III

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—¡Vamos princesas! —gritó el entrenador Moore a la vez que hacía sonar repetidamente su silbato de metal— ¡Nueve, no estás aquí para jugar a las madres, más rápido!

Era miércoles, el sol se hallaba en el punto más alto y nos encontrábamos dándole interminables vueltas al campo de juego. Nathan trotaba a mi lado con todo su rostro goteando agua así que debía de suponer que yo estaba igual o peor que él, al notar que nos acercábamos al lugar en donde se encontraba el entrenado comiendo un sándwich decidimos apurar el paso para que no se molestara con nosotros.

—¿Recuerdas a Chloe? —cuestionó mi mejor amigo.

—Si, la morena de cabello enrulado que te gusta pero tiene novio. Está en el club de teatro junto a Emily.

—Te detesto —bufo dándome un ligero golpe en el hombro—, sin embargo si esa misma.

—¿Qué pasó con ella?

—Resulta que su novio la estaba engañando hace meses con una universitaria, hablamos toda la noche ayer y la invité a salir.

—¿Y te rechazo? — pregunté burlón.

—No. Sebastián, me dijo que sí. Iremos al cine cuando el entrenamiento termine.

—Me alegro por ti, hermano. No lo arruines.

—Descuida, tengo todo bajo control —respondió feliz.

Veinticinco minutos más tarde el entrenador por fin nos dejó ir hacia las duchas, me encamine directamente hasta mi casillero, saqué una toalla, unos vaqueros azules, una remera manga corta básica y mis habituales tenis blancos. Mientras esperaba a que un cubículo se vaciara me senté en una de las bancas con mi teléfono móvil para escribirle un mensaje de texto a mi madre avisándole que pasaría por un batido.

Nathan salió del último cubículo con una toalla enrollada a la cintura y otra en mano secando su cabello, camine hasta esa misma regadera y regule el agua para que saliera más fría que caliente, ya que mi mejor amigo era una de esas personas que por más que el mundo se estuviese derritiendo les gustaba ducharse con el agua hirviendo.

—Me voy. Deséame suerte —gritó el nombrado anteriormente. Termine de enjuagarme rápidamente el cabello y antes de que se perdiera tras la puerta le guiñe un ojo y alce mi mano en forma de despedida.

Una vez termine, salí dejando la lluvia artificial abierta para el siguiente, me seque rápidamente para poder colocarme la ropa, tome mi bolso y cuando me estaba marchando del lugar James se interpuso en mi camino.

—Mira a quien tenemos aquí —dijo con una expresión de asco en su rostro.

—Deberías superarlo de una vez.

—No. No voy a parar hasta que Emily se dé cuenta de la clase de persona horrible que eres.

—Entiende, James. La única persona horrible en este sitio eres tú, si de verdad quisieras a Emily la dejarías en paz —dije. Eso pareció enfurecerlo bastante, ya que su rostro enrojeció bastante.

—Nunca cuestiones mi manera de quererla —bufo, tomó su bolso que se encontraba en el suelo y lo vi perderse entre el vapor de las duchas.

Me dirigí hacia el estacionamiento y a una distancia considerada presione el botón para que las puertas se abrieran, deje el bolso en el asiento de copiloto, coloqué la llave en el punto correspondiente y moví la palanca de cambio para así poder poner el motor en marcha. Conecte mi teléfono móvil al reproductor de música que disponía mi vehículo y Without Me de Helsey comenzó a sonar.

A las cinco en punto llegué a la cafetería Dulce, este sitio abarcaba toda una esquina y por dentro estaba decorada como si estuviéramos en los años 80'. Tome asiento en la misma mesa que siempre y esperé a que vinieran atenderme, luego de unos segundos una chica con un delantal rojo llego a mí y tomó mi orden.

Todo lo que soy [LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora