Luces, cámara, ¡acción!

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Estaba colocando la esterilla para tomar el sol (no iba a broncearme, pero bueno). Aseguré la sombrilla antes de tumbarme y ponerme las gafas de sol. Thomas estaba en el agua con Hayley, Christianna, Eric y el resto de hermanos. Menos Simon. Estaba a mi lado.

-Qué mal saber que no nos  roncearemos como ellos, ¿no?-comentó.

-Pues ya ves-dije encogiéndome de hombros.

-¿Cuándo os vais?

Suspiré.

-Mañana por la mañana.

-¿Qué? ¿Por qué?

-No pienso poneros en peligro.

-¿Ponernos en peligro?

-Es todo lo que debes saber, Simon.

-Joo. No he podido conquistarte.

Me reí entre dientes.

-Simon, tengo diecisiete, tú tienes catorce. ¿En serio?

-Para el amor no hay edad.

-¿Quién ha dicho nada de amor?

-Yo.

-Sigue soñando, Simon.

-No sueño. Sólo me sacas tres años, aún tengo posibilidades.

-Si tú lo dices...

Se enfurruñó un poco, así que me acerqué un poco y le abracé.

-Ya encontrarás a alguien, Simon. Alguien que te merezca...-me miró significativamente-. Y que tenga tu edad.

-¿Me das tu número?

-¿Eh?-dije confundida.

-Dame tu número.

-¿Para qué?

-Te vas mañana. Quiero seguir en contacto contigo.

Sonreí y se lo pasé.

-Te voy a echar de menos, Simon-admití-. Voy a extrañar tus regalos, todo lo que has hecho para intentar conquistarme. En el fondo... Te ve cogido cariño.

Me abrazó otra vez y le correspondí.

-Te quiero, Sam.

Me derretí entera. El chaval me quería y yo no podía corresponderle. Apoyé mi frente en la suya y le miré a los ojos.

-No me olvides jamás, Simon-él negó con la cabeza-. Bien. Te voy a echar muchísimo de menos.

-No lo haré. Te lo prometo. Y yo también.

Simplemente sonreí.

(...)

Bajé las escaleras con algo de tristeza, mirando los cuadros de las paredes. Estaban todos abajo, excepto Simon. ¿Dónde está? Thomas acababa de despedirse y estaba ya fuera, en un coche que nos llevará al aeropuerto. Entré al salón y me despedí de todos. Le hice una carantoña a la pequeña Agatha y salí al pasillo.

-No me acompañes-le dije a Hayley, que ya venía detrás de mí-. No me hagas esto más difícil.

Asintió y volvió dentro. Estaba por abrir el pomo de la puerta, cuando alguien me llamó. Me giré. Simon.

-No podía dejarte ir sin despedirte.

Me abrazó y yo a él. Susurré en su oído.

-Pensé que no vendrías, que ya te habías olvidado de mí...

-No. No te olvides de mí, ¿vale, Sam?

-Nunca. Has sido mi primer pretendiente de catorce años-dije con una risa.

Suspiramos los dos.

-¿Puedo pedirte algo? Como despedida.

-Claro.

Simplemente ya estaba llorando. Lágrimas bajaban por mis mejillas, empapándolas. En cuanto me susurró al oído lo que quería, lo aparté y lo miré con los ojos como platos.

-¿Qué? ¿Estás seguro?

Asintió con la cabeza. Murmuré un "Bien" y acto seguido, le di un beso en los labios. Me separé dos segundos después. Todavía parecía sorprendido. Sonreí.

-¿Qué te ha parecido?

-Genial. Ha sido mi primer beso.

-¿Sí? Me siento orgullosa y especial.

-Eres especial. Thomas tiene suerte de que estés a su lado. Y-añadió-, si él llega a hacerte daño... Me tienes aquí para ti.

Sonreí enternecida.

-Cuenta con eso-dije.

Me levanté y me dirigí a la puerta. Me cogió del brazo y me agachó a su altura. Acto seguido, depositó un leve beso mis labios, básicamente fugaz.

-Ahora puedes irte. Y recuerda, me tienes a mí aquí.

-Por supuesto. Y si en algún momento necesitas ayuda... Puedes acudir a mí. Hasta pronto, Simon.

(...)

-¿Cómo pretendes conseguir más dinero, eh Sam?

Sonreí y me giré hacia él. La cara se le deformó.

-¿N-No debí haber preguntado?

-Ahora te aguantas. Ven conmigo-dije cogiéndolo por la muñeca y arrastrándolo por el pasillo del hotel.

-¿Qué vas a hacer?

-Un cambio de imagen. He visto de camino aquí un lugar donde parecía haber tíos con mucho dinero. Vi que era como una especie de caza talentos, así que vas a ir tú allí a que te den dinero después de actuar.

-¿Y cómo me vas a poner?

Me giré hacia él.

-¿Q-Qué?

-Oye, no le halles doble sentido. ¿Cómo vas a hacerme el cambio?

-Fácil: color de pelo, peinado y ropa.

-Y fácil dice.

-Por supuesto.

(...)

Le pasé la mano suavemente por el pecho, arreglándole la vestimenta.

-Estoy ridículo.

Reí.

-Sí. Pero así llamarás más su atención.

-Si el traje no lo hace, lo hará el peinado.

-Pero si estás muy guapo con el pelo peinado hacia el lado. Y toma la guitarra-dije entregándosela.

La cogió y se la colgó en el hombro.

-Deséame suerte.

-Estaré cerca. Te mantendré vigilado. Ten confianza.

-¿Y qué canto?

Me puse a pensar.

-Um... Twenty Flight Rock.

-¿La de La de Eddie Cochran?

-Sí.

-¿No es muy actual, no?

-Algo es algo. Tú no vas especialmente moderno, no te quejes.

-Nos vemos luego.

(...)

Estaba subida en una ventana cerca del techo, pero aún así podrían verme fácilmente si levantasen la vista. Thomas estaba cantando, y a decir verdad, no la hacía nada mal. ¿Podía tener algún defecto? ¡¿Pero en qué estoy pensando?! Una vez que terminó el concierto, no pude evitar sonreír y reírme un poco por sus caras de alucine. Le acababan de pagar, y él se lo había guardado en el bolsillo, pero en cuanto oyeron mi risa, levantaron la vista hacia mí. Incluso Thomas. Pasé saliva por mi garganta. Intenté correr, pero guíen me golpeó por la espada y me precipité hacia abajo. Hacia el suelo.

Iba a ser una dura caída...

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La canción que cata Thomas y su aspecto en el vídeo.

La guardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora