Capitulo 25: Y al final del invierno

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En la ciudad de Afrodisias nació una niña muy bella, tan bella como ninguna otra, pero su belleza solo era superada por la maldición que pesaba sobre ella. La belleza con que la niña nació molesto tanto a la diosa Afrodita, que en un ataque de celos la condenó a jamás poder ver a alguien a los ojos ya que si lo hacia esa persona terminaría convirtiéndose en una hermosa estatua de piedra. Conforme los años pasaban la niña crecía y aprendía muchas cosas por sí sola, pues sus padres la abandonaron por miedo a terminar convertidos en estatuas, entre esas cosas estaba el cuidar de su jardín de estatuas que sin querer ya tenía. Según recordaba el jardín fue formándose cerca de cumpleaños número nueve y ahora diez años después contaba con una gran variedad de estatuas que iban desde niños curiosos hasta hombre bueno y malos, que se acercaban a ella tanto por curiosidad como para hacerle daño. Cabe aclarar que los niños y los hombres buenos solo fueron daño colateral, pues estos la sorprendían cuando regresaba del bosque con flores, plantas medicinales y frutas para su día a día...Y antes de que los "visitantes" dijeran algo ya eran una bellísima estatua de piedra.

Sin embargo, y gracias a un pequeño descubrimiento que hizo a los diecinueve años, un buen hombre logro salvarse de terminar convertido en piedra en aquella noche de invierno. Si bien los inviernos en aquella ciudad no eran tan fríos como en otras ciudades, para un joven cazador cansado y sin haber probado comida desde hace un buen par de días toparse con aquella mujer fue su salvación. El muchacho se acercó hasta la casa con la intención de pedir asilo por aquella noche.

–¡Buena noche!...Disculpe, me podría ayudar– Decía un joven al mismo tiempo que tocaba aquella puerta. Todo esto alertó a la dueña de la casa, que llevada por una curiosidad extraña en ella se asomó por una de las ventanas de la casa y en el instante que ambos cruzaron miradas supieron que sus vidas cambiarían para siempre.

–Buena noche, viajero. Brindarte mi ayuda podría ser peligro...Pero dadas las condiciones dejare que te quedes, con la única condición de que, durante estas acá, no nos crucemos– Dijo con calma la joven castaña de ojos olivas, a través de la ventana de vidrio semi-abierta.

La respuesta dada por la castaña alegro al peliblanco que sin dudarlo mucho, pero antes de siquiera ingresar en la casa, el joven volvió a escuchar la advertencia de la anfitriona, la cual aceptó sin rechistar. Para aquel joven la noche fue un poco rara, pues si bien la dueña de la casa le proporcionó comida, un lugar para descansar y varios tipos de ungüentos medicinales en ningún momento se habían visto, desde los breves instantes a través de la ventana. En la mañana siguiente las cosas no cambiaron mucho y hubieran seguido así de no ser porque la castaña, quien regresaba de atender su jardín, indicó que cerca estaba el poblado principal de la ciudad.

–Si desea seguir con su viaje hágalo de forma continua quinientos metros al este...Allí encontrarás el centro de la ciudad de Afrodisias– Comenzó a decir la castaña, desde la cocina– Pregunte por Laxus, dile que vas de parte de Evergreen y sin duda le ayudará más de lo que yo he hecho– Continuó hablando la joven, quien para ese momento tenía una ligera sonrisa en su rostro, pues Laxus fue uno de los pocos niños que salvó de convertirse en una pieza más de su jardín.

Elfman Strauss, como se llamaba el cazador, pudo comprobar que su partida no molestaba a la joven y que toda la información que les daba era de buena fe, sin embargo no podía irse sin antes agradecer la hospitalidad mostrada por la joven.

–Te doy las gracias por toda la ayuda que me has dado hasta ahora– Dijo èl, a unos cinco pasos de la puerta de la cocina –Quisiera saber si hay alguna forma de pagarte al menos lo de los ungüentos medicinales– Inquirió el albino, acortando un poco más la distancia entre ambos.

–No avances más...Por favor– Pidió Evergreen con un ligero tono nervioso en su voz –El ayudarte fue un placer, por lo demás no te preocupes. Con la compañía que me hiciste me doy por pagada– Aseguró la joven, algo más calmada al notar como él dejaba de hacerse a ella. En las primeras horas de la tarde fue cuando su visitante partió hacia el centro de la ciudad.

Para ella aquellas horas en compañía del joven Strauss fueron únicas y las atesoraría por siempre, se sentía tan feliz que inconscientemente agradeció a su verdugo por tanta felicidad. Por otro lado, Elfman trataba de buscar alguna manera de pagarle todas las molestias ocasionadas a esa extraña joven y la idea le llegó cuando entraban a la ciudad...Siendo que en uno de los tantos puesto del bazar divisó uno que ofrecía especias y demás para la preparación de ungüentos medicinales.

De esto ya ha pasado una semana, semana donde el cazador logró adaptarse a la vida en Afrodisias sin problemas y gracias a sus conocimientos como cazador se le hizo fácil unirse al grupo de la ciudad. Evergreen, por su parte seguido con su vida como si nada, tras desayunar se encargaba su jardín de estatuas y una vez hecho esto, y dependiendo de cómo estuviera el día, salía a buscar plantas medicinales, frutas y otras cosas o simplemente se quedaba en casa preparando ungüentos que fueran de ayuda para los viajeros y cazadores que pasaran por allí a pesar de haber estado sintiéndose mal.

Sin embargo, aquel día sería totalmente diferente para los protagonistas de esta historia, ya que tal y como el joven prometió fue a ver a Evergreen, al final de esa semana, y no solo eso sino que llevó consigo aquellas cosas que encontró en el bazar. Para el momento en que Elfman llegó a la casa de la joven no la diviso por el lugar y mucho menos logró verla dentro de la casa, por ello decidió darle una vuelta para ver si la encontraba, más nunca pensó toparse con el horror hecho piedra. Él quiso gritar, correr, salir de allí y nunca más volver pero algo le decía que no se fuera, que para todo lo que había visto existía una explicación. 

Ella al percatarse de la presencia del joven era muy tarde para evitarle aquella vista tan espantosa y por un largo tiempo ella no supo qué hacer o qué decir y quien se atrevió a romper el silencio fue el albino.

– ¿Gor...Gorgona? – Articulo Elfman.

– ¡No! No soy igual a la sacerdotisa de Atenea, no soy como ella...Yo soy distinta a la del mito, de cierta manera lo soy– Comenzó a decir Evergreen, sin atreverse a darle la cara a su interlocutor– Se...Sé que esto– Señalo el jardín a sus espaldas –Se ve mal, muy mal...Pero mi historia es diferente– Para este momento la castaña se encontraba ligeramente hiperventilada, pues que él descubriera lo que era le desagrada demasiado. Por su parte, Elfman solo escuchaba lo que ella le decía sin atreverse a soltar palabra alguna– Entiendo que no quieras venir más, siendo sincera jamás pensé que cumplirías con lo que prometiste...Pero aquí estás, y si te quieres ir...

– ¿Qué te ocurrió? ¿Por qué Atenea te condeno de esta forma? –Interrumpió Françoise.

Negando con su cabeza tras la ultima pregunta del contrario, Evergreen, le pidió al joven que la acompañara al interior de la casa donde sin duda podría hablar sin más y así lo hicieron, aunque claro con una distancia prudente y con la castaña dándole la espalda a Elfman para evitar algún daño. Por otro lado, el albino escuchó atento y solo hacía preguntas necesarias para esclarecer sus dudas, preguntas que la castaña respondía tras soltar un suspiro. Toda aquella conversación transcurrió sin problema y cada punto fue aclarado sin inconveniente alguno y aunque suene imposible de creer la relación de amistad que el joven quería entablar se dio...Haciendo que el enfado de Afrodita aumentará más y habría hecho algo más contra la joven de no ser por la profecía que Artemisa le contó acerca del destino de la mortal.

Las visitas del joven cazador se hicieron más frecuentes al igual que las cartas y lo que inició como una simple amistad poco a poco comenzó a transformarse en amor. Un amor que duró solo lo que duro ese invierno, ya que con el avance del clima frió la salud de la joven empeoraba dramáticamente. Y al final del invierno, por petición de Eros y Psique, Afrodita levanto la maldición de Evergreen, quien al verse libre de esta lloro a mares en los brazos de aquel al que amaba y aunque solo vivió un dia mas después de aquello fue feliz junto al hombre que una vez salvo del invierno cruel. 

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2020 ⏰

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