25. incómodo

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Jamás había esperado tanto que la hora de ir a asistir en teatro llegara. Jamás había sentido tanto nerviosismo y emoción de ir al aula de teatro como ese día. Y es que me estaba dando cuenta de algo; y es que habían cosas en mí que estaba descubriendo en mí gracias al chico de cabello rizado y ojos verdes.

—Estas muy intranquila —habló Alex que terminaba de guardar las cosas en su casillero.

Sonreí, pues el pensar en la razón me ponía como tonta.

—No es verdad —mentí, ignorando su mirada sospechosa sobre mí.

Alex se encogió de hombros y cerró su casillero de golpe.

—Cualquiera que te viera diría que estás enamorada —comentó sin verme, empezando a caminar por el pasillo lleno de alumnos.

Me quedé perpleja ante su despreocupada oración. ¿Enamorada? ¿Lo estaba? ¿Cómo iba a saber si jamás lo había estado? Tragué saliva, sintiéndome nerviosa y atacada ante tal pensamiento tan comprometedor.

Recuperé el paso hasta llegar a Alex, quien revisaba su celular; estaba chateando con alguien.

—¿Con quien hablas? —quise saber, alejando los pensamientos anteriores con otra conversación.

—Nadie... —susurró sin verme, contestando un mensaje.

Entrecerré los ojos, extrañada por su antipática actitud conmigo. Golpeé su hombro juguetona, pero ni eso la sacó de su interesante conversación.

—Debe ser muy importante —escupí algo molesta.

—Uju... —balbuceó sin prestarme atención. Rodé los ojos.

—Bueno, me voy. Tengo que ir a teatro —dije, recuperando poco a poco mi buen humor gracias a esa noticia.

Empecé a caminar hacia el aula, justo cuando Alex volvió a hablar.

—Oye, Michael dice que mañana podemos ir al lugar de los piercings —me avisó, todavía con la mirada en su estúpido celular.

—De acuerdo, veré si puedo —dije antes de recuperar mi paso con más velocidad hacia el salón de teatro.

En cada paso que daba hacia el esperado lugar, una boba sonrisa iba creciendo en mi cara, revolucionando a mi ser de ahora. ¿Quien diría que yo, Grace, estaría sonriendo como estúpida por un chico? Jamás lo hubiera pensando en un millón de años.

Al llegar al salón, lo primero que mi vista captó fue a Timothée, quien reposaba sentado en una butaca, admirando resplandeciente con la mirada al frente. Estaba contemplando la escena de uno de los personajes de la obra de Karen, y su cara parecía estar maravillada con lo que percibía de ella. Era una escena tan tierna el verlo así; tan abierto, honesto con la mirada y sensible al escapar de la realidad.

No tardé mucho en hacer mi camino hasta su lado, tomando asiento junto a él y llamando su atención de inmediato. Sonrió al verme ahí, y yo lo hice igual. Sabía que estaba ahí por la promesa que me había hecho en su casa; intentaría actuar. Yo, estaba completamente dispuesta a ayudarlo, y darle su espacio.

—Muy bien, Lidia. Vayan a descansar, recuperamos la siguiente escena en unos minutos —habló Karen hacia la chica de tez negra que asentía después de la indicación.

Karen estaba más presente que nunca en la dirección de la obra, manteniéndose de pie todo el rato y recorriendo el escenario junto a los actores; debía de estar segura de que todo fuera correcto. Faltaba tan solo un mes y medio para que se estrenara la obra y no podía dejar que haya un error sin arreglar.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora