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Yoongi se encontraba extrañado. Hacia un momento que se encontraba abrazando y besando a su alma gemela y en esos momentos se encontraba en un puente encima de un precioso rio, con la misma ropa que estaba calzando cuando estaba con Jimin.

-        ¿Qué demonios? – murmuró Yoongi.

-         Tan malcriado como siempre, cariño. – se oyó una voz muy suave detrás de él, con un tono risueño casi como el de...

¿Mamá?

Yoongi se giró en su lugar y allí, frente a él, se encontraba su mamá. Allí estaba parada Min Hye, vestida con un hermoso traje blanco y el cabello suelto, sonriéndole como solo Yoongi recordaba que le sonreía.

- ¡M-mamá! – Yoongi gritó y corrió hacia donde la mujer que lo esperaba con los brazos abiertos. Ambos se fundieron en un cálido abrazo, apretado y calientito. Justo como Yoongi recordaba. - ¡M-mamá! – el alfa sollozó. – T-te extrañé, m-mami.

Yoongi no podía creer lo que estaba sucediendo; estaba abrazando a su mamá después de casi 20 años.

20 años.

-          Santa diosa, mi Yoongi. – dijo la mujer, mientras acariciaba el cabello de su niño. – Que grande estás, cariño. – la omega se soltó del abrazo delicadamente para acariciar el rostro de su pequeño, no tan pequeño, alfa.

Mientras ella observaba su rostro, Yoongi tomó la oportunidad para observar a su madre detalladamente y de cabeza a pies. La mujer estaba igual a como la recordaba, solo que se veía feliz. Genuinamente feliz. Portaba un traje largo de color blanco, su cabello largo suelto en unas bellas ondas y una gran sonrisa en su rostro, haciéndola más hermosa aún.

Hye observaba a su hijo tal y como él lo había hecho con ella. Yoongi estaba alto, musculoso y casi no quedaba rastro del pequeño de cuatro años que ella dejó en el mundo. Lo único que tenía que a ella le era familiar, era sus ojos, que era el arma secreta de la omega cuando quería saber si su cachorro estaba mintiendo y esa sonrisa de gomita tan característica del alfa. A la mujer se le aguaron los ojos y trajo a Yoongi de nuevo a sus brazos.

-          T-te he extrañado tanto, mamá. – susurró el alfa. – No tienes idea de cuánto.

-          Oh, sí que la he tenido, cariño. – le dijo la omega. – Aunque no me creas, he estado contigo en cada paso que has dado. – Yoongi la miró confundido. – Así es, mi cachorro. Te he observado siempre. Mi alma y mi recuerdo han estado presente siempre, corazón. – la mujer le sonrió y acarició sus mejillas. – He estado cuando conociste a Sunhee, cuando ella y tu papá se casaron, cuando el pequeño Hoseok, cuando te convertiste en un niño inexpresivo y lleno de dolor. – los ojos de Hye se empezaron a llenar de lágrimas. – Eso fue lo que más me dolió. Que mi niño, el cachorro que siempre tenía una sonrisa en su rostro y andaba haciendo maldades, se había convertido en un niño sin amor para dar. – Yoongi soltó un sollozo ante las palabras de su mamá.

-          L-lo siento, mamá. – lloró el alfa. – T-te he decepcionado.

-          No, no, mi amor. No me has decepcionado, al contrario. Me siento orgullosa de ti, Yoongi. – el alfa no entendía por qué. – Te preguntaras por qué y te contestaré. Sé que después que me fui, tu papá no fue el mejor contigo. Que te sentiste amenazado con Sunhee y con Hoseok porque sentías que te habían quitado tu lugar en la familia. Y también sentías que tu papá no te amaba.

-          ¿Por qué fue así conmigo, mamá? – sollozó Yoongi. – Yo solamente quería su aprobación, que me dejara jugar con Hoseok, que me demostrara el mismo amor que recibía mi hermano. Yo solo quería la presencia de él en mi vida. – a estas alturas, Yoongi era un desastre andante. Estaba con los ojos hinchados el pelo revuelto y el rostro manchado por las lágrimas.

#2| 𝓼𝓮𝓻𝓮𝓷𝓭𝓲𝓹𝓲𝓽𝔂 ➷ 𝐲𝐨𝐨𝐧𝐦𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora