ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 8

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   Faltaban dos minutos para las ocho, me la había pasado dando vueltas por toda mi cama sin poder conciliar el sueño

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   Faltaban dos minutos para las ocho, me la había pasado dando vueltas por toda mi cama sin poder conciliar el sueño. Todo por culpa de un tío que había entrado de manera ilegal a mi casa. Decidido, baje a mi casa en busca de comida para después darme un largo baño que lograra quitarme la migraña que tenía y espantar las ganas de dormir.
   Acababa de salir de bañarme cuando el timbre sonó. ¿Quién podía ser? Apenas y eran las nueve de la mañana. Tome la toalla de color verde manzana que colgaba de la puerta del baño, la enrede alrededor de mi cintura y baje a ver quién cojones era.

   A primera vista parecía que no había nadie, pero a como me iba acercando una caja de regalo apareció en mi vista. Abrí la puerta, primero observé a mi alrededor esperando ver a una persona corriendo o escondiéndose de mí, pero no había nada excepto yo y esa caja.
   Tomándola con sumo cuidado me pude percatar de una pequeña nota la cual estaba entre los listones que la decoraban. Primero abriría la caja y después leería esa nota. 

   Con sumo cuidado quite los listones blancos que la ayudaban a no abrirse, seguido levante la tapa de la caja la cual era de un color rojizo. Lo primero que vi fue una peluca de color verde menta. Estaba muy bien acomodada mientras que a su lado, una pequeña prenda sobresalía de esta. Un chaleco de color gris claro con verde menta le daba la bienvenida al disfraz seguido de una falda de tablones negra con detalles amarillos. Las calcetas negras también venían integradas con el demás disfraz y las mangas que también eran negras con algunos detalles más de color azul, amarillo, rojo y morado. Por último, estaba la corbata de color verde menta como la peluca. 
   - ¿Qué cojones? –Preguntaba esperando una respuesta que nunca llegaría-. 

   Estaba más que claro que esto había sido idea de uno de mis compañeros, pero ¿De quién? 
   Sin pensar más, tomé la pequeña nota que venía con la caja y la abrí:


          ❝Me entere del pequeño alboroto que hiciste
          en la tienda por el disfraz.
          Así que me tome la pequeña molestia de conseguirte uno,
          espero sea de tu agrado. En mi defensa,
          sé que te encanta el anime y esas cosas
          por eso me atreví a mandártelo.
          Te daré cien diamantes porque te lo pongas, espero aceptes.
          Tu siempre amigo...❞

               -El Calvo. 

   Una carcajada broto de mi garganta. ¿Era una puta broma? Ni de coña iría disfrazado de Hatsune Miku a una fiesta donde estaría la mitad del pueblo de Karmaland. Sería la burla de todos si iba a sí pero, ¿Y si lo hacía? Tenía dos opciones:
   La primera: Ir al pueblo y conseguir un disfraz que me gustara, lo que posiblemente me tomaría todo el día completo...

O

   La segunda: Aceptar ese disfraz, ser la burla de todo el pueblo, pero como recompensa obtener cien diamantes... 

   La primera no me gustaba en absoluto, pero la segunda era muy tentadora... 
   Sin saber muy bien lo que estaba a punto de hacer tome mi celular y busque entre mis conversaciones hasta encontrar el contacto de Auron. 
   Un segundo después, ya había mandado la respuesta la cual solo constaba de dos palabras: 

                                                     <<Rubén: Trato hecho>>

   Un momento después, Auron lo vio.

                                          <<Calvo: Te veo mañana, puerco.>>

   Eso basto para confirmar la apuesta. Ya tenía disfraz y cien diamantes asegurados ¿Qué más podía pedir?

 Ya tenía disfraz y cien diamantes asegurados ¿Qué más podía pedir?

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