La pulsera

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El propietario volvió después de unos días. Al parecer venia como si no hubiera pasado nada.
Todo estaba normal, Sheila había aprendido a cocinar mejor, bueno, solo un poco.

A la hora de ir a buscar la leche a la granja. Marco, ya estaba allí. Esperándola.

SHEILA
-Eh, no hace falta. Ya se hacerlo.
MARCO
-No, no sabes todavía.
SHEILA
-Quiero ver a los animales.

Marco dijo que no, así secamente.

SHEILA
-¿Porque no?
MARCO
-Porque no puedes.
SHEILA
-Y yo no debería de estar hablando contigo. Si se enteran, me van a hechar o dios sabe que.
MARCO
-¿Te dijeron eso?
SHEILA
-Al parecer no quieren que... Pero eso no va a pasar ¿verdad?
MARCO
-¿Eh? Ehem... Ya pues...
SHEILA
-¿Que?
MARCO
-¿Entonces a ti te gustan las chicas?
SHEILA
-¿QUÉ? No quería decir eso ¿qué?
MARCO
-Bueno te dejaré entrar a la granja. Pero no asustes a los animales.
SHEILA
-Sí, vale, venga.

Cuando Sheila entró en la granja, solo se le ocurrió decir cosas malas de ella.

SHEILA
-Dios huele muy mal. Uf no puedo ver eso. Ag que asco.
MARCO
-Ven.

Sheila siguió a Marco, subieron por unas escaleras, a la parte de arriba de la granja, como el "almacén".

MARCO
-Yo duermo aquí, a veces. ¿Ves que hay tanta paja? Es de los caballos.
SHEILA
-No soy tan tonta.
MARCO
-... Bueno pues si te tumbas es mejor que las camas que hay en la casa.
SHEILA
-No me voy a tumbar ahí, que asco. A lo mejor hay bichos.
MARCO
-Da igual, la belleza no se te va a quitar por tumbarte ahí.

A Sheila le molestó el comentario.

MARCO
-Toma esto.
SHEILA
-¿Que es esto? Ah, una pulsera.
MARCO
-Es de mi madre.
SHEILA
-Típica frase ja ja.
MARCO
-¿Qué?
SHEILA
-Nada tu no entiendes.
MARCO
-Te la regalo porque... Quiero que seas...

Marco se había confiado mucho, pero Sheila lo apartó rápido.

SHEILA
-No me vuelvas a hablar. Soy independiente. ¿Te ha quedado claro? Significa que quiero estar SOLA en la vida. No quiero depender de nadie. ¿VALE?
MARCO
-¿¡Porque quieres ser eso!?
SHEILA
-Porque... Pues porque... PUES PORQUE SE ESTÁ MEJOR.
MARCO
-Pues yo te...
SHEILA
-Pues nuestro "amor" es  I M P O S I B L E.
O eres mi amigo, o eres mi enemigo.
MARCO
-Pero es que nunca había sentido esto.
SHEILA
-Yo no siento nada, solo siento un vacío muy grande.

Sheila salió de la granja cogió los cubos de leche y se fue a la casa.

A la hora de cenar, el propietario dijo que pagaría a Sheila de más, ya que la maestra le había contado lo que pasó con los ladrones.

SHEILA
-Muchas gracias, pero, no quiero causarles molestias.
PROPIETARIO
-Te lo debemos, aunque seas nuestra criada.
SHEILA
-No, no quiero tanto, yo no podría.

Marco se enfadó y alzó la voz.

MARCO
-¡LO HACE PARA QUE SE LO DÉIS, SÓLO VINO POR EL DINERO. SI NO LE DIERAIS DINERO NO TENDRÍA ESA EDUCACIÓN, ADEMÁS QUIERE IR CONTRA LAS REGLAS, QUIERE SER POLICÍA!

A lo que Sheila se vengó, ofendida.

SHEILA
-Él me dio esta pulsera. Se me declaró y me obligó a entrar en la granja. Cada día me habla. Y me dijisteis que no podíamos hablar. A no ser que fueran asuntos de trabajo. Y él lo hace.

Los dos pasaron de mirar mal a Sheila, a Marco.

PROPIETARIO
-Marco. Tienes prohibido acercarte a la muchacha.

Marco y Sheila se miraron mal. Pero Marco en realidad sentía que su corazón se partía y tenía grandes ganas de llorar.

MAESTRA
-Hoy duermes en la granja.

Sheila subió a su habitación y rompió la pulsera.

Luego de desahogarse se sintió mal. Había roto algo muy preciado. E intentó arreglarlo, pero no pudo.
Entonces pidió perdón y guardó la pulsera rota debajo de la almohada.

Esa noche no durmió.

Él de pueblo y ella de ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora