34. Parece que el perder la placa borra todo lo que uno hace en servicio

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Gabriella:

—Me alegra verte.—Me dice angeló cuando cruzo las puertas de la agencia.—¿Ya te sientes mejor?

—Sí, ya estoy mejor.

Al menos físicamente sí, porque mi corazón está roto.

Angelo me coge del brazo y me lleva hacia una esquina.

—¿Qué haces..?

—Qué bueno que viniste, pasaron cosas y...

—Gabriella Rizzo.

Los ojos de Ángelo se cierran, me vuelvo hacia la voz, es mi jefe, quien ahora está observando con seriedad a Ángelo.

Ahora ha puesto la mirada sobre mi.—Acompáñame Gabriella.

Observo a Ángelo.

—Ahora.—Ordena.

Me suelta, el jefe se dirige hacia su oficina y yo voy detrás de el.







(*)








El golpe en el escritorio hace poner mis ojos ahí, son mi placa y mi arma.

—Ya me entere que renunciaste.

Se supone que él debe ser el más contento con esto, debe ser un alivio suyo no tenerme aquí.

—¿Puedo saber el motivo?

No respondo y sus ojos me examinan, se recuesta sobre su silla y me mira de frente.

—Ya le dieron una sentencia a Giovanni Colombo, él quiso negociar por su liberación, pero los crímenes de los que se le acusan son altos: Narcotráfico, extorción, lavado de dinero y homicidio. Tiene mucho tiempo para estar en la cárcel.

Tengo un nudo en la garganta.

—¿Ya lo trasladaron?

—Lo hicieron y eso no evito que me soltara información valiosa antes de la sentencia dada y también que me dijera algo interesante.

—Jefe..

—Quiero saber si lo que me dio a entender es cierto.

El corazón se me acelera.

—¿Has puesto en riesgo la misión al involucrar sentimientos por Dante Grimaldi?

Mis manos se cierran.

—¿Es cierto sí o no?

Bajo la mirada. —Con todo respeto, jefe, pero ya no pertenezco a la agencia.

—¿Crees que me interesa que pertenezcas a la agencia?. —Me eleva la voz. —Si descubro que Dante Grimaldi escapo por tu culpa voy a meterte en una bonita reja, Rizzo.

—Yo no deje escapar a Dante Grimaldi, jefe.. ¿Angelo no se lo dijo? Al parecer ni la misma agencia confía en mí que tuvieron que ponerme en vigilancia.

—Esa fue una orden mía.

Mis ojos se abren.

—La agencia no confía en nadie, ex agente Rizzo.

Ex agente..

—Parece que el perder la placa borra todo lo que uno hace en servicio. —Pronuncio.

El jefe no responde.

—Si me disculpa y no tiene nada más que agregar, me gustaría irme.

Su voz me detiene cuando estoy a punto de irme.

—Recuerda lo que te dije, Gabriella. —Pronuncia. —Debes decidir si vas a servir a tu país o proteger al hombre más buscado de toda Italia.

Me mantengo.

—Podrías hacer lo correcto, pero en caso de que no, habrá una celda esperándote con tu nombre, eso te lo aseguro.


Dentro de la Mafia  (#4 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora