Trabajar

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Es lo único que hacían los muchachos.

MAESTRA
-Niña, hoy vas a tener una tarea nueva. En teoría la tendría que hacer el propietario. Pero todavía no se ha recuperado de la despedida de ese viaje tan relajante.
SHEILA
-¿Que tarea maestra?
MAESTRA
-Tendrás que subir al tejado y arreglar los tablones que están sueltos. Los materiales necesarios los encontrarás en el sótano. Es una caja de herramientas.

Sheila se dirigió al sótano. El cual no se había fijado antes. Cuando bajó las escaleras, con una vela para iluminar, sintió un terror inmenso. Ese lugar era escalofriante y era imposible no imaginarse que habría una criatura ahí. Cuando dio con las herramientas, subió corriendo y cerró la puerta de el sótano. Sintiendo un alivio.
Posteriormente, la maestra ya había preparado las escaleras y Sheila subió finalmente al tejado.

SHEILA
-Maestra, ¿que pasa si me caigo?
MAESTRA
-Ya te curarás. No hay tanta altura.

Sheila hizo lo que la maestra le mandó, y era bastante difícil. Desde allí arriba, se veía a lo lejos el pueblo. Cuando por fin acabó esa tarea tan complicada, bajó las escaleras y se escuchó un leve sonido.

SHEILA
-¿Que es eso?

Sheila miró hacia abajo, cosa que no debería de haber hecho. Perdió el equilibrio y tiró la caja de herramientas al suelo, sin querer. A la caja no le pasó nada, pero a las herramientas sí.
Sheila bajó rápidamente y al mirar en el interior de la caja, se puso nerviosa y volvió a dejarla en su lugar.

MAESTRA
-Debo decir que eres rápida.
SHEILA
-Eh, sí...
MAESTRA
-Pues ya está, hasta la comida no tienes más tareas. Las has finalizado antes de tiempo. Ah y me he fijado en esas flores las cuales supongo que compraste y plantaste, son hermosas, pero no sirven para nada, solo dan más trabajo.
SHEILA
-Bueno sí, lo siento...
MAESTRA
-¿Quieres adelantar las tareas de la tarde?
SHEILA
-¡Sí!
MAESTRA
-Bien, así me gusta.
SHEILA
-¿Como ir a buscar la leche?
MAESTRA
-¿Es que hay algún problema?
SHEILA
-En absoluto.

Sheila se dirigió con los cubos a donde siempre.
Ella esperaba que alguien dijera algo pero, no.

SHEILA
-¡Uy, no funciona!

Dijo con tono de burla para llamar la atención del chico.
Pero él, se estaba tomando en serio su trabajo.

SHEILA
-Marco...

Susurró.
Sheila no podía soportarlo.

SHEILA
-Voy a entrar.

Cuando Sheila se adentró en la granja, el propietario estaba dentro, viendo como Marco hacía las tareas.

PROPIETARIO
-¿Algún problema?
SHEILA
-Ee... Eh.

Marco abrió mucho los ojos, como diciéndole de que se fuera.

SHEILA
-Sí, es que la maestra me contó de que usted estaba aquí y pues, ¿quería saber como le va? Me ha contado que no se ha recuperado de despedirse de Nueva York...

Marco rodeó los ojos, dándole a entender de que no disimulaba bien.

PROPIETARIO
-Ah, ya, bueno ya puedes irte.
SHEILA
-Eeh... Sí.

Sheila se aburría mucho. Ya había acabado todo lo que tenía que hacer en ese momento y no sabía que hacer.

Pero entonces sonó el timbre.
¿Quién sería a estas horas? Era casi hora de comer.

MAESTRA
-Ya abro yo.

Cuando la puerta se abrió, los ojos de Sheila se abrieron como platos y no se podía creer lo que estaba pasando.

Él de pueblo y ella de ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora