Dentro de la Mafia (#4 Hijos de la Mafia)

21. Solo contigo

Gabriella:

—Dante...

Gimo su nombre mientras sus caderas empujan las mías, mis talones golpean su trasero y mis manos se resbalan por su espalda, clavo las uñas y mantengo mis ojos cerrados, está a punto de llegar igual que yo.

Y cuando lo hace se queda dentro de mí mientras recupera la respiración, terminamos agitados y se acomoda en un brazo mientras yo me pierdo en su rostro.

—¿En qué piensas?

Tengo tantas cosas en la cabeza en este momento.

Pero solo digo.—¿Vamos de compras?

(*)

—Eres demasiado serio, sonríe un poco.—Le pido mientras escojo las cosas que quiero llevarme y las pongo sobre la canasta de la tienda que cargo en mi brazo.

—Si necesitabas algo solo debiste pedirlo.—Me dice.—Uno de mis hombres pudo conseguir y llevarte todo lo que estas escogiendo ahora.

—¿Estás acostumbrado a que ellos hagan esto por ti?

Doblo por la sección donde se encuentran productos de farmacia y cojo entre tanta, una cajita de anticonceptivos, la hago sonar y los ojos de dante me observan.

—Este tipo de cosas es algo que quiero comprar por mí misma.

Sus ojos me observan.

Suspiro.

—Además.. no lo hago solo por eso.

Su mirada no se aparta de la mía.

—Quiero pasar más tiempo contigo.—Pongo la mirada en la puerta, justo donde están parados dos hombres suyos, Dante sigue mi mirada, el lo comprende enseguida.—Solo contigo.

¿He sonado convencida?

Pues lo he sido, lo que le he dicho es lo que quiero.

(*)

Beso a Dante una última vez antes de salir del coche.

—Nos vemos mañana, Dante.—Murmuro sobre sus labios.

Me separo de él y sus ojos me miran sin ninguna expresión, yo le sonrio débilmente y cuando estoy a punto de marcharme para ingresar a la mansión de Flavio Greco, el me detiene del brazo.

—¿Qué sucede?

Dante no responde.

Una nueva sonrisa se apodera de mis labios.—¿Acaso quieres otro beso, Dan..

—Ven a vivir conmigo.

Me quedo en shock.

Sus dedos ejercen fuerza en el agarre de mi muñeca.

—Si quieres pasar más tiempo contigo, has eso.

No creí que con lo que dije, el de alguna manera buscaría complacer mi deseo.

Y no le tomo mucho pensarlo, Dante Grimaldi busco una solución rápida a mi inquietud.

—Ven a vivir conmigo, Gabriella.

A este punto.

Esto se estaba saliendo de control.