Capítulo 19

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Me quedé clavada frente al ordenador, sintiendo cómo una ola de rabia y pena subía por mi pecho. No podía ser cierto lo que me revelaban el historial del chat y los correos electrónicos. Pese a que tenerlos ante mí en esos momentos implicaba que yo había traicionado la confianza de Ana, mi falta quedó sepultada por lo que yo consideraba una mayor traición por su parte.

Todo había empezado unos días atrás. Regresé temprano una tarde de la librería; Ana tenía turno de noche en la fábrica, por lo que aún estaba en casa. La encontré frente al ordenador y reaccionó de forma extraña al verme, cortando bruscamente la conexión. Alcancé a ver la pantalla del chat. Hacía más de una semana que había descubierto lo de Montador69 y enseguida relacioné su reacción con ese hombre. No le hice ningún comentario en ese momento, pero me disgusté al pensar en la imprudencia de Ana. Volver a liarse con Montador69 tenía todas las papeletas para acabar en un desastre, máxime cuando sabía que Ana estaba viendo de nuevo a la chica pelirroja con la que estuvo saliendo meses atrás. Ana me había comentado que había encontrado en Pequeña Zanahoria una especie de alma gemela: sexo sin ataduras y sin complicaciones emocionales, aunque hubiera pasado tiempo desde su última cita. Pero no era esa chica la que me preocupaba, sino el hecho de que Ana siguiera relacionándose con aquel individuo pese a haberme asegurado lo contrario. Me molestó su engaño, me resultaba incomprensible. Nunca nos habíamos ocultado nada. La mujer de ese hombre ya se había presentado en una ocasión en casa y yo no estaba dispuesta a volver a pasar por lo mismo.

Mi error fue no afrontarlo en persona con Ana y procurarme un hipotético as en la manga que mostrar cuando sacara el tema con ella. Así, decidí echar un vistazo a sus charlas virtuales y comprobar si de verdad estaba intentando dejarlo. Justifiqué el asalto a su intimidad arguyendo que tal vez le estuviera costando deshacerse de él o que él, de algún modo, estuviera presionándola, algo que me preocupaba especialmente. Sabía que Ana era muy tozuda y capaz de ocultarme un problema así y que intentaría solucionarlo por sí misma antes que involucrarme en él. Por ello, accedí a su historial de conversaciones —ambas conocíamos nuestras respectivas contraseñas— y chequeé las de las últimas semanas. Allí estaban, ordenadas cronológicamente. Empecé a leerlas y entonces el corazón se me heló en el pecho.

Montador69 no existía. No había estado chateando con él en ningún momento.

Lo había estado haciendo con otra persona.

Este capítulo es muy corto por lo que subí otro justo a este

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