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Bien, bien... ¡Estaba malditamente bien!

Solo debía relajarse un poco, solo un poquito, casi nada. El no encontrar un empleo estaba bien, el estudiar una inútil carrera y no despegar estaba bien, el no tener dinero para la renta o comida estaba bien, el ser demasiado orgulloso como para volver con sus padres o pedir ayuda estaba bien... Sí, todo estaba bien. ¡Perfecto!


—Maldita y pobre vida...


Se quejó, su voz baja, ronca y realmente molesta con su propia vida. Bufó al pasar frente a uno de esos restaurantes lujosos y muy, muy costosos. Sus dientes rechinaron al ver a través de la ventana, todas esas personas vestidas con trajes o vestidos de diseñadores famosos comiendo con cuchillo y tenedor, bebiendo vino y riendo mientras disfrutaban de todo el dinero en el que nadaban. ¡Demonios! Tenía que detenerse ahora, ya estaba demasiado hundido como para seguir maldiciendo a los ricachones.

Lo mejor era volver a lo que llamaba casa.

La puerta rechino al abrirla y cerrarla, la luz parpadeó al encenderla y por unos segundos temió que tuviera que comprar un nuevo bombillo, suspiró al ver que no resultó de esa forma y dejó caer su chaqueta en el suelo

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La puerta rechino al abrirla y cerrarla, la luz parpadeó al encenderla y por unos segundos temió que tuviera que comprar un nuevo bombillo, suspiró al ver que no resultó de esa forma y dejó caer su chaqueta en el suelo. Sus pasos se dirigieron, pesados y torpes, hacia el baño. No había puerta, por lo que solo ingresó mientras se iba desnudando, corrió la cortina que dividía la ducha y se adentró en el pequeño espacio húmedo y resbaladizo. El agua comenzó a correr y solo pudo quejarse, estaba endemoniadamente fría, sentía como sus huesos se helaban.



—Maldita pobreza.


Murmuró mientras sus dientes castañaban, se envolvió en una toalla pequeña y con algunos agujeros, era todo lo que tenía. Su cabello rubio se había aplacado un poco por la humedad y que no había podido secarlo, suspiró sintiendo su cuerpo tenso y helado. Si no podía pagar el alquiler, mucho menos podía tener agua caliente. Su ceño se frunció, se terminó de secar tan rápido como pudo y se colocó una camiseta sin mangas con un pantalón sencillo, luego se dirigió al sofá.

Se dejó caer sobre la superficie gastada y vieja escuchando ruidos extraños a los que ya estaba acostumbrado, encendió el televisor que había podido comprarse cuando se mudó y vio alguno de esos canales nacionales que no le daban nada de entretenimiento, suspiró con cansancio y aburrimiento. Unos golpes en la puerta lo hicieron estremecerse, bajó el volumen y se quedó estático en su lugar, los golpes se hicieron más fuertes seguidos de una voz.



—¡Hey, chico, mi dinero!



Se tapó los oídos y cerró los ojos, debía el mes pasado de la renta, lo sabía pero simplemente no tenía el dinero. La voz de la vieja mujer se detuvo después de unos minutos, dando unos últimos golpes antes de irse dejándole un ultimátum, lo echaría si no pagaba al menos un adelanto pero no podía. Estudió Diseño y había logrado encontrar un trabajo pero después de su primer paga y conseguir un apartamento, la empresa quebró y se quedó desempleado, quedándose a la intemperie porque la mayoría de empresas no tenían vacantes en su puesto y él no tenía la experiencia requerida en otras.

Mundos Diferentes [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora