"Vas a dejar esta misión"

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En cuanto llegamos a la Fortaleza, sólo estuvimos una semana, porque la lié y nos echaron. A ver cómo se lo digo al comandante.
*Llamada telefónica*
-¿Diga?
-¡Señor White! ¿Cómo está?
-Bien. ¿Ocurre algo?
-No... Bueno, sí.
-¿Le han atrapado?
-¿Qué? ¡No!
-¿Entonces?
-Es que... Nos han echado de la Fortaleza.
-¿Y eso cómo es posible?
-La lié.
-Oh. Pues lo siento Gata, pero si te echan será porque no eres responsable.
-¿Qué quiere decir?
-Quiero decir que vas a dejar esta misión.
-¿Qué?
-Lleva a Thomas de vuelta a Londres. Tú ya no te encargas de él. Debería haberle dejado esta misión a un espía experimentado, no a ti. Sigues siendo una niña.
*Fin de la llamada telefónica*

Por una vez, corté yo la llamada. Me sequé las lágrimas y respiré hondo. Me giré y vi a Thomas.

-¿Ocurre algo, Sam?

-Sí.

-¿Qué es?

-No importa. Te llevaré a casa.

-¿Llevaré? ¿Tú no te quedas conmigo?

Negué con la cabeza.

-¿Por qué?

-Nos han echado pori culpa, Tom. El comandante cree que no soy responsable y no valgo para esta misión.

-Yo creo que sí vales.

-Aquí no importa lo que tú creas o no, Tom, aquí hay que acatar órdenes.

-Yo de aquí no me muevo.

Me le quedé mirando fijamente, pero no cambió su expresión.

-¿Y qué piensas hacer?-inquirí.

-Fácil: podemos ir a una casa (he visto que de camino aquí hay muchas) y estar ahí un tiempo. Luego, nos largamos.

-Como lo dices parece fácil. Pero no lo es.

-Anda, vamos. No hay nada que perder.

-Yo no, pero tú sí. Tú puedes perder tu vida.

Le dejé callado. Después me miró.

-Ya no tengo a nadie.

-¿Y Ava?

-Ava no va a volver. Mi tía la adoptó.

-¿Y por qué a ti no?

Se encogió de hombros.

-No soy su preferido-se limitó a decir.

-Bien, pues en marcha.

(...)

Por de camino aquí, Tom se refería casi al principio del viaje, al entrar en el norte. Ahora nos estábamos hospedando en un castillo de a saber de qué tiempos. Me traía algunos recuerdos, aunque no sé de qué. Cuando entras al espionaje, te borran de tus recuerdos fragmentos relacionados con tus amigos, relaciones sociales... Para sólo centrarte en lo que te tienes que centrar. Así que de mi niñez apenas recordaba algo. Y este castillo me traía algunos recuerdos. Subí a una habitación de arriba y me tumbé en la cama. Me dormí, pero después de un rato, sentí a alguien moviéndome.

-Eh, Sam.

Abrí los ojos parpadeando, y enfoqué la cara de la persona.

-Dime Tom.

-Tenemos un problema.

Me incorporé y lo miré, esperando lo que me tenía que decir.

-Han entrado en el castillo.

-¿Quiénes?

-No sé. Parecen bárbaros, ropas de piel, y son muy brutos.

-Vale, tú escóndete, yo veré que puedo hacer.

-Ni hablar. Quiero ayudar.

-Tom, ni siquiera saber luchar. Créeme, me ayudas más así que de cualquier otra manera.

Salí de la habitación y empecé a caminar por los pasillos. De vez en cuando oía pisadas y me ponía alerta, pero pasaban y me relajaba un poco. Estaba a unos metros de la esquina de un pasillo, y del cruce salieron varios hombres y se fueron por el pasillo, en el lado contrario al mío. Me pegué a la pared del cruce, y fui a ir detrás de ellos, pero uno me vio y se volvió, por lo que eché a correr. Apenas doblé el cruce ya estaba contra la pared y un cuchillo estaba levantado sobre mí. Lo levantó aún más y fue a clavármelo, pero una mano se puso en su muñeca y señaló clavó a sí mismo en el corazón. Lo vi caer al suelo. Me adelanté rápidamente y abracé a esa persona por la cintura, mientras él me ponía los brazos alrededor de los hombros.

-Gracias Tom.

-¿Ves? Sí me necesitabas.

-Hay que salir de aquí. Corre por tu vida.

Después de un rato corriendo, llegamos como a un sótano con una estatua y una espada en su mano. Había algo escrito también.
Un filo para vencer, otro para defender. En Bretaña fui forjada para aquel que esté destinado a portarme.

Cogí la espada. No pesaba nada. Se romperá muy fácil. Le di un espada a Tom y le dije que se colocara en guardia, y en un movimiento, con la espada que cogí ataqué la otra y esta se partió. Me quedé alucinando. Ligera y fuerte. Gran combinación. Salimos por una puerta en suelo que llevaba a una cueva subterránea. De ahí tuvimos que nadar hasta la costa y seguir el camino a pie, completamente empapados.

La guardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora