¡Hola mis bonitos lectores! Creo que a pesar del año que llevo escribiendo fics para este fandom, este es uno de los capítulos que más energía me ha tomado hasta hoy, no es la gran cosa, no sé por qué me succiona tanta vida, pero lo hace. Muchas gracias a las personas que se toman el cariño para leer.
¡Espero que les guste!
Ash...
Gracioso ¿verdad? Eras mucho más grande, inteligente y fuerte que yo, pero siempre sentí que debía protegerte. Me pregunto de qué quería protegerte, creo que del destino. El destino que intentaba alejarte llevándote a la deriva, cada vez más lejos de mí. Una vez me hablaste de un leopardo sobre el que leíste en un libro. Cómo creías que ese leopardo sabía que no podía volver atrás, y yo te dije que no eras un leopardo, que tú podías cambiar tu destino. No estás solo, Ash. Estoy a tu lado.
Y tú estás conmigo.
El gélido de las paredes se había impregnado a mi piel, gotas de suciedad caían desde el techo hasta mi cabeza, la demacración carcomía mis huesos, mis párpados se hallaban tan hinchados que habían empañado mi visión. El aroma a moho era nauseabundo, el roce del concreto me lastimaba, un imponente portón de metal era el hilo de locura que me separaba de la realidad, tenía las uñas abiertas y las manos heridas de tanto rasgar el suelo, unas mortuorias ojeras me estaban devorando. ¿Días?, ¿horas?, ¿meses? Imposible saberlo. Una maldita luz artificial se encontraba encendida todo el tiempo. Había empezado a sentir mis propias costillas y a hablar con la nada. Parpadeé, el techado me estaba mareando, pude vislumbrar un mísero aliento al frente de mi nariz. Pude observar a un moribundo cadáver en un charco de agua. Débil, en agonía, carente de voluntad y de vida. Reí, pero si era yo. Mierda. Contuve contra mi palma vómito entremezclado con sangre. Un estruendoso crujido de bisagras me informó la presencia de un nuevo visitante.
—Tú no puedes seguir de esta manera. —Aunque él trató de clamar por suavidad, la fricción entre sus dientes lo delató—. Debes comer algo. —Él estaba sosteniendo una bandeja de plástico en sus manos, me volteé entre la inmundicia y el remojo de lo que pretendía ser una cama. Marchito. Ido. Hueco.
—No tengo hambre hoy. —El eco de su suspiro retumbó dentro de mi pecho, el tiempo asido en esa prisión era una espejo quebrado de locura.
—No eres el único atrapado en este lugar. —Sus pasos resonaron a mis espaldas, él se sentó al borde del colchón—. Si no cooperas Dino Golzine puede desquitarse con tu amigo. —Las heridas en mis manos se volvieron a abrir tras convertirlas en puños. Había llorado tanto que ya no era capaz ni de reaccionar, las pupilas me ardieron, el alma se me comprimió, no me pasó la respiración. Shorter. Mierda.
—¿Me estás tratando de amenazar con él? —Me levanté solo para ser víctima de unas putrefactas náuseas—. Ni siquiera lo he visto. —Arthur me acarició la cabeza como consuelo, el tacto fue repulsivo. Tirité, humillado. Yo le confié mi amistad pero a él no le importó dejarla caer, era pequeño y frágil.
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El amante del lince.
Fanfiction|| Finalizada || Marcado por la crueldad Golzine y obligado a pelear, Ash se convirtió en el alfa más respetado y temido de Nueva York, con sus ojos puestos en el control de la ciudad él debe encontrar a una pareja para engendrar un descendiente ant...