32. Sin rencores

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Gabriella:

Me pierdo en sus labios hasta que Dante rompe el beso y examina mi rostro con sus ojos llenos de excitación.

Su pulgar abre mis labios y chupo de su dedo, mis ojos observan los suyos y el me coge la mejilla mientras yo dejo caer su saco en el suelo.

—Solo será sexo ¿Entiendes?

No estoy de acuerdo, pero todo mi cuerpo lo desea.

Quiero sentirlo moviéndose dentro de mí.

Lo beso y el me lo devuelve, sus labios se mueven fuertes y posesivos sobre los míos mientras sus manos bajan por mis caderas, me levanta del muslo y nos dirigimos a la habitación, en medio de la oscuridad llegamos a la cama y entre besos, lo ayudo a deshacerse de las prendan en su cuerpo.

Dante no se toma su tiempo, esta tan excitado como yo que lo único que desea es empezar esto ya, así que después de dejar el arma sobre la cómoda al lado de la cama, el se ubica separando mis piernas y me coge de las manos por encima de mi cabeza, sus caderas se alejan como si cogiera impulso y golpean con fuerza al regresar, me penetra duro y mis ojos se aprietan.

Esta furioso, caliente y furioso.

Se asegura que lo entienda.

Desde el primer momento, no deja de azotar sus caderas contra las mías, moviendo la cama y sujetándose de las barandas con el fin de obtener más fuerza, solo se escuchan los golpes y cada grito salir de mis labios mientras nuestros pechos se rozan.

Dante me coge la cara y me besa en la boca, nuestros dedos se entrelazan y tira de mi cuerpo soltándome, esta vez mis brazos rodean su espalda y siento como mi cuerpo se levanta mientras el sigue embistiéndome.

Dios mío, Dante...

Aprieta mi muslo y no puedo mantener los ojos abiertos, me besa otra vez y me mira a los ojos mientras sigue y sigue.

Creo que perderé el conocimiento de tanto placer.

Perdida en él, solo suelto las palabras.

—Te amo.

Dante se detiene, sus ojos azules en medio de la oscuridad me observan.

—Dante, he dicho que te amo.—Repito.

Sus ojos me miran serios, entonces sus labios vuelven a besarme despacio, acto seguido me voltea.

Me encuentro boca abajo mientras él se coloca detrás de mí, su cuerpo cubriendo el mío y sus manos estimulándome por detrás antes de entrar.

Entonces entiendo el porqué de esta postura, no quiere que lo mire a los ojos cuando..

Ti voglio bene anche io, Gabriella

Sentí mis ojos llenos de lágrimas y después de eso, volvió a entrar en mí, apreté las manos sobre las sabanas y mis labios se separaron.

—Dante...

Aprieto los ojos y lo recibo, todas las veces que desea y al menos en ese momento, no había rencores.

Solo éramos nosotros.





Dentro de la Mafia  (#4 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora