12: Olor a pasión

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JiMin se sentía... Disperso. Perdido en una nube de la que le era difícil bajarse.

HyungSik le dio una mirada confundida. —¿Pasa algo, hyung?

—No. —La respuesta fue escueta y el beta no parecía complacido con ella. JiMin suspiró, dirigiéndole una mirada compasiva. —Lo lamento, estoy algo... Distraído hoy.

—¿Es por eso? —HyungSik señaló. —Es un buen detalle.

—Sí, lo es.

JiMin miro fijamente el costoso collar de rubí entre sus manos, acariciando con los dedos las pequeñas piedras preciosas a la vista. Era más una gargantilla que otra cosa. Atractiva a la vista y considerando flojamente la calidad, debía ser, a luces, bastante costosa. JiMin jamás había tenido algo tan caro entre las manos o tal vez no lo recordaba. Aunque estaba seguro de poder recordar sostener algo que valiera más que uno de sus riñones en su mejor estado.

No sabía si sentirse ofendido o halagado...

Por un lado, la ofensa venía en el hecho de que lo hacía ver un poco interesado aceptarlo; pero, por el otro, era halagador que se haya tomado el tiempo de darle algo como eso.

Simplemente, JiMin no quería nada. No esperaba tener nada de esto más que puro placer carnal. Este tipo de regalos eran... Innecesarios, a pesar de que se agradecía el detalle.

Suspiró, pensando demasiado en esto. Repitiéndose contradicciones una y otra vez: estaba bien y estaba mal, al mismo tiempo. ¿A quién se supone que debía creerle?

—Cuando un alfa te regala algo es porque espera algo a cambio. —Le había aconsejado hace mucho tiempo su abuela.

Casi lo había olvidado después de tanto rato escondido en algún lugar de su embrollada cabeza. Pues, rememorar sus épocas de estudiante de instituto, cuando un alfa le había enviado una caja de bombones, no era de todos los días. Sin embargo, recordaba claramente haber ignorado el consejo, indispuesto a admitir que un pensamiento generalizado fuera lo adecuado. Lástima fue la suya cuando tuvo que apartar las manos del alfa de sus piernas, cortándole el mal rollo que traía planeado y evitando -casi no lo logra. -, el beso no deseado de quién había pensado era un amigo. Tal vez no el más importante y unido. Pero, lo había considerado uno de todos modos.

JiMin tomo una decisión, entonces. Posiblemente no la mejor, pero si la que creía correcta.

—¿HyungSik? —El beta le dirigió su atención. —¿Me cubres por un rato? Vuelvo enseguida, lo prometo.

HyungSik asintió, frunciendo suavemente las cejas hacia abajo. JiMin cerró la caja de terciopelo azul marino y se levantó.

Cuando entraba en la oficina, minutos después, no estaba muy sorprendido de encontrar al alfa frente a una laptop, rodeado de papeles y con el celular en una esquina.

Los ojos apacibles de Kim SeokJin lo miraron cuando dejó la simpática caja sobre su escritorio. Tranquilo y seguro de lo que estaba haciendo.

—¿Qué? —Preguntó. —¿No es de tu agrado?

JiMin ladeó la cabeza. —Es muy bonito.

—¿Pero...? —El alfa cruzó los brazos sobre el escritorio. —Tiene que haber un pero.

—Lo hay. —Asintió. —No puedo recibirlo. —Excusó. Kim SeokJin lo miro encarnando una ceja.

—¿Por qué no puedes?

JiMin sonrió pequeñito. —No es algo que esté entre mis ambiciones.

—¿No? —SeokJin parecía genuinamente confundido. —¿Qué quieres, entonces?

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