El artículo

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Sheila ya tenía dieciséis años. Sus padres decidieron su futuro. Pero no había dinero para la universidad. Así que decidieron buscar y rebuscar hasta encontrar servicios, que pagaran "bien".
Encontraron un artículo, que ofrecía bastante dinero, ayudando en la granja de un pueblo muy lejano a la ciudad. Nadie lo había aceptado aún y era muy raro.
Parecía buena idea así que los padres saldrían satisfechos. Sheila se preparó para irse, no le gustaba nada el pueblo, ahí nunca podría ser la policía de Nueva York, que todos los hombres querían ser. Pero ella sigue siendo mujer, así que no tenía elección.

SHEILA
-Adiós.

Dijo desde el interior de el tren.

Por fin llegó al pueblo y no tenía nada de ganas. Ayudar en la granja ¿en serio?

Llegó a la granja y la recibieron.

PROPIETARIO
-Bienvenida, no te voy a mentir. Esto no es el paraíso, en el cual tu vives. Mañana empiezas.
Pero déjame advertirte de algo... Tu trabajas en casa, limpias, cocinas, recibes y ofreces amablemente. No te metas en la granja, ahí hay otro trabajador y tú no tienes porque ayudarle.
SHEILA
-¿Aquí existen los policías?

El propietario pone la misma cara que todos los adultos al oírla. Cara de decepción.

PROPIETARIO
-Niña, ves a la casa, ahí te encontrarás con tu maestra.

Maestra, jajajaja, Sheila se reía en su interior. Era como karate kid pero el maestro era "la maestra".
Sheila obedeció y fue a la casa.

MAESTRA
-Tu habitación está arriba, a seis pasos rectos y luego a la derecha. La puerta tiene el pomo roto, así que será fácil encontrarla. Luego quítate esa ropa de "ciudad" aquí las mujeres trabajadoras vamos con vestidos y delantal.

Vestidos y delantal... ¿En que siglo estaban allí?

MAESTRA
-Aquí, en esta casa, somos independientes. Así que si que si te encuentras a un niño. Que probablemente te lo encontrarás a la hora de cenar o comer... No te enamores.
SHEILA
-Eso está hecho maestra, yo siempre he sido independiente y...
MAESTRA
-Sí sí, lo que tu digas. Deja todo eso que llevas en tu habitación y vete a dormir. Nos vemos mañana.

Los servicios no parecían tan malos después de todo...

Sheila fue a su habitación y bueno, era la peor habitación del mundo, aunque no se esperaba algo mejor. Había una cama muy pequeña, un armario también diminuto y un escritorio con una silla. Todo prácticamente desgastado.

Se tumbó en aquella cama y... en fin. No hace falta explicar si era cómoda o no.

Al día siguiente ella ya estaba en pie como un sargento. Y a la maestra le sorprendió bastante, pero no le importó en absoluto.

MAESTRA
-Tú solo cenas, igual que el otro trabajador, alguna vez puede que comas... Nosotros desayunamos, comemos y cenamos. Ahora tenemos que hacer el desayuno, ayúdame.

Sheila ayudó, aunque se le daba fatal, eso no era lo suyo y casi se le cae el plato al llevarlo a la mesa.

El primer día fue bastante duro y largo, se puso a limpiar tanto... Pero si quería ser policía... Debería de ser fuerte.

Por la tarde la maestra le mandó a buscar la leche, que estaba en una de las paredes de la granja.
Fue con dos cubos y los llenó de la leche que había en esa especie de cosa rara.
No pudo contenerse, dejó los cubos de leche en el suelo y miró dentro de la granja.
Escuchó animales y... Pasos de una persona.
Ella se adentró y él la sintió.

ÉL
-¿Quién eres? ¿El mapache de ayer? Jaja.

Ella salió de ahí, agarró los cubos y se fue de vuelta a la casa.

MAESTRA
-Niña, has tardado demasiado, procura ser más rápida la próxima. Ayúdame a hacer la cena.

Al acabar, primero de todo, se sentó en la mesa el propietario. Seguidamente la maestra y luego entró él.

ÉL
-Una de las vacas no está en buenas condiciones...
PROPIETARIO
-Te dije que la venderemos igual.
ÉL
-¿Quién es ella?

Dijo mientras se quitaba el sombrerillo y lo dejaba en el colgador de la puerta.

MAESTRA
-Mi ayudante.
PROPIETARIO
-La sirvienta, nada más. Siéntate y come tu porción.

El chico se sentó, sin dejar de mirar a Sheila.
Sheila puso los platos en la mesa y cuando puso el plato de él, este le sonrió y ella apartó la mirada de vergüenza. Posteriormente Sheila sirvió las raciones y las bebidas y se sentó.

PROPIETARIO
-Mañana nos recibirá el alcalde. Tú (señalando con la mirada a Sheila) deberás recibirle y servirle una taza de café, ya que le gusta mucho.

Sheila asintió y no dejó de mirar al plato, ya que la vergüenza le podía. Ese chico tenía algo y por mucho que ella quisiera ser independiente... No podía evitarlo.

Cuando todos acabaron de cenar, la maestra mandó a los niños al cuarto. Ya que por la mañana deberían levantarse temprano.

Al subir las escaleras, el chico se puso delante de ella.

ÉL
-Aunque no lo creas... En el fondo son buenas personas.

Dijo sin dejar de sonreír, y se fue a su habitación.

Él de pueblo y ella de ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora