C a p í t u l o [VEINTITRES]

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El siguiente día a nuestra derrota me negué a salir de la habitación. Mí equipo, mis amigos y mí entrenadora habían intentado conversar conmigo, pero yo simplemente no podía dejar de pensar en lo malo de la situación.
Era nuestro último año, por lo que ganar era realmente importante. Nuestro orgullo, nuestro tiempo, nuestras ganas de seguir, todo desperdiciado en cuestión de minutos. Y no podía evitar pensar que era mí culpa. Yo había dejado que mis sentimientos se interpusieran en el entrenamiento. Yo me había distraído y disgustado con la presencia de aquella mujer coqueteando con David. Mientras que yo pensaba en mis celos, mis amigas y compañeras luchaban por ganar ese partido.
Rodé los ojos saliendo de la ducha. Escuché unas voces fuera del baño y supuse que mí rubia compañera había dejado pasar a alguien. Aunque en este momento, si ese no fuese el caso, no sería de mucha ayuda a la hora de pelear con un desconocido.

Abrí la puerta encontrándome con David, que llevaba una clara expresión de preocupación en el rostro. Le otorgué una ligera sonrisa y el abrió sus brazos. Camine hacía mí cama donde estaba sentado y lo abracé, fácilmente él me dejó sentada en su regazo.

—¿Cómo te sientes?— cuestionó acariciando mí espalda.

—Mal.— pronuncié con honestidad.

—Cristina me ha dicho que sigues creyendo que es tu culpa y yo no entiendo el porqué. Lo has hecho lo mejor que has podido.— habló lentamente. Yo me bajé de su regazo para envolverme en mí misma sobre la cama.

—Te vi con esta tía, ¿Lara era?— él asintió confundido.— No pude sacarme sus caras sonrientes al hablar, como se recargaba en tu hombro. Dejé que me perturbara hasta el punto en el que no podía pensar en el juego, porque me resultaba más importante el saber de qué iba su conversación.— frené y el me observó con el ceño ligeramente fruncido.

—Yo he jugado todo el primer tiempo con un nudo en la garganta después de verte perder y aún así ganamos.— se cubrió la boca sorprendido.— No quise decirlo así, es solo que sentí que estabas culpandome de tu distracción y siento que no fue para tanto.— continúo nervioso. Las lágrimas corrieron otra vez por mí cara y rápidamente me cubrí.

—Está bien, tienes razón. No es una excusa, yo debería saber cómo centrarme en el juego y no dejar que mí corazón interfiera.— él acarició mí brazo.

—No te tortures con esto. Has hecho lo mejor que podías.— repitió y yo aparté su mano bruscamente.

—No, David. No he hecho lo mejor que podía.—lo miré a los ojos con los míos llenos de lágrimas.— Tu deberías saber que soy mucho más capaz que esto.— alcé la voz sin darme cuenta.— Entrenamos juntos, tenemos la misma estrategia y, sin embargo, soy yo quien ha dejado que sus sentimientos interfieran en el partido.— mi voz se quebró en mitad de la oración.

—Vale, entiendo, cálmate. Hacerte esto a ti misma no va a cambiar lo que ya ha pasado.— acarició mí cabeza en un intento de consuelo y yo lo observé  con un enfado repentino creciendo en mi.

—Vete.— ordené sin pensar. Él me observó sorprendido.— Quiero estar sola.— acatando mí orden se retiró de la habitación con tristeza haciendo que me sienta aún más culpable.

Giré y estrellé mí cara contra la almohada, ahogando un grito de rabia. Había tratado mal a la única persona que realmente podía animarme ahora mismo. Genial.

°°°

El lunes por la mañana Cristina prácticamente me había arrastrado a nuestras clases. Todo parecía plano y vacío. Mí mano apretaba con fuerza en móvil en esperanza de una notificación de "Pichón 🖤" que claramente no llegaría. La había cagado y lo sabía.
Por otra parte me generaba cierta felicidad ver cómo mis compañeras de equipo parecían llevar mejor la situación. Agradecía mí poder de líder que servía para levantarles el ánimo, incluso después de perder habiendo pasado las estatales.

Con mí puño envuelto en la camiseta de mí amiga, era arrastrada hacia la cafetería. La rubia insistía en que era necesario que comiera más, puesto que estos dos días mis comidas habían sido nulas.
Abrió la puerta y como si repentinamente no fuera costumbre, sentí que todas las miradas se fijaron en mi. Caminamos hacia la mesa en la cual nos sentábamos solas, ella me dejó ahí y salió en busca de nuestros almuerzos.
Apoyé la frente en la mesa, podía oler el producto de limpieza reciente mezclado con las diferentes comidas del lugar.
Un golpe justo delante de mí cara me sobresaltó.

—Me he enterado de que has perdido.— la voz de Edwin invadió mis oídos. Lo observé sin ganas de pelear y asentí. Él soltó una risa egocéntrica, yo lo miré sin gracia alguna.— Ya os estabais tardando, después de todo con una zorra inútil como cap...—su discurso se vió interrumpido por un puñetazo en la mandíbula, que lo dejó en el suelo, de parte de David.

—Te lo voy a decir una sola vez más, Edwin. Cómo te escuché hablar así de ella otra vez, no vas a tener lengua para poder contarlo.— lo zarandeo del cuello de la camiseta y lo tiró una vez más al suelo. Este se levantó echándose a correr.

Nuestros ojos se conectaron y repentinamente todo se volvió negro.

~°~

Holis, cómo andan?

Me hace mucha gracia la dramatización con la que escribía hace años jej, pero es lindo de ver.
Regresé con más :3
Gracias por leer<3

R I V A L I D A D E S. [xFaRgAnx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora