando Dante se entere de mi traición.

No le respondo y su sonrisa crece.

—Esta noche habrá una fiesta de gala, Dante Grimaldi asistirá y usted lo hará como mi acompañante.

Levanta su vaso.

—Que el juego empiece.