38: Tres citas y tres reglas (Parte 3)

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[L A   L U N A]

JiMin abrió los ojos, acomodándose de lado en la cama con una sonrisa.

—Feliz cumpleaños, Park JiMin-ah. —Dijo, verdadera alegría en la voz aligerada por el sueño.

Quitó la sábanas y se deslizó de la cama antes de estirarse un poco y correr al baño, feliz como un niño.

En sus recuerdos, sus cumpleaños siempre han sido buenos, aunque normales; incluso cuando era tan pequeño que se escondía en una de las gavetas inferiores más grandes -donde usualmente estaban las ollas. - esperando el momento justo en que su abuela comenzaba a hacer el pastel y se distraía para meter un regordete dedo en la masa, volviendo a su sitio para reír silencioso cuando su abuela culpaba a su tío JungKook de la carita sonriente dibujada. Tiempo después, casi pisando los catorce y cuando ya no cabía en la gaveta, descubrió que su tío y su abuela siempre supieron que estaba ahí y les gustaba jugar a nunca haberlo visto meterse a hurtadillas a la cocina.

Claramente que lo supieran jamás tuvo que ver con el ruido ensordecedor de las ollas cuando las sacaba, tampoco con que las dejara en una esquina de la cocina donde siempre pensó que nadie las vería, pero que resultaba muy evidente.

No, claro que no.

El Omega se ducho entre risas tontas y enjuagó su cabello con el shampoo con olor a coco que reservaba para ocasiones especiales, después escogió entre todo en su armario lo más bonito que tenía que resultó en uno de los caros conjuntos que Kim SoYeon había insistido en comprarle junto con muchos otros: tantos que había preferido no contar, escandalizado por la cantidad de bolsas que había tenido en las manos.

Se secó el cabello y lo peinó, logrando una cosa decente que le hacía honor al bonito vestuario y agregó unos pendientes de cruz que Kim TaeHyung le regaló hace un tiempo, así como la gargantilla de rubí de SeokJin solo por gusto y un toquecito de brillo labial que no mataría a nadie.

La primera llamada hizo sonar su celular y JiMin apretó los labios, reteniendo la sonrisa mil veces más grande de la que ya tenía por la simple y sencilla razón de que no quería un inoportuno dolor de mejillas. Camino hasta la mesita de noche al lado de su cama, tomándolo mientras soltaba un suspiro feliz.

—¡Feliz cumpleaños! —Sus tíos y su abuela gritaron. JiMin rió.

TaeHyung se sorbió la nariz ruidosamente. —Oh, bebito, cada año creces más. ¿Puedes creer que cuando te conocí aún no podías decir bien 'otorrinolaringólogo'? Como me reí contigo tratando de decirlo.

—Eso era porque era un niño pequeño y tú simplemente querías burlarte de su lengua enredada. —YoonGi bufó. —¿Qué niño de siete años dice 'otorrinolaringólogo' a la perfección?

—Vamos a ver, dejen de discutir. —Su abuela habló. Una sonrisa en la voz delgada como un hilo. —Aún no asumo que ha crecido y ya no se esconde bajo mi falda para evitar que el 'motuo' se lo coma.

—¡Tenías cuatro y ya habías inventado una nueva palabra, Minnie! —Park JungKook soltó una corta carcajada.

JiMin se sonrojó. —Vale, todos los niños lo hacen.

Su manada, su familia; se rió y hablaron a gritos entre felicitaciones y burlas de su infancia por un largo rato más antes de colgar con una invitación a visitarlos que JiMin iba a tener en mente mientras pasaba el resto de la mañana, esperando por ver que le regalaría la tarde y pensando seriamente en que iba a hacer este día.

Lo positivo de cumplir en diciembre era que al mirar por su ventana, los copos de nieve caían con una suavidad fantasiosa y la carretera frente a su edificio estaba llena de nieve blanca y reluciente que brillaba bajo la luz de un sol medio escondido por las nubes; las líneas débiles de luz difuminadas por el momento invernal.

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