3. idiota

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—¡¿Acaso te volviste loca?! —me reprochó Alex mientras caminabamos a la cafeteria.

No quería darle mucha importancia. Era cierto que había sido demasiado extraño la petición de Timothée, pero me agaraba la idea de hacerlo sufrir un poco.

—Creo que es buena idea.

—¿Bromeas? ¡Pero si tu odias a ese idiota! —exclamó, moviendo los brazos en el aire.

Habíamos llegado a la mesa en la que acostumbrabamos comer. Éramos solo ella y yo. Era suficiente. Pude ver a lo lejos como Chalamet se sentaba con sus amigos. No tenía idea de lo que le esperaba.

Yo no solía ser así, pero no sabía porque el odio por ese chico me atraía las ganas de comportarme de manera estúpida y hacerlo ver como un idiota. Ya se te pasará, pensé.

—Lo lo odio. Por eso mismo lo hago —comenté. Alex tenía la cabeza enredada.

—No lo capto.

—Ya verás. Ese chico se cree muy listo al estar en nuestro equipo. Pero en realidad, aquí las listas somos nosotras.

—Espero que tu plan salga bien, Grace.

Yo también lo esperaba.

Eran ya las tres de la tarde. Solo había pasado media hora desde que habíamos salido de clases. Era martes, asi que hoy me tocaba quedarme en la escuela.

Tenía un pequeño empleo con la maestra de teatro. Yo la ayudaba con sus escenificaciones y vestuarios y ella me pagaba. Era una ayuda más para mi familia. Pero esa vez no podía quedarme demasiado tarde. Debía ir a cuidar a Max.

Caminé hasta la sala de teatro. Era bastante grande. Cada dos meses teníamos una presentación del grupo de teatro. Eran muy buenos, en realidad. Me gustaba verlos. Cada uno tenía un potencial increíble. A veces podía conversar con algunos que se quedaban algo tarde para ensayar.

Cuando entré me di cuenta de que no había nadie más que la maestra. La señora Filips era muy simpática, me caía muy bien. Además era joven.

—Buenas tardes, señora Filips —le dije amablemente. Ella sonrió al verme.

—Buenas tardes, cielo. Ven, ayúdame con estos —dijo, pasandome algunas prendas de ropa.

Parecían que pertenecían a una obra de piratas. Estaban bien hechos. La ayudé a ordenarlos y colgarlos.

A esa hora el salón era un desastre, había ropa por todas partes y a veces es suelo se manchaba de pintura cuando estabamos pintando algo para el ambiente de alguna obra. Pero disfrutaba el trabajo.

—Señorita, Filips —la llamé sin verla. Ella estaba en lo suyo.

—Dime.

—Eh, hoy no puedo quedarme hasta muy tarde —dije apenada. Había dejado de hacer lo que hacía para verme. Yo hice lo mismo— Tengo que ir a casa a ciudar a mi golden.

Ella pareció entender, pues me dijo que todo estaba bien y que no me descontaría el sueldo ni nada.

Las demás dos horas fueron tranquilas. Ella comenzó una conversación sobre el nuevo proyecto para la clase. Era sobre una historia de amor y piratas. Sonaba como sacada de un guión para una película de Hollywood. Pero parecía interesante. Al parecer entre la maestra y los alumnos escribían los guiones de las obras, lo cual me parecía fantástico.

Un rato después, me mandó a que fuera a buscar unas telas de colores que guardaba en el almacén. Yo accedí. No estaba muy lejos, pero tenía que caminar todo el pasillo para llegar al almacén lo cuál me daba algo de pereza. Pero aún así fui.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora