Juanepi y yo la miramos críticamente desde los pies de la cama. Juanepi avanzó el brazo con el pulgar extendido, midiendo a ojo.
"¿A que le ha crecido?" Pregunté.
"No, merry, ya era así". Replicó él. "¿No te acuerdas? No cabía por la puerta del aseo y tuvieron que hacer reformas".
Un gemido quejumbroso llegó desde la cama.
"¿Se están metiendo con el tamaño de mi cabeza, insensibles?" Ana habló con los ojos cerrados.
"Oh, nuestra pequeña bisexual ha despertado de su siesta". Canturreó Juanepi.
"¿Cómo no lo voy a hacer si no hacen más que cloquear como gallinas, maldita sea?" Se lamentó Ana.
Me acerqué a la cama y la besé en la frente. Ana había despertado unos días atrás. El hematoma de la cabeza había desaparecido por completo y el resto de las heridas evolucionaban bien. En una semana podría irse a casa.
"¿Cómo estás?" Le pregunté.
"Tumbada en una cama de hospital, vaya pregunta". Resopló, abriendo los ojos.
"¿Aún no recuerdas nada?" Preguntó Juanepi.
"No, mierda". Rezongó. "La moto hecha una mierda y yo sin poder trabajar. El seguro no va a pagar ni un puto euro". Miró a Juanepi. "No sabes cuánto te agradezco que hayas decidido trabajar de chapero para mantenerme".
Juanepi me miró.
"¿Yo he hecho eso?" Preguntó, alzando una ceja.
"No te preocupes por eso ahora". Le dije a Ana. "Ya buscaremos una forma de arreglarnoslas". Me di cuenta de que todavía no tenía tantas fuerzas como quería aparentar. "Nos iremos para que descanses".
"Ni se les ocurra, aquí me aburro como una ostra". Se quejó.
Juanepi se acercó y la besó.
"Yo volveré esta noche. Tengo datos recientes de la disposición sexual de toda la plantilla hospitalaria. Y te cuento lo de Marc, no sabes cuánto te estoy agradecido por haberte accidentado".
"¿Qué Marc? ¿El enfermero de las patillas?" Preguntó Ana. "No es de esta planta, no sé qué hacía aquí el otro día".
"Es que no estaba aquí por ti". Dijo Juanepi, exultante, antes de irse.
Ana me miró.
"Es la última vez que me quedo en coma, mierda, me lo pierdo todo. ¿Quién carajos es el tal Marc?"
"Número Nueve". Respondí lacónicamente. "Me voy yo también, tienes que descansar".
"Ya he descansado bastante". Protestó. "Y, además, tenemos que hablar al contrario de lo que piensa la gente, cuando estás en coma no te enteras de nada".
"¿Y de qué tenemos que hablar?" Pregunté.
"¿Cómo estás?"
"¿Yo? No soy yo la que está en esa cama".
"Pues lo parece. Tienes una pinta asquerosa".
"Gracias".
"Ya ha pasado todo". Añadió en tono suave.
Lo que faltaba. Ella consolándome a mí.
"Aún no". Respondí. "Diga lo que diga Juanepi, tu cabeza es demasiado grande".
"Ya se desinflará. ¿No tienes nada que decirme?"
"¿Sobre qué?"
Resopló con impaciencia.
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La Perfección Del Silencio (Juliantina)
Fiksi PenggemarValentina, librera en una ciudad mediterránea, se enamora de Juliana, ejecutiva de una empresa internacional y recién llegada de la capital. La primera es una《romántica incurable》que valora la fidelidad en la pareja, ama su trabajo y se rodea de ami...