C a p í t u l o [VEINTIDÓS]

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El día previo al partido no pudimos ir a entrenar por la noche, ya qué, durante toda la madrugada, hubieron vigilantes en los extremos internos de los pasillos. Y, estoy prácticamente segura de que alguien lo chivó con las autoridades.
Olvidando aquel "incidente", caminamos a la cafetería más cansadas de lo usual. Esta época, entre los partidos y los exámenes, nos agotaba.
Durante unos minutos desayuné en silencio, observando de reojo a David reír junto a su equipo.

—Llegais tarde.— pronuncié con molestia al observar a Jenifer y Camila correr hacia nosotras. Sentí un silencio rotundo a mí alrededor. ¿Acaso había sonado tan molesta?

—Lo sentimos muchísimo, nuestro reloj decidió morir en mitad de la noche y no teníamos alarma en el móvil.— explicó tomando comida Jenifer.

—No te enfades, capi. No fue nuestra intención.— la siguió Camila.

Suspiré y me levanté de la mesa.

—Comer tranquilas, tenemos una ruta algo turbulenta hoy y si os apresurais  podéis vomitar. No me obliguen a enfadarme más de lo que ya lo estoy.— finalicé tranquilamente y caminé hacia fuera con mi mochila.

No había necesidad de gritar o echarles la bronca, después de todo confío en que no fue su culpa.

Me senté sobre el césped y posicioné mí vista en el cielo. Las nubes grises y el viento helado cruzaron mí mente. Que triste y solitario parecía todo a veces. Cerré los ojos echando la cabeza hacia atrás, estaba tan cansada.

—¿Arpía?— sonreí sin abrir los ojos y sentí como me cubría con algo.— Hace frío, no deberías estar fuera, menos semi dormida.— soltó una risita en lo último. Observé su rostro, pérdida en cada detalle de este.

Nuestros ojos se conectaron y la estúpida bocina del autobús se encargó de romper aquel momento tan mágico.
Los dos reímos nerviosos y trás unas cortas palabras caminamos hacia el transporte con nuestros equipos.
Nos tocaba ir juntos una vez más, así que, sin si quiera cuestionar mí opinión, el de coleta se sentó a mí lado.

—Creo que podría acostumbrarme a sentarme junto a ti.— bromeó haciendo que mí corazón se altere.

—No me molestaría.— hablé en su mismo tono. Se acercó peligrosamente a mí rostro.

—¿Cómo no te molestaría que te despeine?— cuestionó sobre mí oído. Lo empujé risueña.

El viaje fue una mierda, solo podía rescatar el haber estado junto a David.

Como siempre, ingresamos a la cancha después de acomodar nuestras pertenencias.
Observé mí capitán mantener una conversación con la misma castaña de la fiesta, fruncí el seño intentando concentrarme en el calentamiento.

El pitido sonó marcando el comienzo de el partido.
Debía reconocer que tenía demasiadas cosas en la cabeza, pero no esperaba que por una distracción mía perdiesemos una jugada.
Los minutos corrían y para el momento en el que el partido terminó aún seguía con una reproducción constate de la escena que me distrajo en plena jugada.
Me quedé estática en la cancha observando el marcador, todo parecía dar vueltas. ¿Habíamos perdido? Sentí varios brazos rodearme, los sollozos de mis compañeras no se hicieron esperar.
Saliendo de mí transe, me dediqué alentarlas, como la capitana que, se suponía, era. No me quebré en ningún momento, porque si alguien tenía que ser fuerte ahí, era yo.
Saludamos a nuestras oponentes y nos marchamos de aquel lugar con la tristeza abundando nuestros pechos.

Me paré en la parte delantera del autobús y las observé, la gran mayoría lloraba en silencio.

—Escucharme.— las miradas cristalizadas se posaron en mí.— Entiendo perfectamente que sientan la necesidad de llorar, pero no quiero que ninguna sienta que pudo haber hecho más. Jugamos excelente en todo el torneo y para mí, cada una de vosotras es una ganadora. ¿Hoy perdimos? Si. Pero tenemos un historial pleno de victorias.— hice una pausa y alcé la voz para continuar hablando.— ¡Somos las Víboras de Cáceres!— alcé el puño con confianza y ellas me imitaron.— ¡Nosotras no perdemos, solo les damos la oportunidad de ganar!— las escuché carcajearse y sonreí ampliamente.— Ahora descansar, preciosas, han hecho un gran trabajo todas.-

Me senté junto a mí mejor amiga y esta abrió los brazos con las lágrimas regresando a sus ojos, nos abrazamos rompiendo en un llanto silencioso.

El sentimiento de decepción con uno mismo es terrible. Sentir que todo tu esfuerzo no valió de nada es lo peor.
Pero en mí caso, el peso de saber que dejé que mí corazón se interpusiera en el juego, me perseguía.




~°~



Se viene el drama oh noooo

Asumo que para algunos será dramático llorar por esto, pero créame, he estado ahí y es verdaderamente doloroso cuando te pasa algo así.

Actualización doble y cortita hoy.
Se les aprecia mucho <3

R I V A L I D A D E S. [xFaRgAnx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora