13: Hambriento

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Antes de leer: Los embarazos en omegas solo son posibles durante el periodo de celo.

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JiMin se giró en la cama, gimiendo lastimeramente porque sentía que la cabeza le reventaría pronto. Se removió con más fuerza, entonces; golpeando el colchón porque no paraba de pensar en eso.

—¿Y qué se supone que vamos a hacer? —Preguntó, cruzándose de brazos.

SeokJin sonrió. —Voy a llevarte a mi casa.

—¿Y si me niego? —Encarnó una ceja.

—No lo harás. —Dijo y se levantó, caminando hacia él y poniéndole ambas manos en la cintura. —Lo quieres tanto como yo, ¿Por qué reprimirse?

JiMin no había protestado. Maldita sea, no había dicho ni una palabra; como si hubiese estado esperando, como si quisiera solo abalanzarse a su cama. Pero, lo que lo atormentaba no era el hecho de no sentirse ofendido por ello, lo que le daba vueltas a su cabeza era el hecho de que sintiera como si tuviera que pensarlo exhaustivamente cuando...- ¿No era eso lo que quería, por todos los cielos? De todos modos, no importaba tanto como para abrumarse, solo era -como no paraba de repetirse.-, quitarse esa molesta picazón.

Sí, lo quería. SeokJin tenía razón. Él lo quería y reprimirse no tendría ningún sentido.

Sin embargo, se sentía tan hambriento que comenzaba a pensar que nada bueno podría salir de eso...

JiMin suspiró profundamente y sacudió la cabeza, desviando los pensamientos que no quería tener ahora. Levantándose de la cama fue al armario y se cambió. Sencillo. No era la gran cosa.

Estaba listo. Decidido a tomar el riesgo a pesar de que percibía algo fuera de lugar.

JiMin sintió una fría brisa de comienzos de otoño golpearle la cara y estremecerle de pies a cabeza. Parado en medio de la entrada del centro comercial, con el repiqueo incesante de los minutos volviéndose una canción de nunca acabar.

Cuando el Mercedes Benz se detuvo frente a él, el Omega suspiro de alivio. La ventanilla del llamativo auto de color verde esmeralda descendiendo hasta que el rostro del alfa se encontró con el suyo, luciendo una engreída sonrisa.

—Bonito. —Alabó. —Te ves muy bonito.

JiMin sonrió. —¿Quieres que te devuelva el cumplido? —Rió, llevando una mano a jugar con la joya principal de la gargantilla. —No se me ocurre nada para hacerlo.

—No es necesario, de todas maneras. —Dijo. Ensanchó la sonrisa. —¿Te subes?

JiMin suspiró dramáticamente. —Y yo que pensé que había encontrado un príncipe azul que me abriría la puerta.

—No quiero ofender tu autosuficiencia.

JiMin estrechó los ojos, rodeando el auto y subiéndose al asiento del copiloto; la puerta hizo un ruido al cerrarse y JiMin enrojeció cuando el alfa le hizo mirarlo con un dedo en barbilla, tocando con cautela el detalle que rodeaba su cuello.

—Te luce. —Torció los labios.

El Omega soltó una risita. —Tienes buen gusto. No puedo negarlo.

—Yo tampoco. —JiMin se congeló, los ojos del alfa clavándose en los suyos y contoneando un oscuro brillo.

La boca del otro no la vio venir, pero devolvió el beso. Gozando de la sensación cálida y húmeda de un beso amable en sus atenciones. Su lengua mimada dentro de su boca por la del alfa, mientras sus labios le arrancaban el aliento y las manos fieras se resbalaban por sobre su camisa negra de brillos en caricias suaves, pero no faltas de brío que le hicieron temblar, suspirando gratamente en la boca del otro. Dejando su aliento volverse también el suyo y la saliva que compartían hallar un camino de ida y vuelta entre sus labios hambrientos.

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