Salida y...

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Estaba sentada en el coche al lado de la ventana, viendo la nieve de la carretera. Tom estaba a mi lado.

-¿Qué llevas debajo?

-¿Qué?-exclamé, y me tapé la boca, pero Dylan y Kaya no me oyeron.

Tom rió entre dientes.

-Que qué llevas debajo del abrigo.

-Ah. Un jersey gris. Elección de Kaya.

-Um... Kaya nunca ha tenido mal gusto.

-Ya. Lo he notado.

-Chicos-dijo Kaya-. ¿Vais a bajar o no?

-Por supuesto-dije.

Abrí la puerta y salí. Estábamos en el parking del centro comercial, y no hacía tanto frío. Después de una tarde preciosa en el comercial en la que Kaya me hizo entrar en la tienda de vestidos de novia y me hizo probarme uno, pero después salimos pitando de la tienda (bueno, ella me arrastró, sin dejarme quitar el vestido ni pagarlo). Después volví yo sola a dejar el vestido y coger mi ropa. Faltaba media hora para reunirnos con los chicos en la entrada, y estábamos pasando el tiempo mirando alguna que otra tienda. Después me invitó al Starbucks y me tomé un chocolate caliente. Estábamos sentadas frente a frente, tomando cada una lo suyo.

-¿Qué tienes tú con Thomas?-preguntó.

Me atraganté con el chocolate. Me puse a toser y sentí el líquido abrasarme la garganta. Cuando me calmé, la miré con los ojos muy abiertos.

-¿Perdona?

-¿Qué tienes tú con Thomas?-repitió.

-Nada. Absolutamente nada.

-¿Y cuánto tardará en pasar algo?

-¿A qué te refieres?

-Sam, vas a estar con él en su casa durante quien sabe cuánto tiempo. Solos. Algo tendrá que pasar. Es tan cliché.

-No va a pasar nada. No veo a Thomas de forma romántica. Es atractivo, sí, pero no he pensado en él de ese modo. Como tú misma dices, sería tan cliché.

-Es hora de irnos. Deben estar esperándonos.

(...)

Habían pasado cuatro meses desde que llegué a Inglaterra. Nos conocíamos mejor con Thomas, y hoy pretendía salir con unos amigos más suyos. Aparte de Dylan y Kaya. Era un noche de primavera, y me puse algo ya no tan abrigado. Cogí una chaqueta y me la puse, y bajé a esperar a Thomas. Después de un rato, se puso en frente mío y me miró de arriba abajo.

-¿Lista?

-Sí.

-Pues vamos.

Justo en ese momento, sonó mi móvil. Miré el número. El comandante Steve White, o jefe, da lo mismo.

-Un segundo. Ahora te alcanzo. ¿Dónde vais a estar?

-En el bar del cruce de Monroe con Míchigan.

-Vale. Sigue tú, ahora voy.

Salió de casa y cogí el teléfono.
*Llamada telefónica*
-San Jones-dije.
-¿Cómo va todo?
-Bien, bien. De momento nadie se ha acercado a él ni le han hecho nada. Todo controlado.
-No bajes la guardia, Jones. No puedes perderlo de vista.
-Oh.
-Estaba pensando en que te lo lleves al norte de Gran Bretaña, por más seguridad. Ahora, decide .
-Lo tendré en cuenta.
*Fin de la llamada telefónica*

Me metí el móvil en el bolsillo y cogí la llaves, para después salir a la calle.
Cruce de Monroe con Míchigan.

Me encaminé hacia allí, y antes de llegar allí encontré a Thomas y sus amigos. Me acerqué a ellos y los saludé, mientras Tom me abrazaba y luego Kaya.

-¿Qué me he perdido?-le pregunté.

-No mucho-respondió ella-. Entramos a una tienda y ahora vamos al bar.

-¿Tú bebes?

-No, pero algunos de nuestros amigos sí. ¿Tú?

-No, mi cuerpo debe ser y estar sano. No tomo sustancias sedantes o excitantes, ni nada que pueda influir en mi sistema nervioso.

-Vaya. Te dedicas bien a lo tuyo, ¿no, Sammy?

-Supongo.

Entramos al bar y nos sentamos en una mesa, a mi me hicieron sentarme al lado de Tom, y por como nos miraron diría que creían que teníamos algo. Tom no dejaba de mirar el móvil, y después de un rato dijo que se iba un momento. Sus amigos me miraron.

-¿Qué?-dije.

-¿No le preguntas adónde va?

-No, ¿por qué?

-¿Pero no estáis juntos?

-No.

Me miraron un par de segundos y luego volvieron a sus conversaciones. Me giré hacia Tom, que estaba un poco más allá, con una chica rubia. Ella le besó en la mejilla y luego le cogió de la mano y le hizo seguirla. Miré la hora. 23: 56 pm. Les dije que me iba a casa y me despedí. Luego me dirigí hacia dónde se había ido Tom con la rubia. Cuando abrí la puerta, ella le estaba zurrando.
¿Y esto a qué viene?

Me acerqué y le di una bofetada a la rubia, que me miró sin comprender y luego resopló bastante enfadada. Me empujó con su hombro y me tambaleé un poco, pero no llegué a caerme. Miré a Tom.

-¿Estás bien?-le pregunté.

-¿A ti qué te parece?-dijo-. ¿De qué vas? Estoy perfectamente.

-Yo no diría lo mismo. ¿Ex novia?

-No. Ex amiga enamorada.

-Ven. Te llevaré a casa.

Esto iba a ser difícil.

(...)

Cuando por fin pude llevarlo a casa, lo llevé a su habitación y le dije que se diese una ducha. Estaba yo ahí, pero cuando se quitó la camisa no pude evitar mirar. Estaba realmente golpeado. Pero muy fuerte. Además de algún que otro corte que había por las botellas que había tirado la desquiciada esa. Se tocó un moretón e hizo una mueca de dolor. Me acerqué a él y puse una mano en su hombro derecho, mientras que mi barbilla estaba apoyada en su hombro izquierdo.

-Ve a ducharte ya.

Salí de la habitación y me dirigí a la mía nada más decir eso.
(Thomas)

Después de ducharme, me dirigí a la habitación de Sam. Ya tenía la costumbre de dormir con ella desde aquella vez en la que me dejó ir a su cama la primera noche que estuvo aquí. Estaba acostada de lado, con su mano izquierda sobre su hombro derecho, cruzando el brazo por delante del pecho. Me acosté a su lado y apoyé no e  su cintura, y luego la subí hasta su muñeca para cogerle la mano, y vi que tenía dos pequeñas lineas rojas en las venas. Y eran recientes, estaban aún un poco sangrantes. Le solté la mano y me acosté boca arriba. Cerré los ojos y me dormí.

La guardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora