ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée Chalamet

10. hamster

Las gotas de la ducha chocaban contra mi piel bruscamente. Mis ojos se cerraban fuertememte al tacto de éstas. Abrazaba mi torso con mis fríos brazos. Mi cabello empapado cayendo por mis hombros.

Al sentir de todo esto, su tacto se hizo presente en mis recuerdos. El vapor me recordaba a su aliento y su voz rasposa. Mi piel a la suya. Mi cabello al suyo. Toqué mis labios, queriendo recordar la emoción que transmitían los de él.

No podía sacarme la escena de mi cabeza. Era como reproducir la escena de una película una y otra vez, repitiendo cada detalle, cada sentimiento y emoción.

'¿Qué me estás haciendo, García'. Su voz no paraba de cantar en mis oídos.

Yo había empezado eso. Pero, ¿hubiera dejado que fuera mas lejos?

Estaba mal. En el fondo aún desconfiaba. ¿Qué le estaba haciendo?

¿Que me estás haciendo, T?

Salí de la ducha, respirando profundamente. No podía ver mi cuarto sin recordar su presencia. ¿Acaso el encuentro me había traumado? ¿Por qué no podía sacarmelo de la cabeza?

Pero lo que más me atormentaba era el preguntarme... ¿Qué había significado?

¿Acaso me gustaba? No lo sabía y estaba casi segura de que no. ¿Yo le gustaba? No lo sabía. ¿Quiero saberlo? Tampoco lo sé.

Tal vez simplemente había sido un impulso. Mío y de él. Nos dejamos llevar. Somos solo adolescentes. Era lo más probable. Nos dejamos llevar.

¿Dejarse llevar era dejarlo todo o ponerlo todo?

Quizás esas dos cosas eran sinónimos.

La cara de Timothée. Su perfecta nariz, sus ojos, sus labios, sus rizos estaban mareandome.

Decidí aclarar mi cabeza.

Después de vestirme, me senté en mi escritorio y abrí la laptop. Abrí messenger y llamé a Alex. Contestó más rápido de lo que pensé.

—Graaaaaaaace —alargó dormilona.

—¿Estabas durmiendo, floja?

—Noooo...—mintió.

—Alex, son las siete.

—Aaay es que fue un día cansado, ¿sí?

Reí.

—Ni me lo digas.

—¿Qué pasa?

Respiré profundo. Quería contarle, pero tenía miedo.

—Pasó algo hoy, Alex...

—¡Oh, mira! Michael está en linea. Lo voy a unir a la llamada.

Solté aire, decepcionada de haber perdido mi oportunidad.

Michael contestó después de unos segundos.

—Heeey, chicas —saludó Mike, con voz cansada.

—¿Cómo te sientes, Mike? —le pregunté sin poder evitar sonreír. Amaba la simpatía del chico.

—Pues algo adolorido, pero no es la primera vez que me lastimo el tobillo. Sé como sobrellevarlo —explicó.

—Oh pobre Michael. ¿Mañana iras a la escuela? —le preguntó Alex.

—No lo creo, pero quizás el viernes sí, podríamos ir al lugar de las malteadas después de eso —clamó Michael simpaticamente.

—Suena bien —dije mientras cepillaba mi mojado cabello.