Intentos de conquista

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Después de un par de días en casa de Hayley, ya me había acostumbrado a todos los niños (y no tan niños) que tenía como hermanos. Me había acostumbrado a todo... Menos a la comida. ¿Cómo puede saber tan mal? Me acuerdo que le dije a su niñera que tenía ganas de vomitar antes de la cena y me dio un jarabe. Y esa cosa se movía. Después sí que me dieron arcadas y me fui a vomitar. No me he vuelto a quejar de la comida. El padre de Hayley trabaja en un ferroviaria, así que llega por la noche y se va a primera hora de la mañana. Un trabajo pesado. Su madre... Está muerta. Pobre niña. Y luego está Simon... Está mentalizado a conquistarme, me ha dado bombones, un ramo de flores, hasta una serenata. Lo último sí que me sorprendió. Literalmente, me quedé con la boca abierta. Sus hermanos se rieron, yo simplemente me conmoví por todo lo que estaba haciendo. Así que me acerqué y le di un beso en la mejilla y un abrazo. En ese momento, fueron sus hermanos los sorprendidos.

Ahora mismo estoy tumbada en una de las camas de la habitación de invitados. Thomas está abajo con Hayley y Agatha, se ha encariñado con ellas. Qué golpe tan bajo cuando le diga que mañana nos vamos. Prefiero no pensar en eso. Cerré lo ojos y me dormí. Me vinieron a la mente algunos sueños, que creo que son recuerdos.

*Sueños*

Estoy en la plaza central de la Fortaleza de la OSS, y acaban de tirar a un niño pequeño rubio a una fuente. En cuanto pone una mano fuera de ella, una espada se coloca sobre su muñeca. Le van a cortar la mano. Me acerco a la multitud y consigo abrirme paso hasta estar en primera fila.
-Por favor, por favor, no lo hagáis...-sollozaba en niño.
-Con una mano cortada sólo Dios decide si vives o mueres. La mayoría, muere desangrado antes de encontrar un médico-dijo un hombre.
Me acerqué a ellos y quité la espada de la muñeca del chico, para luego mirar al hombre.
-Basta. Sólo es un niño-dije.
-Que ha intentado robar.
-¿Ah ? ¿El qué?
-Esta espada-la señaló.
-A lo mejor sólo quería verla.
-Eso mismo ha dicho él.
-Dejadle en paz. No le ha hecho ningún mal a nadie.
Poco a poco, la congregación se fue disolviendo. Me giré hacia el niño y lo ayudé a salir del agua.
-¿Te encuentras bien?-le pregunté, tocándole un poco la cara.
-, , no ha sido nada.
-¿Que no ha sido nada? Casi te cortan la mano.
-Bueno, . Pero estoy bien. Gracias a ti.
Sonreí.
-De nada. ¿Cómo te llamas?
-Soy Thomas-extendió su mano hacia y la tomé.
-Soy Sam.

(...)

Estaba jugando en una casa al escondite. Thomas me estaba buscando. Estaba escondida debajo de una mesa, pero en cuanto vi que Thomas estaba por entrar a esa habitación, corrí al baño y me metí en la ducha. Era verano, yo apenas llevaba un pantalón corto y unas blusita de tirantes. Thomas iba sin camiseta, sólo con pantalones. Vi su sombra frente a la ducha, y justo cuando abrió, no cómo lo hice, pero salí. Él se quedó dentro, algo perdido. Y abrí el grifo de la ducha. Luego, puse una toalla encima del grifo. Cuando lo cerró y se secó un poco el pelo y la cara, abrió un poco la cortina y me miró. Sonrió.
-Te veo-dijo.
-Te veo-repetí.

*Fin de los sueños*

Me desperté algo despeinada, y ahora que lo pienso, estoy en el borde de la cama. Mis piernas están enredadas en las sábanas. Me intento desenredar, pero en eso, caigo al suelo. Justo entra Thomas.

-¿Te has caído?

-No-dije sarcásticamente-. El suelo estaba triste y fui a darle un abrazo.

-Ven-dijo ayudándome a levantarme.

En cuanto estuve de pie, me ayudó a quitarme las sábanas, aunque en mi opinión, podía hacerlo solita. Me arreglé un poco el pelo y lo miré.

-¿Qué?-dije.

Se acercó a mí, y me rodeó con sus brazos, mientras que con una mano me apartaba un mechón de pelo de la cara.

-Cuando me hiciste salir de mi casa para emprender esta misión, nos encontrábamos haciendo algo...-dijo.

-Thomas-dije, sabiendo a qué se refería-. No es el momento. Prepara tus cosas-dije  cambiando de tema-, nos vamos mañana.

Él se vio sorprendido.

-¿Qué? ¿Mañana? Pero mañana...

-¿Pero mañana qué?

-Pues le había prometido a Hayley que la llevaría a la playa.

-¿En serio, Thomas?

-Sí. Por favor, Sam...

-Sí, está bien. De todas formas  aún no tengo ganas de irme.

-¿Entonces por qué nos tenemos que ir?

-Por seguridad. No podemos poner a esta familia en peligro. Pero por un día más, no creo que pase nada.

-¡Sí! ¡Eres la mejor!-dijo alzándome en el aire.

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Recuerdo de Sam en multimedia.

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