Al llegar a la secundaria me encuentro con Nathan parado frente al lugar en el que suelo estacionar habitualmente con el ceño fruncido, por alguna razón eso me da un mal presentimiento así que rápidamente tomó mi bolso y voy directo hacia él.—¿Qué sucede?
—Ven —se adentró en la institución y comenzó a recorrer los pasillos a gran velocidad—. El entrenador se dio cuenta de lo que está pasando entre tú y James así que quiere hablar con ambos, te están esperando en la oficina del director. Yo intenté decirle que solo era él, pero me ignoró completamente.
—Demonios, justo lo que me faltaba —me quejé apretando los puños en mis costados.
—Tranquilo, de seguro tú estarás bien.
—Eso espero, la fecha en la que los representantes vendrán esta cerca y no quiero arruinarlo.
Una vez frente a la puerta de dirección nos detuvimos. Nathan, como buen amigo, palmeo mi espalda y dijo que iría a buscar a las chicas para explicarles lo sucedido. Luego de que se marchara tome coraje y golpe la gran puerta de madera.
—Adelante —dijo la voz del entrenador Moore desde adentro de la habitación.
Abrí lentamente la puerta y pude ver al director Lennon, un hombre barbudo y regordete sentado en su habitual silla de cuero con el entrenador parado a su lado y James sentado en frente de estos.
—Permiso.
—Pase, joven White. Tome asiento junto a su compañero —pidió amablemente el director.
—¿Puedo preguntar la razón por la cual estoy en este lugar? —cuestione haciéndome el desorientado.
El señor Lennon iba a hablar, pero el entrenador Moore decido hacerlo por él.
—No somos tontos, Sebastián. Yo uso las redes sociales, tengo Instagram, Twitter, Snapchat, Facebook e incluso esta que usan los adolescentes ahora para buscar fotos, creo que se llama Pinterest.
—Entrenador, vaya al punto por favor —ordenó el hombre barbudo frente a mí.
—Vi la publicación que hizo James ayer en la noche, todo el mundo la vio, claramente está dirigida hacia Sebastián. Y también he visto los golpes que se dan en el campo de juego, los pelotazos innecesarios y los empujones —suspiro agitado—. ¿Por qué se comportan como niños de cinco años?
—Es Sebastián, señor. Él me busca —exclamó James alterado.
—¿Disculpa? —cuestione ofendido—Ni siquiera respondo los mil mensajes de odio que me envías, admite de una vez por todas que estás celoso de que yo sea capitán del equipo y tú no.
—Eso no es verdad —respondió.
—¡Chicos, basta! —dijo el entrenador con la voz alzada mientras que golpeaba sus palmas contra el escritorio— Yo los veo, siempre, me pagan por verlos y sé perfectamente quien ha comenzado. Estamos aquí para que el director esté enterado de lo sucedido, no para que se pongan a pelear como dos mujercitas.
El señor Lennon fingió una tos.
—Moore tiene razón. Él ya me ha dicho quien ha comenzado así que evitemos esto, por favor. James, por mi parte, te quedarás una hora después de clase todos los días a limpiar los salones y por parte del entrenador estarás en el banco hasta que tu comportamiento mejore.
—¡No, no puedo estar en el banco! Jugar es mi vida —replicó el nombrado anteriormente.
—Lo hubiera pensado antes, joven. Ahora pueden retirarse.
Al salir de la oficina del director vi los ojos de James queriendo enfrentarme, pero fue interrumpido por el entrenador quien lo tomó de su brazo y se lo llevó por el pasillo mientras le explicaba varias cosas. Nathan, Sophia y Emily estaban recostados contra los casilleros observándome con una preocupación que se borró tras ver mi enorme sonrisa, soltaron juntos un extremadamente exagerado suspiro y vinieron hacia mí.
—¿Y? —cuestionó mi mejor amiga.
—Todo está bien conmigo, en cambio, James estará en la banca.
—Eso es bueno, ya no tendrás distracciones —comentó Nathan—. Tienes tu camino asegurado, hermano.
Volvimos a nuestras respectivas clases luego, a mí me tocaba Biología, junto a una señora flaca, alta, y blanca que nunca podía acordarme cuál era su nombre. Me disculpé con ella y le entregué uno de los papeles que te daban en dirección para justificar tu falta, hizo un asentimiento de cabeza y me señaló uno de los asientos que estaban libres, camine hacia allí y me coloqué junto a una chica rubia, de ojos oscuros y piel canela, sus mejillas se sonrojaron al verme llegar.
—Deben hacer un estudio sobre todas las células que existen y resumir sus funciones para la clase que viene —pidió la profesora.
Ignore las invitaciones para ir a comer que me daban los demás y camine hacía los vestidores para dejar allí un nuevo par de canilleras que había comprado el día anterior, así mañana, no tendría que cargar con ellas. Entre al lugar y este se encontraba vacío, excepto por Leo, quien se encontraba sentando en el piso junto a las regaderas.
—¿Cómo lograste entrar? —pregunté extrañado logrando de esta manera llamar su atención, las únicas personas con acceso al sitio eran los jugadores, ya que debíamos tener una llave especial para esto.
—Estaba abierto —respondió sin mirarme.
—¿Y qué haces aquí?
—El entrenador me pidió que viniera, ahora que James está en la banca quiere que lo suplante.
—Sabes que no puedes hacerlo. Acordamos que no lo harías —dije, alterado. Las cosas este día no venían saliendo bien y no podía sumar algo más a la lista.
—Sebastián, no puedo seguir escondiéndome solo por el hecho de que tú quieras hacerlo. No soy como tú.
—¿Como yo?
—Un cobarde.
De la nada comencé a sentir como si mis pulmones comenzaban a quedarse sin aire, y mis manos a sudar de manera extraña. Ignore la mirada preocupada que Leo tenía sobre mí y camine hacía el estacionamiento a paso lento, todo parecía dar vueltas; era una sensación inexplicable, parecía que iba a desmayarme y a su vez, tenía ganas de vomitar. Tome asiento en el lugar del piloto y apoye ambas manos en el volante de mi vehículo para mantenerme firme: estaba sudado, mareado, con dolor de cabeza y mis piernas no dejaban de temblar.
Comencé a llorar.
Y a repetirme seguidamente que debía calmarme, que nada de lo que estaba sintiendo era real.
—Por favor, solamente quiero estar bien. No de nuevo — susurré para mi mismo cerrando los ojos y dejándome caer en el asiento.
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Todo lo que soy [LGBT]
Teen Fiction«Algunas veces, la presión por ser quienes los demás quieren que seamos puede llegar a desbordarnos» La vida que Sebastian lleva podría describirse con una sola palabra: perfecta. Cuenta con una familia unida, un hermano menor talentoso, amigos con...