Capítulo 2

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Emma, M.

No pierdo las esperanzas y nunca lo haré.
Hace un tiempo me di cuenta que, si me rindo, habré perdido del todo, y entonces ya no habrá nada más que hacer, se irán los sueños por la borda y me quedaré medio vacía. Y eso, seguramente, me dejará aún peor.
Por eso no dejo de ponerle ganas, no pienso dejar de esforzarme en lo que me gusta, ponerle pasión e ilusión, sonrisas y lágrimas, porque sé que, tarde o temprano, lo conseguiré. Por el momento conseguí empleo de medio día en un supermercado, obviamente no estudie para esto pero es un trabajo digno y seguiré luchando para trabajar de lo que amo. Porque sé que ahí fuera está mi recompensa, quiero pensar que se está haciendo de rogar.

No pienso rendirme y que mi padre tenga razón. No. Tampoco me voy a quedar de brazos cruzados, esperando a que aparezca así, por harte de magia. Voy a intentar hasta donde mis fuerzas lleguen, voy a dar lo mejor de mí en todo lo que haga y voy a luchar por lo que quiero. Porque tengo claro que los sueños, si no los agarras bien fuerte, se escapan, y a veces vuelan tan lejos que ni vuelven. Y yo no quiero que eso pase.

Días Después:

—¡No me lo puedo creer! ¡Que emoción!

Supongo que tantas solicitudes para ese trabajo envié que terminaron contestándome.
Hace días vi un anuncio que buscaban una decoradora para una oficina e insistí tanto que al fin logre conseguirlo. Mi primer trabajo como profesional.

El día había llegado y estaba que no entraba en mi cuerpo de la emoción, de los nervios también. No quería fallar, quería dar lo mejor pero me ganaban los nervios de saber que era la primera vez que lo hacía.

Me habían pedido que sea puntual con el horario. Llegue 5 minutos antes, Sabrina, la chica de recursos humanos me atendió y me dijo que espere que llegara el joven. Me comentó un poco que era el hijo del dueño y que se trataba de su nueva oficina:

—¡Hola!—lo vi entrar y no lo pude creer. Caí en cuenta de quién era, lo conocía. Sabía quién era Leonardo—¿Eres, Emma?—preguntó él.

—Hola, sí. Un gusto soy Emma—estrechamos nuestras manos. Era muy serio en persona.

—Vamos a la oficina así comenzamos.

No podía creer que sea él, no sabía que era la empresa de su padre. Fuimos hasta la nueva oficina.
Cuando entre me gano mis pensamientos de diseñadora, había imaginado todo con solo verla. Era enorme, una gran iluminación natural. Se veía toda la ciudad desde allí, era genial.

—Tengo algunas ideas en mente, bueno en realidad busque sobre decoración. Traje mi computadora para enseñarte lo que tengo pensado...—dijo buscando las imágenes—De todas formas tu eres la diseñadora, supongo que tendrás mejores ideas.

Tenía una galería llena de fotos inspiradas con lo que quería. Tranquilamente pudo diseñarla él mismo. Termino diciéndome donde quería tener cada cosa.
Sus ideas me gustaron, pero tengo pensado hacer algunos cambios. No estoy muy de acuerdo con los colores fuerte que quiere para una de las paredes, se supone que es una oficina y un lugar de trabajo (aunque dudo que él trabaje) pero mi intensión es dejarlo feliz, si logro este trabajo podré tener muy buenas referencias.

—Intentaré plasmar todas tus dudas en el render. Estoy segura que te va a gustar!

—¡Genial! Espero que así sea. Para cuando podré ver cómo quedará?

—Para mañana. Por la tarde lo voy a tener listo.

—¿En serio? Genial. Ya muero por verlo!

—Entonces mañana regresó y lo vemos.

—¿Podrías ir a mi casa? porque tengo los horarios un poco ajustados y no llegaré a venir hasta acá.

—De acuerdo, no hay problema. Nos vemos mañana.

Que emoción. No podía creer que vaya hacerle un trabajo para él. Leonardo es famoso en el deporte, llame a mis padres para contarle. Quería demostrarle que había conseguido empleo de mi profesión, demostrarle qué hay gente que puede contraten, ellos dijeron que moriría de hambre:

—¿Y es odioso cómo se muestra?

—No. Fue muy amable, es bastante serio pero no creo que sea tan odioso como todos dicen.

—Obviamente que no va a tratarte mal, quiere que le hagas el trabajo pero seguro es un idiota!—definitivamente a mi padre no le agradaba, nunca le agradó. Supongo que se deja influenciar por lo que dicen las malas lenguas.

Yo no puedo juzgarlo, por lo menos a mi no me trató mal y me está dando trabajo.

Leonardo, V.

Estoy emocionado por comenzar con la decoración de mi oficina. Es algo que me importa mucho y quiero sentirme satisfecho con mi lugar de trabajo.

La idea de manejar la empresa familiar no me gusta pero lo hago porque mi padre me obligó si quería continuar con mi deporte. Lo que más deseo es dedicarme al automovilismo, quiero ser el mejor. Quiero correr a nivel internacional pero hay veces que siento que no llego a rendir al máximo. Entre estudiar, venir a trabajar, entrenar y las carreras no me queda nada de tiempo.

Desearía no tener que depender tanto de mi padre y poder hacer lo que realmente quiero.

Lo único que me entusiasma por ahora para ir a la empresa es la decoración de mi oficina. Emma me enseñó el Renders y me encanto, lo amé. Ya puedo verla lista, es genial esa chica! Cumplió con todas mis expectativas e hizo algunos cambiamos que quedaron perfectos.
En pocos días estará lista, no veo la hora de verla terminada.

MESES DESPUÉS

Emma, M.

Mi hermano trabaja como social media manager para varias personas, una de ellas es Julián, él es deportista. Correr para una gran categoría de automovilismo del país.
Franco me pidió que lo acompañara a la carrera este fin de semana, no estaba tan entusiasmada pero de todas formas fui. Él y Julián son muy amigos, hace tiempo que lo conozco.

El sábado por las mañana fui hacerle compañía, pero es obvio, es su trabajo y no tienen mucho respiro. En un momento hicieron una parada en boxes y se sentaron a ver las cámaras a bordo, no entendí mucho de lo que hablaban. Además eran todos hombres, estaba la novia de Julián pero había salido hablar por teléfono.

Me puse hablar con Isabella, me comentaba que vendría a la ciudad y quedamos en encontrarnos. Estaba concentrada respondiendo mensajes y mirando redes sociales para pasar el rato antes de almorzar con los chicos.
Sentí que alguien se sentó a mi lado pero no le di mucha importancia, seguí en lo mío...hasta que escuche su voz y su nombre. Levante la vista.

Me quedo mirando bastante raro.
Lo había visto, ambos nos vimos. Tras esos segundos en los que dude de saludar o no (porque realmente creí que no se acordaba de mí) le tocó a él saludar. Sí me había conocido:

—¡Ey! Hola...—agregó con una pequeña sonrisa.

De la Tierra a la Luna (Charles Leclerc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora