【Chapter Four】

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Cuando bajaron del auto y subieron a la superficie de nuevo, Mandy se dio cuenta de que estaban en la entrada de un parque, un gran parque al parecer. Ella y John entraron y comenzaron a caminar dejando en el olvido el tema que habían tocado cuando estaban de camino. John le dijo a Mandy que podía mostrarle las oficinas para sacar su ID y ella aceptó, le parecía un poco extraño el tener que estar sacando su documentación ella sola, pero era comprensible, era una adulta ahora.

Caminaron hasta adentrarse en el parque, lo que ahora parecía más un bosque frondoso y vieron no muy lejos una fuente de sodas, se acercaron y compraron un par de nieves, el clima estaba fresco, pero no lo suficiente para pasar por alto el postre.

Mandy miraba a John mientras él hablaba, lo analizaba. El chico se había dejado crecer el cabello, lo tenía en una melena que le cubría casi hasta los hombros y su vello facial se notaba algo descuidado, como si no se hubiera afeitado en semanas, se veía más pálido de lo que recordaba y suponía que se debía al clima de Canadá. Seguía estando igual de fornido y un poco más bajo de lo que pensaba que estaba, pero eso se podía explicar a que ella también había aumentado su estatura. La chica también había cambiado bastante, más alta, un cuerpo más definido por las curvas que habían aparecido debido al crecimiento, su cabello más largo que antes y su tez al igual más pálida que como John rememoraba. Las facciones de su rostro se veían más finas que antes, ya no tenía el rostro de una niña, era aún más atractiva de lo que ya era, pero seguía siendo tan angelical como antes, aquella inocencia que todavía conservaba a pesar de todo lo que había pasado en New York, y esperaba que nada le quitara aquella apariencia ilusa y pura. Nada que no fuera él.

Desde el día que Jonathan la vio frente a los refrigeradores de la tienda de autoservicio, no había podido dejar de pensar en ella, y es que no es que Mandy no hubiera aparecido en su mente después de aquella despedida en el aeropuerto hacía más de dos años atrás. Al inicio no podía olvidarla, no abandonaba el recuerdo de sus palabras, diciéndole que todavía le quería y que estaba enamorada de él, incluso esa misma noche al despedirse de Hanna, no estaba seguro de prometerle que seguirían en contacto; Hanna había sido un buen partido, una chica excepcional, pero sus sentimientos pertenecían a otra chica. No omitía pensar en los ojos de Amanda, en sus mejillas sonrosadas, en el brillo que tenía en la mirada cuando hablaba con él, en sus labios, que muchas veces había fantaseado con besar, pero nunca se había dado la oportunidad en el pasado.

Pero éste era el presente, y aunque con anterioridad había salido con otras chicas, ninguna lo hacía sentir como lo había hecho aquella adolescente de dieciséis; supo desde el momento en el que se enteró en dónde vivía y que pronto se iban a encontrar, que no volvería a desperdiciar una oportunidad como la que le había vuelto a regalar el destino.

—¿Ya te dije hoy que te ves demasiado bonita? —Dijo el muchacho sin dejar de mirarla a los ojos. Mandy sonrió y agachó la mirada al cono casi vacío con el rostro completamente rojo.

—Sí, lo mencionaste esta mañana. —Sonrió sin mirarlo aún.

—Me sorprende tanto que no hayas cambiado en muchas cosas.

—¿Cómo qué? —El chico levantó los hombros.

—Como en tu manera de reaccionar cuando recibes un halago, lo curiosa que eres y siempre buscas una explicación a todo. —Mandy cerró los ojos y sonrió aún más.— La expresión de tu rostro al probar la comida que te gusta, o cómo arrugas la frente y la nariz cuando algo te molesta.

—Que observador eres. —Siguió comiendo el poco helado que le quedaba hasta terminarlo.

—Solo con las cosas que me gustan. —Mencionó desviando la vista nervioso hacia abajo. Mandy casi se ahoga con el granizado que tenía en la boca y comenzó a toser impactada, aún sin poder creer lo que había escuchado. John asustado palmeó su espalda un poco hasta que la chica dejó de atragantarse.— Dios, ¿estás bien?

S A F E || John WickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora