Esperanza

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DEBE SER INVIERNO

Capítulo 3: Esperanza

Por Okashira Janet/Janet Gaspar

Hinata estaba caminando simplemente porque si se detenía sabía que se caería, esa mañana Sasuke se había enfrentado a ella de nuevo ordenándole que buscara una presencia parecida a la suya, un hombre del clan Uchiha.

Hinata se había negado, puños apretados. Y entonces él había entrado en su mente, hurgando en los recuerdos más dolorosos, esos donde era una molestia que su padre jamás alcanzaría a reconocer.

—"Es una vergüenza para el clan". —Y entonces Sasuke había terminado su genjutsu observándola de una manera muy rara, como si algo hubiese resonado dentro de él, aunque la mirada duro menos de tres segundos, enseguida el joven recupero su semblante inexpresivo y ordenó que siguieran caminando.

Y así Hinata, inestable y sudorosa, caminaba lentamente al lado de ellos.

—¿Comeremos algo de verdad hoy? —Suigetsu interrumpió el silencio haciendo un mohín con la boca.

—Las ardillas me han regalado algunas almendras. —Juugo hizo el comentario como al aire. Hinata ya había notado que por algún casual los animales solían estar cerca de él y no parecía que fuera algún jutsu, si los animales consideraban que podían acercarse no podía ser tan malo, ¿verdad?

—Dije comida de verdad. —El de la Niebla dejo escapar un suspiro.

—Deja de quejarte sonrisa de tiburón. —La pelirroja gruñó entre dientes, definitivamente no había sido un lindo amanecer, la imagen de Suigetsu y la tonta de Konoha con las cabezas juntas, compartiendo cobija seguía en su mente, ¡¿pues qué se pensaba ese tonto?! seguramente estaba urdiendo algún plan en contra de Sasuke o tal vez en contra de ella, ¿cuándo desde que lo conocía Suigetsu se había portado amable con otro individuo?, ¡jamás!, si le hubieran dicho que algún día el de la Niebla saldría a la intemperie en medio de una fría noche para tapar a otra persona solo por el simple y puro deseo de su corazón ella se habría deshecho en carcajadas, en el poco tiempo que llevaban siendo equipo formando parte de Hebi y luego denominándose Taka había creído que conocía a su compañero a la perfección.

Suigetsu era una cucaracha rastrera, grosero, impertinente, arrogante, la clase de persona que no movería un dedo por ayudarla ni a ella ni a nadie más, todo lo contrario a un caballero, con esa repugnante sonrisa que mostraba una doble hilera de puntiagudos colmillos y para cerrar con broche de oro: insoportable. Sí, esa era la idea que tenía de Suigetsu y no había intentado cambiar su punto de vista hacía él en ningún instante, cierto, en algún punto de su convivencia habían convenido secretamente en apoyarse durante la batalla, pero eso era solo cosa de compañerismo y sobrevivencia, no es que ella se preocupara por él, era que se preocupaba por los intereses de Sasuke y si el Uchiha decía que necesitaba a Suigetsu para perseguir sus fines entonces ella lo soportaría (y aunque sea un poco) cuidaría de él. Pero claro, parecía que respecto a Suigetsu se había equivocado un poco...

—Oye bonita. —Suigetsu se dirigió hacía Hinata, su rostro parecía un tanto inconforme con lo que tenía que comer— ¿Quieres almendras?

—Gra-gracias Suigetsu-san. —Hinata tomó unas cuantas consciente de que él intentaba reconfortarla después del genjutsu de Sasuke

—A este paso moriremos de inanición.

—Pensé que solo necesitabas tu tonta botella de agua para sobrevivir. —La pelirroja lo insultó cruzándose de brazos pero por primera vez Suigetsu la ignoró, se encontraba muy entretenido viendo como Hinata sostenía el puño de almendras en su mano y giraba a ver a los integrantes restantes del grupo como preguntándose si estaría bien comérselas ella sola, aunque tampoco es como si fuera a juntar el valor para ofrecerles.

Debe ser inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora