47: Final

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Era una promesa... Un juramento tácito que cumpliría por él y por su alfa, porque ambos se lo merecían.

Porque al final, Kim SeokJin siempre tuvo razón: él había terminado arrepintiéndose de ser tan tonto, de dejarse engañar por las palabras venenosas de una persona que se convirtió en ese pequeño demonio que le susurraba al oído, volviendo a formar los cimientos de ceniza que una vez habían mantenido un castillo de naipes que retenía lo más oscuro de sí mismo. Lo sucio, lo enfermo; cosas que perdieron su sentido cuando ella fue nadie, el castillo regresando a su estado de destrucción.

La convicción surgiendo.

-Sí, lo dijiste. -Habló suavemente. -Tenías razón, me arrepentí de lo que hice.

-¿De separarnos? -Rió, ladeando la cabeza. -¿Sabes? Si fueras cualquier otra persona rodaría en mi ego, pero es imposible que lo haga contigo. Supongo que era... ¿predecible?

JiMin tragó. -¿Soy predecible para ti?

El alfa soltó un suspiro y jaló del cuello de su camisa con una mano que demostraba un esfuerzo animal, antes de calmarse. Su pecho abandonando la apresurada respiración y su olor disminuyendo en la oficina.

-No, la mayor parte del tiempo no sé qué estás haciendo con tu vida. -Se humedeció los labios. -Sencillamente es evidente que tú y yo jamás debimos alejarnos, pero tú no escuchas.

Suspiró profundamente, consciente de que sus palabras buscaban lastimarlo un poco, solo un poquito. Exigiendo que tuviera la valentía de aceptar sus errores, de enfrentarse a lo que sea que estaba por decirle; probándolo. Intentando saber si realmente estaba listo para una conversación como esa o simplemente saldría corriendo ante la primera frase que lo dañara, sacándolo de la estúpida burbuja en la que había vivido por años.

Tratando de saber, si sería lo adulto necesario finalmente para tener una verdadera conversación con respecto a ellos y su situación.

JiMin alzó los ojos a los suyos, empujando los hombros hacia atrás, seguro de que podría soportarlo. Seguro, de que haría cualquier cosa por afrontar esto: los problemas que lo habían llevado hasta aquí, su relación, su vida, quien era.

Todo.

-Lo sé. -Admitió. -No escucho lo que debería y sí lo que no.

SeokJin tambaleó un bolígrafo entre sus dedos, diciendo: -Sí, estoy de acuerdo. Eso sería lo peor en nuestra relación, sino hubiera otra cosa.

-¿Qué cosa? -Preguntó. La voz le tembló.

-¿Alguna vez pensaste en mí? ¿Siquiera paso por tu cabeza preguntarte mis sentimientos todas esas veces en que me dejabas atrás o de lado? -Dijo y su voz fue amarga al continuar. -No sé qué piensas sobre mí, pero también siento. No puedes tomar decisiones sobre nosotros sin considerarme, no me importa si crees saber lo que pienso. Me gustaría que me preguntarás, necesito que lo hagas.

Respiró hondo, más la presión en su pecho no se fue. Un nudo desagradable le apretaba en el estómago, la garganta la sentía horriblemente seca y sus manos estaban ásperas cuando rozó una contra la otra, pasándolas a su pantalón luego. Nervioso. Lo que le decía asentándose rápidamente en una parte importante de su cabeza, repitiéndole que jamás lo había hecho, que nunca había usado su boca para algo más que no fuera tomar decisiones por ambos, guiando su destino él solo cuando era algo de dos. Cuando eran una pareja.

Cielos, JiMin pensó que era sorprendente la manera en que había tenido en cuenta únicamente sus sentimientos y había basado los de SeokJin en ellos sin temor a estar completamente equivocado, porque era fácil ser pesimista sobre lo que le pasara, además estaba acostumbrado a hacerlo todo solo.

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