14. bruno

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El dolor de piernas que tenía era increíblemente frustrante. La noche anterior no había podido dormir y me había decidido por hacer ejercicios nocturnos. En realidad no se bien cuantos hice o cuanto tiempo duré, pero sin duda me había pasado de sentadillas.

Alex y yo acostumbrábamos a correr en las tardes noches tres veces por semana, pero desde que debía darle "su espacio", las ganas de ir sola se desvanecieron. Estaba resultando más difícil de lo que pensé el dejar de verla. Y a causa de eso, mis pensamientos frustrados me obligaron a hacer ejercicios hasta la madrugada.

Sin duda había sido una mala idea.

Ahora mismo era la hora del almuerzo y estaba bastante conflictiva. Al entrar a la cafetería, visualicé a Michael y a Alex en la mesa de siempre. Suspiré al no saber exactamente que hacer. Supuse que el sentarme con ellos no era una opción.

También ubiqué a Timothée sentado con su grupo de amigos, quien en unas semanas de ser el chico con más atención en el instituto pasó a andar más callado que nunca. Lo cual me intrigaba bastante.

Cargaba el almuerzo conmigo; Alex lo había dejado en mi casillero en la mañana sin decir nada. Decidí darme la vuelta. No me importaría comer sola. Pero definitivamente el lugar a donde estaba pensando almorzar no era el más lindo.

No era la primera vez que desayunaba en el baño de la escuela. Sonará lamentable, pero solía esconderme de las personas cuando tenía pánico social; aquel miedo fue producido por la muerte de mi padre. Gracias a Alex había podido evolucionar en cuanto a ser más abierta y tranquila a las personas de mi alrededor. Sin embargo, el motivo actual del porqué me había decidido en comer en los baños tampoco era algo de lo que me gustara admitir. Pero lo hacía por Alex.

Después de un rato en el baño, me aburrí instantáneamente; bueno, tampoco era muy divertido permanecer sentada en el baño sola. Cuando terminé el almuerzo (que con constaba de una sencilla ensalada), salí de éste buscando por algo interesante.

En el instituto no estaba permitido andar por los pasillos durante el almuerzo, todos debían estar en la cafetería o, como en mi caso, en el baño. Pero no parecía haber nadie supervisando los pasillos. Mi ocurrencia no sonaba como una mala idea. Iría a las gradas del campo de fútbol y ahí pasaría lo que restaba de la hora de receso.

Y como si fuera un delito, caminé en silencio por los pasillos. Estaba todo tranquilo, despejado. Se escuchaba a lo lejos el sonido constante en la cafetería.

Cuando crucé el pasillo, observé como un chico alto estaba parado en frente de la puerta que daba al campo. Fruncí las cejas en confunsión, pues estaba parado estático de espaldas mío.

Me acerqué poco a poco. Y cuanto más cerca estaba, menos lo reconocía. No debía ser del colegio.

—¿Hola? —murmuré, llamando su atención. Él volteó a mirarme, dibujando una sonrisa la cuál me recordó a las muchas sonrisas llenas de ego que había visto en otros idiotas del colegio.

—Vaya, tienen razón cuando dicen que Bronx High tiene chicas lindas —comentó, refugiado sus manos dentro de sus bolsillos.

Fruncí el ceño.

—¿Quién eres tú? —le pregunté tratando de no enfurecer por su tonto comentario.

—Ah, no soy de aquí.

—Ya me di cuenta —solté. El rió.

Me extendió su mano, como una cordial presentación. La tomé con disgusto y él estrechó nuestras manos. El chico moreno parecía ser más allá de extrovertido.

—Soy Bruno, de Staten High —mencionó una vez terminado el apretón. Alcé las cejas. Staten High era una de las mejores escuelas en Nueva York.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora