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El lunes por la mañana estacioné mi auto color rojo en el mismo lugar de siempre, en la secundaria Cleveland Two. Como todos los días me quedé durante unos cuantos minutos sentado al volante revisando las redes sociales; ANTENA, un sitio web de fútbol acaba de compartir un nuevo artículo.

[Héctor Bellerín denuncia la
homofobia en el fútbol:
"Es imposible que un futbolista
se declare homosexual, algunos aficionados no están preparados"

Héctor Bellerín, futbolista del Arsenal, ha explicado en una entrevista al diario The Times que el mundo del fútbol no está preparado para que un futbolista declare su homosexualidad.

El futbolista del Arsenal también ha desvelado los insultos homófobos que ha recibido por su aspecto físico.

"La gente me ha llamado lesbiana por dejarme el pelo largo y he recibido otros muchos insultos homófobos, algunos en los estadios, pero la mayoría de ellos en las redes sociales. He aprendido a protegerme de ello, pero puede llegar a afectarte", reconoce Bellerín.

Héctor Bellerín admite que esos insultos han llegado a afectarle en algunos momentos: "De vez en cuando tienes dudas. La gente debería poder expresarse, se es más feliz así".]

Cuando escuche el pitido que emitió la campana dando comienzo a la primera clase del día decidí bloquear mi celular ignorando el contenido que acababa de ver y poner el primer pie fuera del vehículo, varias personas volteaban a verme mientras caminaba con mi bolso Adidas colgado en mi hombro izquierdo, algunas de ellas murmuraban cosas entre sí y otras solamente hacían movimientos de cabeza en forma de saludo.

—¿Has estudiado para el examen de matemáticas? —cuestiono Nathan llegando a mi lado con su habitual campera de cuero. La usaba absolutamente todos los días por más que hiciera frío o calor, solía ser de su padre.

—No, pero me irá bien de todas maneras. Sabes que siempre es así.

—Ojalá pudiera tener tu don. Si repruebo esto el entrenador no me dejará jugar los próximos dos partidos que tenemos —se lamentó a la vez que tomaba asiento en un banco libre junto a la ventana, yo me senté a su lado y saqué los útiles necesarios para comenzar la clase.

El profesor Collins hizo su aparición dentro del salón pidiendo silencio, se trataba de un hombre de baja estatura con cabello negro, ojos verdes, piel pálida y anteojos redondos. Repartió varias hojas con números imprimidos seguidas de una hoja lisa para que pudiéramos desarrollar los ejercicios con más espacio.

—Tienen cincuenta minutos a partir de ahora —anunció presionando el botón de un cronómetro y luego se sentó en su silla giratoria para poder observar como halcón a cada uno de nosotros.

Empecé a responder las preguntas que se me hacían más fáciles, cuando termine mire el reloj que se encontraba sobre el escritorio y aún faltaban treinta y cinco minutos para terminar así que comencé a responder las preguntas difíciles. Una por una, tomándome el tiempo necesario para corroborar más de una vez que lo esté haciendo bien, una vez finalice por completo me quede mirando la hoja de mi amigo a mi lado y me sorprendió darme cuenta de que la estaba llevando bastante bien y que sin duda su puntaje alcanzaría para por lo menos obtener una B.

Cuando el pitido del timbre volvió a retumbar en las paredes esta vez indicando que la clase había terminado fui el primero en pararse a entregar las dos hojas y luego de que el hombre flacuchento que había optado por dedicarse el resto de su vida a los números y las ecuaciones sin sentido me regalara una sonrisa con suficiencia camine hacia la puerta de madera para esperar a que mi buen amigo saliera, en el momento que lo vi dirigirse hacia mí con una expresión satisfactoria en el rostro supe tenía un lugar asegurado en el campo para el siguiente partido de la temporada.

Todo lo que soy [LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora