Capítulo 3

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Un año atrás

Una mujer alta, de pelo oscuro, vestida con un pantalón y una camisa azul, entró en el pub. Había llegado sola, se había detenido un instante en lo alto de las escaleras y, después, se había desplazado hasta un rincón. La observé con curiosidad. No parecía ser de las del tipo centinela, las que se plantaban en la pista a escudriñar en busca de un posible ligue de fin de semana. Paseó la mirada a su alrededor, sí, pero lo hizo de manera indolente, sin mostrar mucho interés, o tal vez esa fuera precisamente su estrategia. En un momento dado nuestras miradas se cruzaron y me dio la sensación de que se detenía más de la cuenta en mí, con una sorprendida mirada en los ojos, como si me hubiera reconocido, el ceño levemente fruncido. Después, alguien se interpuso en nuestra línea de visión y yo escuché una voz detrás de mí.

"Hola, bonita".

Me volví y sonreí a Juanepi. Era menudo, de metro cincuenta y ocho escaso, con una incipiente barriguita, pelo castaño encrespado y un verdadero desastre para las relaciones duraderas. No era un gay de portada con tableta de chocolate por abdomen, ni entendía de cremas de belleza, ni de moda, ni poseía un alto nivel adquisitivo, características que, según Ana, lo convertían en un gay defectuoso. Pero, al menos, para mi alivio, no tenía el karma desorientado.

"Hola, guapo. ¿Cómo estás?"

"Mal". Se lamentó. "Vicente me ha dejado".

"Número Ocho era un flaquito gruñón que en absoluto te merecía". Le consolé. Me sonrió, triste como un perrito abandonado. El tal Vicente era el octavo intento en su particular cuenta de parejas malogradas. "Que se joda". Dije, levantando mi cerveza.

"Que se joda". Brindó él con resignación. "¿Y Ana?" Preguntó.

"Por ahí". Dije, haciendo un gesto vago hacia la pista de baile. "Oye, ¿sabes quién es esa?" Señalé con disimulo a la desconocida morena.

"Cielos, yo diría que una mujer". Dijo con sorna. "¿No se habían extinguido?"

"Qué gracioso".

Volvió a mirarla.

"No tengo ni idea". Se alzó de hombros. "¿Sabes que de vez en cuando echa miraditas hacia aquí?"

"Sí, creo que le gusto".

Juanepi se llevó la cerveza a los labios y estudió a la mujer por encima del botellín.

"Bueno, pues parece una cazadora, ya sabes, sólo un fin semana, tijeras y adiós". Chasqueó la lengua. "No es tu tipo".

"Vaya, y según tú, ¿cuál es mi tipo?"

"El suyo, no. Tú buscas romance. Cenas a la luz de la luna, viajes en veleros. Eres una romántica incurable, merry".

"Pero también me gusta tener sexo de vez en cuando". Me defendí.

"Valentina, que te conozco y me sé la secuencia". Me advirtió él. Empezó a enumerar con los dedos. "Te acuestas con ella y te enamoras. Si no te acuestas con ella, te enamoras más. Si no consigues ni siquiera hablar con ella, te enamoras vía intravenosa".

"No me ayudas, Juanepi". Me quejé.

Era otro de sus rasgos como gay defectuoso. No era ese amigo ideal que toda mujer necesitaba en su vida.

"¿Por qué no le dices a Ana que te la presente?" Sugirió él.

"Porque se la quedaría para ella".

"Tienes razón. Oh, oh".

"¿Oh, oh, qué?"

"Ana. Te está haciendo señas".

"Paso".

"No deberías". Me advirtió.

Tenía razón. Ana trataba de captar mi atención haciendo gestos impacientes, esperando que me uniera a ella en la pista de baile, y tendría que haberlo hecho, porque eso la habría distraído. Pero ignorarla y centrar toda mi atención en otro punto hizo que Ana también hiciera lo mismo. Situó a la mujer objeto de mis miradas en su punto de mira y alzó las cejas. Dejó de bailar y se acercó. Al llegar junto a nosotros se paró frente a mí, me tomó de la barbilla y me plantó un larguísimo beso en los labios. Después se apartó, sonriendo, y me puso las manos en los hombros, como si yo fuera una hija de la cual sentirse orgullosa.

"Hermanita, esa está muy sexy, sí señora". Se volvió para mirar a la mujer de la camisa azul, la cual nos miraba a su vez.

"Largo". Dije entre dientes.

"¿Por qué? ¿Temes que le guste más yo? Ya sabes: busque, compare y…". Ana le guiñó un ojo a la mujer, sonriéndole de forma provocadora.

Ésta apartó la mirada, subió los escalones y se fue.

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🚫ESTA HISTORIA NO ES MIA, ES UNA ADAPTACIÓN🚫

La Perfección Del Silencio (Juliantina) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora