Bakugou y Todoroki.
Todoroki y Bakugou.
Katsuki y Shouto.
Shouto y Katsuki.
Hielo, fuego y explosiones.
Explosiones y fuego, hielo.
Gris, azul y rojo.
Rojo y azul, gris.
No importa qué.
Ellos siempre han mostrado interés en el otro, ya fuera...
Era el hermano mayor de cuatro; tenía una hermana de un año (Fuyumi), un hermano de tres años (Natsuo) y otro de seis años (Touya). Todos ellos dependían económicamente de él, quien debido a su empleo, poco tiempo y demás problemas, no había podido terminar una carrera universitaria.
¿Sus padres?
Oh, ellos habían tenido un accidente, de hecho, ese había sido solo el inicio de su desgracia.
Lo recordaba con claridad, sus padres habían salido en un viaje de negocios a la cuidad vecina y habían terminado siendo arrollados por un drogadicto, quien terminó muriendo en el acto y dejando a sus padres en un estado fatal. Su madre (Rei) seguía viva pero en coma, por lo que debían encargarse de los costos del hospital, cuentas realmente grandes y que tenían atrasadas. Su padre (Enji) también estaba vivo pero había terminado en silla de ruedas, cuantas veces había tenido que levantarlo del suelo en medio del pasillo o la cocina, la silla también había sido costosa con su situación actual.
Mientras sus padres eran atendidos en el hospital, la bolsa de valores cayó llevándose sus acciones a pique y además siendo estafados por uno de sus socios más confiables que terminó vendiendo la empresa y llevándose el dinero consigo. Quedaron prácticamente en la calle. Pues cuando su padre por fin pudo salir del hospital, lo único que pudo hacer fue vender todo lo de valor que poseían (carro, la casa, vajillas importadas, sofás, ropa, relojes, etc) para así poder comprar una casa pequeña y en mal estado, un techo que los mantuviera cálidos y secos era lo que necesitaban.
—Shouto, deja eso. Yo puedo hacerlo, tú descansa un poco.
—Gracias, padre.
Murmuró con una sonrisa llena de cansancio mientras cerraba el grifo del lavaplatos y se giraba hacia él, podía estar en silla de ruedas pero seguía viéndose tan imponente como siempre, el hombre le sonrió un poco y le señaló su habitación para que hiciera lo pedido. Shouto pasó por su lado e ingresó en la habitación, tan pequeña y rústica como el resto de la casa, habían tres habitaciones en total. Una para el hombre mayor y la bebé, una para él y una para los menores quienes ya dormían profundamente. Aunque esas tres habitaciones parecían ser sola una que había sido dividida para poder venderla a un precio más alto.
Extendió el futón en el suelo y se metió en él, miró el techo por largos minutos pensando en la vida que tuvo y comparándola con la que tenía en ese momento, deseó poder volver en el tiempo mientras cerraba los ojos.
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—Suerte, hermano.
—Gracias, y pórtate bien.
Touya asintió con una gran sonrisa faltante de dientes mientras Natsuo jugaba a su lado en el suelo con los pocos juguetes que había podido comprarles y Enji sostenía en brazos a Fuyumi que dormía profundamente, los miró una última vez antes de dedicarles una sonrisa y salir de la casa, emprendiendo camino a su primer empleo y posteriormente búsqueda de uno mejor.