Epílogo.

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¡Hola mis bonitos lectores! Se me olvido que mi estado natural es la ansiedad, así que acá estamos. Muchas gracias a quienes se toman el cariño de leer. Tonto, porque a estas alturas he sacado como cinco epilogos más en otros fics, pero este es mi favorito de manera religiosa. 

¡Espero que les guste!

¿Qué es el destino? Siete letras, tres sílabas, una palabra

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¿Qué es el destino? Siete letras, tres sílabas, una palabra.

Es lo irrevocable de la tragedia, es lo intangible en el amor, es la ironía de un misterio ya escrito. Nos hace perecer entre lo inefable de una mirada y lo sublime de una sonrisa para extraviarnos bajo la bruma del olvido por mero capricho. Nos hace entregar el alma para recibir una daga. Nos hace pensar en el final antes de encarnarlo. Es cruel, omnipotente y amargo. Es algo por lo que nos arrastramos los seres humanos. Un sueño aparentemente simple, pero eternamente anhelado. Tonto ¿no? El destino no se puede cambiar, sin embargo, seguimos tratando. Porque aceptarlo sería romper nuestras alas antes de usarlas para volar.

La estridencia de los reflectores, el chirriar de los trípodes, la penumbra de las sombrillas, la aspereza del lente bajo mis yemas. Magnético y seductor. Me incliné para cambiar de ángulo, el gélido del piso contra mis rodillas me erizó la sangre, aquellos afilados ojos paralizaron mi razón, enfoqué mi atención en aquel pequeño visor, permitiendo que un mundo de incoherencias fuese plasmado con tan solo un flash. Sonreí, tomando algunas imágenes más. Su pierna se deslizó con coquetería sobre la silla, sus dedos juguetearon con una larga y elegante trenza, negué, ajustando por última vez la luz, Yut-Lung Lee era toda una belleza. Sus palmas se acomodaron encima de su regazo con vanidad, la simpleza del cuarto creó un contraste celestial con su maquillaje, él se contorneó, altivo. No había cambiado, él posó antes de ser inmortalizado. El drama fue capturado en segundos.

Clic.

—Con esas ya deberían ser suficientes. —Me levanté del suelo, vislumbrando en la pantalla la colección de fotografías que habíamos creado. Hermosas e imponentes—. Tienes talento natural para esto. —Su sonrisa fue dulce, él extendió sus brazos sobre su cabeza para que los huesos le tronaran. Aquel vestido era demasiado ajustado y descarado.

—Si alguna vez me aburro de jugar con el gobierno chino consideraré el modelaje como nueva profesión. —Él se bajó de la silla, con cuidado. Sus pasos fueron un ilusorio eco en el caos del estudio, su mentón se dejó caer encima de mi hombro para poder observar conmigo las imágenes. Narcisista.

—¿No te da miedo estar involucrado en eso? —Su cabello cosquilleó sobre mi oreja, su perfume fue una agradable bruma de nostalgia—. Son personas peligrosas, ¿no?

—Estoy más seguro que el resto del clan Lee. —Sus ojos fulguraron con una sofocante presunción frente a la cámara—. Estar en América me pone en ventaja. —Sus palabras fueron ásperas, con un golpeteo sobre mi muñeca él me pidió que dejase de cambiar las fotografías—. Me gusta esa. —Sonreí, satisfecho. Delicada pero magnánima. Él era un ramo de dalias.

El amante del lince.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora