¿Nueva York?

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SHEILA
-¡Marco!
MARCO
-¿Otra vez? ¡Pero bueno!
SHEILA
-Em... He perdido el tren.
MARCO
-¿Tienes el boleto?
SHEILA
-Ehem, s... No, lo perdí.

Sheila rompió el boleto.

MARCO
-¿Y eso?
SHEILA
-Em, bueno. Al final no voy a Nueva York...
MARCO
-No deberías de haber venido a por mi.
SHEILA
-No fui a por ti es solo que...
MARCO
-Es solo que me quieres.

Sheila se tapó los oídos y se fue a la casa.
Ya era casi hora de cenar y ella no había preparado nada. Marco tenía planeado para los próximos días comerse las sobras y cosas sueltas.
Sheila estaba intentando preparar la cena.

MARCO
-Ahora que no están, puedo venir aquí cuando quiera.
SHEILA
-Pues me podrías ayudar ¿por ejemplo? Como tu dices no están, así que si no está la maestra no entiendo mucho.

Marco puso un poco de pan en la mesa, queso y mermelada, o sea, lo primero que encontró.

MARCO
-Pues ya está. Esto es todo.
SHEILA
-Bueno, algo es algo.

Los dos acabaron de cenar rápido.

MARCO
-Ahora podremos comer cuando queramos, podremos hacer el trabajo cuando queramos y podremos hacer lo que queramos.
SHEILA
-Buenas noches.

Los dos se fueron a dormir.

MARCO
-Buenos días.

AHHHHH, Sheila se asustó. Nunca la habían despertado de esa manera, y menos él.

SHEILA
-¿QUE HACES?

Marco le dijo que no se iban a enterar.

SHEILA
-Ya, pero no me gusta que entres así en mi habitación. A lo mejor estoy, no se, ¿a punto de ducharme?
MARCO
-Jajaja.
SHEILA
-Hoy me toca limpiar, apártate, por favor.
MARCO
-¿Y si vamos al pueblo? Está empezando a hacer calor... Podríamos colarnos en la piscina.
SHEILA
-Tengo que hacer mi trabajo. Necesito el dinero.
MARCO
-Parece que lo que dije era cierto.
SHEILA
-No pienso ir a la piscina, y menos contigo.

Dijo con tono de burla.

MARCO
-¿No notas el calor de afuera?
SHEILA
-Si quieres que me bañe con el vestido... Apártate estorbas.
MARCO
-¿Y si voy yo?
SHEILA
-Ya veo porque estás mejor en la granja, calladito.

Marco se fue mientras Sheila estaba concentrada en quitar una mancha difícil del suelo.
Luego limpió las habitaciones, entre ellas la de Marco. Era prácticamente igual que la suya. Desgastada y pobre. Pensó en remodelarla, pero recordó que no era su casa.
Se abrió la puerta principal, así de repente. Y se escucharon un montón de voces a la vez.
Sheila bajó corriendo y:

MARCO
-Estos son mis amigos del pueblo. Los veo a veces. ¡Esta semana no hay reglas!

Todos estaban gritando, y hablando fuerte entre ellos. Habían cuatro chicos y una chica. O sea que el grupo eran 6, con él dentro.

SHEILA
-¡Se puede saber que estás haciendo! ¡No, no! ¡Fuera, fuera!
MARCO
-Relájate un poco criada.

Todos los amigos se empezaron a reír del comentario. Marco, se estaba comportando mal, sus amigos lo trastornaban, nada que ver cuando estaba a solas con Sheila.

SHEILA
-¡Que los eches!

Sus amigos empezaron a ponerse a la defensiva, con él. Y empezaron a burlarse de Sheila. Incluido las chicas, de hecho eran las que más. Sheila se quedó parada, mirando fijamente enfadada, sin saber que hacer. Todos los amigos se sentaron en el suelo y una de las chicas propuso jugar a los típicos juegos absurdos que juegan los adolescentes, para declararse disimuladamente. Jugaron a uno de los juegos más populares de este tipo; el juego de la botella. A medida que iban jugando Sheila se iba transformando cada vez más en una estatua de piedra. Y su enfado iba creciendo.

Él de pueblo y ella de ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora